Cine y fotografía en la Escuela Central de Artes
Plásticas
Cine y fotografía en la Escuela Central de Artes Plásticas
En 1929, año en que se logró la
autonomía universitaria, la Academia de San Carlos se convirtió en la Escuela Central de
Artes Plásticas (ecap) y Diego Rivera fue
su director aunque por muy poco tiempo debido a la oposición de algunos representantes
de arquitectura y férreas críticas internas y periodísticas. Tras su salida se nombró al
sindicalista, filósofo y político Vicente Lombardo Toledano (ajeno al mundo del arte en
tanto creador). Bajo su dirección la ecap
consideró la inclusión de dos manifestaciones visuales que hasta entonces (1930) no
formaban parte de los planes de estudios: el taller de fotografía a cargo del destacado
Agustín Jiménez y el primer taller de cinematografía en donde se realizarían los
primeros encargos institucionales, a cargo del artista plástico Emilio Amero, quien
también se desempeñaba durante los mismos años, hasta 1934, como profesor de litografía.
Si bien la fotografía
se empezó a utilizar desde muy temprana fecha en el siglo xix en la Academia, ésta
era considerada como una herramienta de apoyo para otras disciplinas, en
especial la pintura y la arquitectura. El taller de fotografía de
Jiménez marcó un precedente y abrió las puertas de la Academia a grandes
fotógrafos que encontrarían en la institución un lugar en el que se
considerara dicha expresión visual desde la perspectiva artística; tal
fue el caso de Antonio Garduño, Lola y Manuel Álvarez Bravo, Kati Horna,
María Eugenia Latapí y una larguísima lista de maestros de la lente. El
caso del cine fue efímero pues al dejar Amero la institución el taller
cerró definitivamente.
El que quizá sea el desnudo fotográfico más famoso
de México, La buena fama durmiendo, de Manuel
Álvarez Bravo, fue tomado en la azotea de la
Academia de San Carlos.
En 1929, año en que se logró la autonomía universitaria, la Academia
de San Carlos se convirtió en la Escuela Central de Artes Plásticas (ecap) y Diego Rivera fue su director aunque
por muy poco tiempo debido a la oposición de algunos representantes de arquitectura y
férreas críticas internas y periodísticas. Tras su salida se nombró al sindicalista,
filósofo y político Vicente Lombardo Toledano (ajeno al mundo del arte en tanto
creador). Bajo su dirección la ecap
consideró la inclusión de dos manifestaciones visuales que hasta entonces (1930) no
formaban parte de los planes de estudios: el taller de fotografía a cargo del destacado
Agustín Jiménez y el primer taller de cinematografía en donde se realizarían los
primeros encargos institucionales, a cargo del artista plástico Emilio Amero, quien
también se desempeñaba durante los mismos años, hasta 1934, como profesor de litografía.
Si bien la fotografía se empezó a utilizar desde muy temprana
fecha en el siglo xix en
la Academia, ésta era considerada como una herramienta de apoyo para
otras disciplinas, en especial la pintura y la arquitectura. El taller
de fotografía de Jiménez marcó un precedente y abrió las puertas de la
Academia a grandes fotógrafos que encontrarían en la institución un
lugar en el que se considerara dicha expresión visual desde la
perspectiva artística; tal fue el caso de Antonio Garduño, Lola y Manuel
Álvarez Bravo, Kati Horna, María Eugenia Latapí y una larguísima lista
de maestros de la lente. El caso del cine fue efímero pues al dejar
Amero la institución el taller cerró definitivamente.
El que quizá sea el desnudo fotográfico más famoso
de México, La buena fama durmiendo, de Manuel
Álvarez Bravo, fue tomado en la azotea de la
Academia de San Carlos.