En purépecha, Janitzio quiere decir “flor de trigo o maíz”. A la orilla del lago, dos mujeres lavan el maíz. A partir de una escena de la vida cotidiana, Tomás Montero Torres busca exaltar la importancia de la mujer en el trabajo.
Un rasgo característico e inevitable de toda fotografía es su relación con la identidad: por su aspecto neutro y documental parece afirmar aquello que representa. De aquí que la fotografía haya sido utilizada en las décadas posteriores a la revolución para identificar el nuevo imaginario de lo mexicano.
Las fotografías de etnias y tipos de Tomás Montero pueden comprenderse como producto de una intención reduccionista de la fotografía de su época de simbolizar lo mexicano –una realidad compleja y heterogénea por demás– mediante tópicos nacionalistas. Así, algunas de sus imágenes de grupos étnicos parecen derivar de la tradición de tipos mexicanos, mientras que otras se asocian a un costumbrismo pictorialista fácilmente asimilable a la retórica populista del gobierno. En estas imágenes, las personas se convierten en símbolos mediante los cuales se propone y construye la identidad mexicana.
De carácter suplicante, el baile Tutugúri generalmente se ejecuta de noche. Montero Torres retrata a uno de los danzantes de esta ceremonia cristiano-pagana ejecutada para suplicar agua al cielo. Este retrato aparece en el reportaje “La superstición. Ruina de la raza india”, publicado en la revista Mañana.
Los jarabes son los bailes regionales más característicos de los estados del centro y sur de México. Nacieron durante la Revolución como estandarte de unidad nacional, pues la mezcla llamada “jarabe” permitía incluir los estilos dancísticos más destacados de diversas regiones.
Don Carlos Rincón Gallardo, presidente de la Asociación Nacional de Charros en 1934, posa ante la cámara luciendo un espléndido traje de charro. Por su origen popular y campirano, este traje se convirtió en un símbolo de la identidad de México.
A lo largo de tres días no dejan de sonar los tambores, las flautas y los violines, que hacen recordar música de antaño; hay mucha actividad en el pueblo y los ancianos van y vienen, mientras que los niños juegan entre las mujeres que muelen el maíz para el tesgüino, la bebida tradicional.
El hilado a mano se realiza mediante una variación de ruecas y husos tradicionales llamados “redinas”. Se hacen hilos irregulares en grosor y tensión, los cuales se emplean para desplegar diseños de diferentes tipos en las telas.