La Decena Trágica
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Felipe Ángeles, militar, 1913. © (5087) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles, de una personalidad compleja y muy particular, fue el general del Ejército Federal más cercano al presidente Madero. Sería el único general del ejército que tomó el camino de la revolución cuando Madero fue asesinado en febrero de 1913.

“Felipe Ángeles fue, sin duda alguna, una de las personalidades más interesantes y singulares que intervinieron en la Revolución mexicana. No sólo fue el general del Ejército Federal más cercano a Francisco I. Madero; también fue el único general de ese ejército que se unió a los revolucionarios cuando Victoriano Huerta tomó el poder y Madero fue asesinado. Fue el único verdadero intelectual que produjo el Ejército Federal.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 17.







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Panorama de Cuernavaca, postal coloreada, ca. 1910. Acervo inerm.

Cuando empezó el levantamiento contra el presidente Madero, el 9 de febrero de 1913, éste se trasladó en automóvil a Cuernavaca, desde la Ciudad de México, para hablar con Felipe Ángeles personalmente. La decisión fue arriesgada porque aún se mantenía la guerra contra los zapatistas.

“El día mismo del golpe, a hora tardía, Madero tomó una decisión no sólo peligrosa, sino que, en cierto modo, podía considerarse temeraria. En un automóvil con unos cuantos hombres, sin escolta militar, se trasladó a Cuernavaca donde estaba Felipe Ángeles con sus tropas. Era una empresa muy riesgosa dado que grandes tramos de la ruta entre ambas ciudades estaban bajo el control o bajo ataques frecuentes de tropas zapatistas hostiles a Madero. Poco después, regresó de Cuernavaca a la ciudad de México, junto con Ángeles y el grueso de sus tropas.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 19.







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El ministro de Guerra y los generales Delgado y Ángeles discuten un plan para el ataque a los felicistas, febrero de 1913. © (451526) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Aunque durante la crisis Francisco I. Madero intentó que Felipe Ángeles remplazara a Victoriano Huerta en el mando militar –nombrado por el presidente para sofocar la rebelión en su contra–, esto no se concretó debido a las resistencias en diferentes sectores.

“Una de las razones más importantes por las cuales Madero había venido a Cuernavaca era que quería reemplazar a Huerta por Ángeles como comandante en jefe de la guarnición federal en la ciudad de México. Lo expresó con claridad uno de los pocos miembros revolucionarios del gabinete de Madero, Manuel Bonilla: ‘Al regresar el señor Madero, lo primero que propuso fue que el señor general Ángeles se encargara de reorganizar la línea de batalla, para preparar el asalto decisivo a la Ciudadela, y que se destituyera a Huerta, colocándose a Ángeles como jefe’. Todo el gabinete, sin embargo, se opuso a esta medida.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 23-24 [el texto entre comillas simples fue tomado por Katz de Manuel Bonilla, El régimen maderista, México, Arana, 1962, p. 176].







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José Delgado, Victoriano Huerta, Ángel García Peña y Felipe Ángeles discuten ataque a la Ciudadela, febrero de 1913. © (287406) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Con la traición en puerta, Madero trató de apoyarse en Felipe Ángeles, comisionándolo en la jefatura del Estado Mayor: la orden no fue acatada por el secretario de Guerra.

“Se convino en que para no herir susceptibilidades de viejos jefes del ejército, no se cambiara al ministro de la Guerra, pero para controlar esa importante Secretaría se comisionara al general Felipe Ángeles, en la jefatura de Estado Mayor, y poder así vigilar el desarrollo completo de la actividad de los jefes que no inspiraban completa confianza. La disposición para que el general Ángeles se encargara de su comisión fue comunicada de palabra por el señor presidente al general García Peña, secretario de Guerra, y éste en lugar de cumplimentar lo acordado, llamó al general Ángeles, subió con él en un automóvil y lo condujo al punto militar que estaba establecido en la esquina de la calle de Colón, e imperativamente le ordenó permanecer allí y no separarse del lugar sin su previo consentimiento. Así fue desobedecida la orden del señor presidente Madero.”

Manuel Bonilla, El régimen maderista, México, Arana, colección Biblioteca de la Historia Mexicana, 1962, pp. 203-204.







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De izquierda a derecha: Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, Félix Díaz y Aureliano Blanquet, febrero de 1913. Osuna Foto. Archivo Gráfico de El Nacional. Fondo Personal, Sobre 1423. inerm.

Antes de capturar a Madero y a Pino Suárez, Victoriano Huerta le tendió una trampa a Felipe Ángeles y lo tomó prisionero. Su intención, al parecer, no era fusilarlo, pues el general hidalguense aún mantenía influencia en el ejército.

“Había una persona muy claramente convencida de la lealtad y la devoción de Ángeles hacia Madero: era Victoriano Huerta. Por esta razón, el día del golpe Huerta convocó a Ángeles al Palacio Nacional, supuestamente para recibir órdenes, y lo arrestó […] Huerta tenía entonces tres opciones con respecto a Ángeles. La primera era ejecutarlo, decisión que podía tener consecuencias peligrosas para Huerta, en un momento en que su control del ejército no estaba totalmente seguro. Esto lo vio con claridad Pino Suárez, quien le dijo al ministro cubano: ‘Al general Ángeles no se atreverán a tocarle. El ejército lo quiere porque vale mucho y además porque fue el maestro de sus oficiales. Huerta peca por astucia y no disgustará fusilándolo, al único apoyo de su gobierno’.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 28 y 31-32 [el texto entre comillas simples fue tomado por Katz de Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, México, inerm, 1985, p. 514].







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En la Intendencia de Palacio Nacional estuvieron presos Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y Felipe Ángeles del 19 al 22 de febrero de 1913. © (37474) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

El embajador de Cuba en México, Manuel Márquez Sterling, visitó a Felipe Ángeles en su cautiverio. “A don Pancho lo truenan”, le dijo el general al embajador.

“El ambiente era franco. Nada hacía presentir la catástrofe. Echado en un sofá, el general Ángeles sonreía con tristeza. Es hombre de porte distinguido, alto, delgado, sereno; ojos grandes, expresivos; fisonomía inteligente; y finas maneras. Cuando le dieron orden de volverse contra Madero se negó a obedecer. Acababa de cambiarse la ropa de campaña por el traje de paisano. Y era el único, de todos los presentes, que no fiaba en la esperanza ilusoria del viaje a Cuba. Una hora después me decía, con su lenguaje militar, ante la sospecha de un horrible desenlace:
–A don Pancho lo truenan...”

Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, México, inerm, 1985, p. 496.







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Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Retrato, 1911. © (663287) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Rosa King, la amiga británica de Felipe Ángeles y de su esposa, los encontró en su refugio después de que éste fuera liberado; allí él le narró sus últimos minutos con el presidente Madero. Cuenta que el presidente, cuando lo sacaban de la habitación donde estaba con él, éste le dijo: “Adiós mi general, nunca volveré a verlo”.

“Me contó que él mismo había estado recluido con el presidente y el vicepresidente en una pequeña habitación, sobre uno de los accesos de Palacio Nacional. Ahí, con inconcebible hipocresía, Huerta había visitado al presidente Madero, quien al fin lo llamó por su verdadero nombre: ‘traidor’. La noche fatal del día 22, los agentes del general Huerta llegaron a ‘trasladar a Madero y Pino Suárez a la penitenciaría, donde estarían más seguros’. Cuando salían de la habitación el presidente se volvió hacia Ángeles y le dijo: ‘Adiós mi general, nunca volveré a verlo’. Sabían que marchaban a encontrarse con la muerte. Ángeles escuchó cómo se perdía el sonido de sus pasos, y esperó. Intentó imaginar su trayecto paso a paso. De vez en cuando sacaba su reloj y lo miraba. Una idea, me dijo, lo atormentaba: ‘Ni siquiera sabré en qué momento sucederá. ¿O acaso ya sucedió?’”

Rosa King, Tempestad sobre México, México, Conaculta / Mirada Viajera, 1998, p. 95.







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General Felipe Ángeles, retrato de perfil, ca. 1913. © (287546) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

La suerte de Felipe Ángeles fue distinta a la del presidente y el vicepresidente: si bien se corrió el rumor de que sería sometido a Consejo de Guerra, en realidad fue liberado, aunque fue destituido de sus cargos y enviado al exilio.

“Se corrió al día siguiente por la ciudad la versión de que el general Ángeles sería sometido a Consejo de Guerra por insubordinación, pues se le acusaba de haber desobedecido la orden de alto al fuego al firmarse el armisticio y continuando sus descargas sobre la Ciudadela por tres horas más, aumentando los daños y las muertes de los civiles. No fue así finalmente. Lo dejaron libre.
”El 24 de febrero, ‘por acuerdo del presidente interino’, fue cesado como jefe de la 7ª Zona Militar y como director del Colegio Militar y nombrado agregado militar en Bélgica. Seis días después, quedó sin efecto el nombramiento y Ángeles pasó a disponibilidad, en la categoría de ‘Sueltos’.”.

Adolfo Gilly, “¿Y de mis caballos, qué? (Un incidente en la vida del general Felipe Ángeles)”, en A. Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 58.







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Felipe Ángeles, retrato, ca. 1914. © (287495) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

El exilio de Felipe Ángeles fue breve, pues a finales de 1913 ya estaba de regreso en México, listo para integrarse a las filas revolucionarias.

“El general Ángeles fue desterrado a Francia el 29 de agosto de 1913, bajo la vigilancia del Ministro (Francisco León) de la Barra, y luego que llegó a París, se puso en contacto con el señor licenciado Miguel Díaz Lombardo, que era representante de la Revolución en aquel país. Blanquet cablegrafió el 26 de septiembre de 1913 al Ministro de México en París: ‘Sírvase informar dónde se encuentra General Felipe Ángeles’. El general Ángeles (ya para embarcarse) dirigió desde El Havre, Francia, con fecha 6 de diciembre de 1913, una comunicación al señor licenciado Francisco León de la Barra, informándole haber regresado a Inglaterra y manifestándole que en El Havre se detendría para hacer estudios de fabricación del material de artillería. El Cónsul de México en Nogales, Arizona, telegrafió al Secretario de Guerra con fecha 17 de octubre de 1913: ‘Anoche llegó, sigilosamente a Nogales, Sonora, General Felipe Ángeles’.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869-1919), México, Edición del autor, 1964, pp. 67-68.