La presencia de millares de peregrinos fieles al Cristo Rey en el Cerro del Cubilete, durante los años cincuenta, muestra el resultado infructuoso de los gobiernos revolucionarios por minar las causas religiosas que animaron la guerra cristera. Tomás Montero Torres no sólo fue miembro del pan y redactor gráfico y fotógrafo de su periódico La Nación, sino un activo colaborador del semanario católico Señal.
Durante las décadas posrevolucionarias, manifestarse públicamente como católico podía significar el ostracismo profesional. No obstante, Montero tuvo la suerte de encontrar un apoyo incondicional en periodistas como Carlos Septién García, que lo protegió bajo la égida de la revista La Nación, o Gregorio Ortega, para el cual colaboró en la Revista de América.
Ya sean las peregrinaciones al Cerro del Cubilete o a la Villa de Guadalupe, o las fiestas de Semana Santa o Día de Muertos, los temas religiosos retratados por Tomás Montero siempre muestran un mismo espíritu: el de comunión de valores con el asunto retratado. Lejos de la perspectiva antropológica de otros fotógrafos documentales, en el caso de Montero Torres encontramos un cálido acercamiento al tema surgido de una real y profunda conciencia religiosa.
En esta fotografía tomada durante la Semana Santa de 1951, Montero juega con la ambigüedad visual que surge de la contraposición de la cara pintada del Cristo y de la mujer que sostiene la imagen.
El constante seguimiento que hace Montero de las peregrinaciones al Cerro del Cubilete evidencia su interés y empatía con las causas católicas. Muestra de ello es el encuadre de esta fotografía, que está tomada al nivel de la cintura y no de los ojos, lo cual produce una sensación de monumentalidad de las figuras de los peregrinos.
Como heredera del pensamiento de la Contrarreforma, que da preponderancia al ritual y la emotividad, la religiosidad popular se manifiesta mediante gestos de sacrificio y mortificación del cuerpo. En uno de sus reportajes más conocidos, Tomás Montero Torres destaca el fervor de los peregrinos durante el ascenso anual al Cerro del Cubilete.
Imagen que presenta una clara intención estética por parte de Montero, quien construye una composición abstracta a partir del movimiento de las masas de gente. Los puntos blancos que delimitan la peregrinación estudiantil corresponden a las boinas de las alumnas de la Cámara de Comercio.