Sala 3 · Tema 2
Los implementos para la imprenta del periodo novohispano continuaron empleándose en el siglo xix, pero con adecuaciones y adaptaciones múltiples. El tipo móvil y las modalidades de grabado en madera y metal, que durante tres siglos se sirvieron del tórculo y de la prensa de tornillo ideada por Gutenberg, se convirtieron, partiendo del empleo de la litografía y los procedimientos de impresión fotomecánicos, en complementos para las imprentas. La industrialización de los materiales abrió posibilidades tecnológicas que se reflejaron en consorcios comerciales para la fabricación y manufactura del papel, las tintas y las prensas. Para la segunda mitad del siglo xix, los enseres para las imprentas, que ya mostraban un número exponencial de opciones para imprimir y que principalmente provenían de Europa y Estados Unidos, tuvieron una uniformidad tecnológica en todo el mundo y se mostraron eficaces para solventar cualquier tipo de impreso.
Un “jeme” es una medida antropométrica similar al palmo, que corresponde a la distancia entre la punta del pulgar y la punta del dedo índice en línea recta —aproximadamente de 20 centímetros—; es la medida del personaje de este cuento.
¿Cómo se elabora una litografía?
Procedimiento litográfico Árbol de las manitas
Para las estampas litográficas en blanco y negro, el dibujo con un lápiz graso sobre una piedra calcárea, su posterior entintado e impresión, es elemental.
Para las litografías con color se emplearon dos procedimientos, uno posterior a la impresión en blanco y negro, denominado como litografía coloreada, en donde las imágenes se pintaban manualmente con acuarela o cualquier solución cromática soluble en agua, y las cromolitografías, procedimiento que implicaba la elaboración de tantas piedras como colores se requerían en la impresión.
En lo elemental, la litografía consiste en la incompatibilidad del agua y la grasa, siendo sus principios técnicos de la siguiente manera:
- Sobre una piedra calcárea previamente graneada o pulida, el litógrafo dibuja con un lápiz graso el diseño, procurando no tocar con sus manos o con cualquier otro instrumento o sustancia para no agregar grasa a la piedra. Es importante resaltar que el diseño debe trazarse invertido en la piedra, pues cuando se imprime resulta al derecho, como sucede también en las técnicas de grabado en relieve y en hueco.
- Una vez terminado el diseño, se cubre con carbonato de calcio y resina pulverizada, retirando el exceso.
- Se cubre la piedra con una solución de goma arábiga, agua y ácido nítrico, provocando así una reacción química que enfatiza la susceptibilidad en la piedra de retener el agua en las áreas negativas del dibujo y de rechazarla en las áreas positivas. Este paso “fija” el dibujo en la piedra.
- Una vez seca, se retira el dibujo trazado con aguarrás o trementina y se cubre con asfalto o tinta litográfica diluida. Este paso refuerza las partes positivas del dibujo para recibir la tinta en el proceso de impresión.
- Los restos de asfalto se retiran con agua y una esponja, quedando así lista para su entintado e impresión.
- La piedra debe humectarse con una esponja mojada antes de entintar, de tal manera que las partes negativas puedan rechazar la tinta grasa y sólo se retenga en las partes positivas, mismas que fueron originalmente dibujadas con el lápiz graso.
- La prensa litográfica es el mismo sistema que el tórculo para la impresión de los grabados: una mesa que soporta el carro de la prensa o platina, una manivela a manera de volante, un rasero y una palanca para calibrar la presión, salvo que la fuerza no la ejerce un rodillo metálico, sino un rasero, consistente en una barra de madera cubierta de cuero que ejerce presión por arrastre, recogiendo así la tinta de la piedra y pasándola al papel de impresión.
* Algunas acotaciones importantes sobre el proceso en el siglo xix son:
- El transporte del diseño a la piedra podía hacerse calcando el dibujo o las letras con un papel previamente pigmentado en la parte posterior, empleando una estampa fresca hecha con otro proceso o utilizando un papel especial llamado de “transporte”.
- La tinta litográfica tiene un excedente de grasa, a diferencia de las tintas usadas para grabado, offset o rotograbado.
- El papel empleado podía ser de cualquier tipo, dependiendo del producto editorial en que la litografía se aplicaba: libros, periódicos, revistas, carteles, etiquetas u obras artísticas.
- La técnica permitía obtener un tiraje ilimitado, pero, al ser un procedimiento artesanal, fue rápidamente suplantado por los procesos industriales, más rápidos y económicos.
- Obviamente, si las estampas litográficas llevaban color, ya fuera de forma manual o mediante cromolitografías, el tiempo de producción era más prolongado y costoso, lo cual las convertía en ediciones exclusivas o de colección, como en los álbumes o carpetas.
Imprenta. Pinacoteca de Mérida “Juan Gamboa Guzmán”. inah.
Triciclo impresor, imprimiendo en el suelo. El Mundo, tomo I, núm. 2.
Las prensas de hierro
Las máquinas para imprimir adquirieron una identidad múltiple en su diseño y en sus materiales. Las partes de madera que predominaron durante el periodo colonial fueron sustituidas por metal, principalmente hierro. Según el producto editorial, el tamaño y el sistema implicado para su impresión, fue que las máquinas dispusieron de mecanismos particulares para imprimir en relieve, en hueco o en plano, con lo que la tecnología libraria se adaptó y propició a la vez modos, tiempos, tamaños y diseños para litografías, grabados en madera y en metal durante la primera mitad del siglo xix. Con la invención de los procesos fotomecánicos y las rotativas en esa misma época, la capacidad de las imprentas y el mercado de insumos para esa labor se incrementaron resultando en una enorme variedad de máquinas para imprimir, encuadernar, cortar y suajar, así como en impresos múltiples: periódicos, carteles, hojas sueltas, etiquetas y cajas.
La edición infantil
Las ediciones mexicanas para niños tienen sus antecedentes en el siglo xvi novohispano; sin embargo, no fue sino hasta el xix que el concepto de infancia tuvo una conciencia social distinta, que permitió generar no sólo una industria de ediciones infantiles, sino incluir las imágenes como pares comunicativos de los textos y, con ello, un campo de producción artística visual: la ilustración de libros. El grabador aguascalentense José Guadalupe Posada incursionó también como ilustrador de cuentos, en los que se abordaron temas de corte didáctico, fantástico o con mensaje moral. Estos cuentos, sobriamente ilustrados por Posada a dos o cuatro colores e impresos en planchas de zinc, fueron editados en el taller de Antonio Vanegas Arroyo. El niño de un jeme es uno de ellos.
El niño de un jeme. José Guadalupe Posada. Grabado. Museo Nacional de la Estampa.