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Reorganización,
la Lotería de San Carlos (1843)

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Reorganización,
la Lotería de San Carlos (1843)

Durante los ires y venires en el poder de Antonio López de Santa Anna fue cedida, el 16 de diciembre de 1843, la administración de la Lotería a la Academia para el sustento de la misma, de tal suerte que se pudieron vivir algunos años de gloria; fueron momentos felices, incluso se restablecieron las pensiones a alumnos para formarse en Europa y se logró comprar el edificio del Hospital de Dios que se arrendaba por 76 mil pesos. Al año siguiente se iniciaron las gestiones para contratar nuevamente a profesores europeos con el fin de reanimar la nueva estructura académica. Destacó igualmente, sin lograr obtener el puesto de director que ansiaba, el pintor mexicano Juan Cordero, quien como estudiante fue pensionado por varios años en la Academia de Luca, en Roma.

En manos de los recién llegados se afianzó el academicismo neoclásico que dominaba en la Academia de San Luca de Roma, “la moderna escuela romana”, y surgió cierta admiración por los nazarenos en el taller del pintor catalán Pelegrín Clavé; en la escultura destacó notablemente su paisano Manuel Vilar, ambos llegados en 1846. En el ramo de la arquitectura se sumó el italiano Francesco Saverio Cavallari (también conocido como Javier Cavallari), quien se encargó de renovar las instalaciones de la Academia; su compatriota Eugenio Landesio, quien llegó en 1854, encabezó la nueva clase de paisaje y perspectiva.

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Durante los ires y venires en el poder de Antonio López de Santa Anna fue cedida, el 16 de diciembre de 1843, la administración de la Lotería a la Academia para el sustento de la misma, de tal suerte que se pudieron vivir algunos años de gloria; fueron momentos felices, incluso se restablecieron las pensiones a alumnos para formarse en Europa y se logró comprar el edificio del Hospital de Dios que se arrendaba por 76 mil pesos. Al año siguiente se iniciaron las gestiones para contratar nuevamente a profesores europeos con el fin de reanimar la nueva estructura académica. Destacó igualmente, sin lograr obtener el puesto de director que ansiaba, el pintor mexicano Juan Cordero, quien como estudiante fue pensionado por varios años en la Academia de Luca, en Roma.

En manos de los recién llegados se afianzó el academicismo neoclásico que dominaba en la Academia de San Luca de Roma, “la moderna escuela romana”, y surgió cierta admiración por los nazarenos en el taller del pintor catalán Pelegrín Clavé; en la escultura destacó notablemente su paisano Manuel Vilar, ambos llegados en 1846. En el ramo de la arquitectura se sumó el italiano Francesco Saverio Cavallari (también conocido como Javier Cavallari), quien se encargó de renovar las instalaciones de la Academia; su compatriota Eugenio Landesio, quien llegó en 1854, encabezó la nueva clase de paisaje y perspectiva.

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