Sala 3 · Tema 4
En la inédita manera de explicar y representar al México independiente, los productores de la cultura gráfica nacional incorporaron, adaptaron y acentuaron en su quehacer asuntos propios de la modernidad y su discurso, como las ventajas que trajo consigo invertir en la importación de máquinas surgidas de la Revolución Industrial para abaratar los costos de los impresos y contratar cada vez menos personal especializado para incrementar las utilidades. Asimismo, el siglo xix fue testigo del surgimiento de la estructura empresarial e industrial de la imprenta, compuesta por equipos de trabajo que comenzaron a depender cada vez más de las relaciones políticas, financieras y laborales que se establecieron entre la clientela, con sus demandas específicas; el editor, que muchas veces también fungió como impresor; los redactores, que dejaron de traducir artículos extranjeros para moldear la figura del periodista; y el ilustrador, quien en ocasiones se encargó del dibujo y grabado de la misma imagen.
Los niños impresores del Tecpan de Santiago fueron responsables de la producción de algunos ejemplares de El Correo de los Niños en 1872. La revista buscaba instaurar en los pequeños lectores el amor por la disciplina, la honradez, el trabajo y la patria, las virtudes de la vida familiar y la empatía y caridad hacia los niños pobres.
Muchos periódicos tuvieron una corta existencia debido a la censura política, la carestía de insumos para la elaboración de los ejemplares y al estado de guerra constante en el que se vio inmerso el país durante toda la centuria.
La manera más común de difundir rápida y asequiblemente doctrinas religiosas, causas políticas o descubrimientos fue a través de los folletos y panfletos. Durante los conflictos armados, numerosas imprentas pudieron mantenerse gracias a su producción.
Infancia trabajadora e imprenta
Durante el siglo xix, el Colegio de San Antonio de la Ciudad de México, conocido como Tecpan de Santiago, proporcionó a los niños huérfanos y menores infractores albergue, enseñanza elemental y talleres para incentivar su reinserción en la sociedad. De entre los varios oficios que se impartían, los niños podían escoger el de la imprenta. Aunque en publicaciones de la época se referían a ellos como pícaros y holgazanes, los internos del Tecpan trabajaban incansablemente en la elaboración de los manuales y libros de la institución, algunos documentos oficiales del Ayuntamiento capitalino y pocos encargos particulares.
El aprendiz de imprenta. Litografía realizada por Héctor Morales.
División del trabajo en las imprentas
La moderna visión empresarial de editores e impresores permitió que en sus publicaciones colaboraran pensadores de diversos orígenes y filiaciones políticas y estéticas, facilitando el debate y la instauración de la historia, la ciencia y la literatura nacionales. De igual manera, la introducción de imágenes coadyuvó a que las técnicas de ilustración se desarrollaran y fueran divulgadas las obras de los artistas gráficos, no obstante que muchos de ellos tuvieran que trabajar en distintas publicaciones a la vez para sobrevivir. Sometidos a las exigencias del mercado, la competencia que surgió entre ellos repercutió en provecho de las audiencias, debido a la creación de obras progresivamente más prolijas. En la fotografía observamos, de izquierda a derecha, al editor Manuel C. de Villegas, al litógrafo y caricaturista Constantino Escalante y al periodista Lorenzo Elizaga.
Villegas, Escalante y Elizaga. 1866. Cruces y Campa. Fotografía. inah.
Editores de prensa modernos
Tras fundar el diario El Imparcial en 1896, Rafael Reyes Spíndola se convirtió en uno de los impulsores del periodismo moderno en México, centrado en la nota roja y en reportajes sintéticos sobre la actualidad nacional e internacional, dejando atrás los editoriales de opinión. Las subvenciones y apoyo que recibió por parte del régimen de Porfirio Díaz, su precio de un centavo por ejemplar y su diseño enfocado a la legibilidad y claridad del contenido, permitieron que el periódico desplazara a sus competidores. A su vez, Reyes importó de Estados Unidos la tecnología editorial más avanzada de su tiempo, como las máquinas de fotograbado para ilustrar los ejemplares y las prensas de linotipos, que le permitieron tirar hasta 125 mil ejemplares por día, a mediados de 1907.
Rafael Reyes Spíndola. Ca. 1910. Fotografía. Fototeca Nacional, inah.
Autorías e intereses enfrentados
Desde el comienzo, los títulos y contenidos de los periódicos hicieron eco de las diversas posturas ideológicas de sus editores y redactores. Así, mientras que en El Siglo Diez y Nueve escribieron plumas liberales de renombre como las de Guillermo Prieto, Francisco Zarco y Mariano Otero, en El Universal participaron intelectuales conservadores como Lucas Alamán, Anselmo de la Portilla e Ignacio Aguilar y Marocho. Luego, hacia la segunda mitad del siglo, las tensiones crecientes entre ambos grupos se radicalizaron, provocando su enfrentamiento tanto en los campos de batalla, como entre las páginas de los diarios. Ya en el Porfiriato, diversos sectores de la sociedad, como el de la clase obrera, se pusieron al frente de algunos periódicos para poner sobre la mesa sus posiciones, defender sus derechos y atraer el apoyo de la opinión pública a sus causas. En la imagen observamos la humorística manera en la que el México Gráfico representa las distintas manos y espacios por los que transitaron los diarios al término del siglo, así como el final satírico de todas esas disputas plasmadas en tinta y papel.
Historia de un periódico, en México Gráfico, 3 de febrero de 1889, núm. 31, pp. 4-5.
Arte gráfico e imprenta
Mientras que algunos productores de imágenes impresas contaron con grandes talleres, personal numeroso y maquinaria innovadora, otros tuvieron equipo, instalaciones y recursos más modestos. Tal fue el caso del pequeño taller que José Guadalupe Posada instaló en la calle de Santa Inés número 5 de la ciudad de México. En la fotografía lo vemos junto a un trabajador y su hijo, que ejerció como litógrafo. En contraste con algunos de sus colegas y debido a sus habilidades artísticas, Posada consiguió adaptarse a los requerimientos de la industria gráfica mediante la división de labores, el uso de diversas técnicas y materiales y la reutilización de imágenes en contextos distintos.
José Guadalupe Posada en la puerta de su taller. Ca. 1910. Fotografía. inah.