Sala 3 · Tema 1
La cantidad de impresos que se editaron y circularon durante el siglo xix en México fue abundante. Entre ellos se podían encontrar novenas, devocionarios y estampas con fines rituales; anuncios publicitarios y manifiestos políticos; crónicas de viaje, poemarios y novelas; cancioneros populares, partituras y notaciones musicales y de bailes de moda; juegos de mesa y ediciones dedicadas especialmente al público infantil y femenino; mapas, tratados científicos, técnicos y arqueológicos; calendarios, hojas volantes, folletos, programas de diversiones públicas, revistas y periódicos. Entre las páginas de esa riqueza editorial corrieron ríos de tinta entre los que se debatió acaloradamente el nacionalismo y los distintos proyectos de país, se enaltecieron sentimientos y valores en favor de la religión o el liberalismo y la democracia, y se exaltaron el romanticismo y el costumbrismo, con sus arquetípicas e idealizadas maneras de representar el paisaje, las personas y el quehacer humano.
La primera publicación periódica novohispana fue la Gazeta de México, emitida en 1723 y fundada por Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. A ella siguieron otras más que establecieron formatos, extensiones y contenidos múltiples de corte informativo, que fueron enriquecidos por otros en forma de periódicos y revistas a lo largo del siglo xix.
Promulgada el 23 de abril de 1853 por el ministro de Justicia Teodosio Lares, bajo el régimen de Santa Anna, la Ley Lares buscó proteger los intereses de la Iglesia y el gobierno al exigir que los productos editoriales fueran registrados por sus autores ante el Estado, para ser sometidos a aprobación antes de ser publicados.
La representación de tipos populares y escenas costumbristas se manifestó en litógrafos, grabadores, pintores y fotógrafos, quienes consolidaron obras emblemáticas, como las litografías de Claudio Linati, Carl Nebel, Federico de Waldeck y Daniel Thomas Egerton; o los retratos al óleo de Hermenegildo Bustos y las fotografías de Carl Lumholtz.
Libros
Ya fueran científicos, religiosos o literarios, los libros fueron artefactos costosos debido a que durante las primeras décadas del siglo eran bienes importados; por su parte, los títulos editados en México fueron, por lo general, traducciones de obras extranjeras exitosas. Con todo, hubo algunos autores que produjeron sus propias obras y, a partir de 1850, las imprentas comenzaron a privilegiar las plumas de autores mexicanos y publicaron sus artículos, novelas, obras de teatro, ensayos y poesías, aunque se continuaron replicando y adaptando los formatos y temáticas editoriales europeos y estadunidenses.
Anónimo. Ca. 1816. Ilustración de una edición de El Periquillo Sarniento. Biblioteca Nacional de México.
Prensa periódica
La prensa mexicana del siglo xix fue un espacio de expresión múltiple, consecuencia de los hechos sociales y políticos y, al mismo tiempo, un espacio de intereses e inquietudes de corte religioso, educativo, satírico, militar, literario, económico y científico. Su formato ―mayor que el de un libro, heredero de materiales informativos como cancioneros, hojas sueltas, carteles, anuncios rotulados y programas― se adaptó mejor al tipo de contenido y a las máquinas rotativas empleadas para su impresión. El Siglo Diez y Nueve fue un periódico que promulgó el pensamiento liberal; circuló entre 1841 y 1896 en la Ciudad de México y su contenido fue de tipo misceláneo. Fundado por Juan Bautista Morales y Mariano Otero, y editado por Ignacio Cumplido, en su cabezal se aprecian los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Pico de Orizaba y la Malinche como símbolos de identidad nacional.
El Siglo Diez y Nueve. 6 de febrero de 1857. Quinta época. Año 17º, tomo 11º, núm. 3037.
Revistas
Las revistas comenzaron a tener éxito a partir de 1840. Como sus objetivos principales fueron la instrucción de sus lectores y la divulgación de conocimiento a la manera enciclopédica, en estos impresos se solía incorporarse artículos ilustrados de temas tan variados como la geografía, las ciencias naturales, los viajes, la ciencia y la literatura; también existieron algunas que incluyeron textos sobre religión. Su carácter misceláneo quedó igualmente plasmado en sus carátulas tipográficas y en las compuestas por motivos arquitectónicos, naturales y costumbristas, que daban cuenta de la riqueza del país y afirmaban su singularidad frente al resto de naciones del mundo. La Ilustración Mexicana, publicación semanal a cargo del editor Ignacio Cumplido, surgió alrededor de 1851, hasta su término en 1855. Algunas de sus imágenes cromolitográficas corresponden a Decaen Editores, pero otras son grabados en metal anónimos impresos en hueco y en relieve.
La Ilustración Mexicana. Ignacio Cumplido (ed.). Litografía de Decaen.
Caricaturas y prensa periódica
Hacia finales de la primera mitad del siglo xix, la caricatura fue ganando espacio en la prensa nacional y se convirtió en una herramienta que utilizaron las distintas facciones políticas para difundir sus proyectos, atacar simbólicamente a algún adversario o divulgar una imagen favorecedora de sí mismos por ejercicio comparativo. Su claridad expositiva permitía que la audiencia encontrara expresada visualmente su desavenencia con la situación del país y el actuar de ciertos personajes. Debido a su carácter crítico y satírico hacia el poder, la creación y desaparición de periódicos con caricaturas coincidió con la ideología de los gobiernos en turno, a pesar de la obtención de las libertades de prensa e imprenta en la Constitución de 1857.
La Orquesta, periódico omniscio, de buen humor y con caricaturas. 23 de agosto de 1871, tomo IV, núm. 67.
Álbumes ilustrados
Los álbumes ilustrados fueron el resultado de la modernización editorial y la innovación en la producción de imágenes. Por lo general, formaron parte de la modalidad del álbum pintoresco de viajes, pues incorporaron artículos descriptivos acompañados con láminas de gran formato en las que se observaba el entorno natural, la herencia arquitectónica y los habitantes típicos del país retratado. México y sus alrededores. Colección de vistas, trajes y monumentos, editado en 1855 y 1856, es un álbum cromolitográfico de 24 láminas, realizadas por Casimiro Castro, Julián Campillo, Luis Auda y G. Rodríguez, con una presentación de Florencio M. del Castillo y textos de Francisco González Bocanegra, Manuel Payno, Francisco Zarco y otros más. Mediante la traducción al inglés y al francés de los pies de las imágenes y de algunos textos del impreso, su editor, José Decaen, un litógrafo galo avecindado en México, buscó generar un sentimiento de pertenencia en los compradores nacionales, dar a conocer a México en el mundo occidental e incorporarse al mercado internacional de bienes culturales.
México y sus alrededores. Colección de vistas, trajes y monumentos. 1855-1856. Casimiro Castro. Litografía.
Calendarios
El calendario fue uno de los géneros editoriales más populares, gracias a su formato de bolsillo y bajo costo. Además de consignar el paso de los días, el santoral, las fiestas movibles religiosas y civiles y las fases de la Luna, incluyeron textos e imágenes aleccionadores y de utilidad para el día a día, así como anécdotas, partituras, poesías o relatos históricos. A partir de la segunda mitad del siglo xix, debido a la competencia entre editores, se comenzaron a incorporar litografías de mayor calidad en las portadas e interiores, a ornamentar las páginas con viñetas y a depurar el contenido de los textos.
Calendario histórico de Maximiliano para 1868. Imprenta de la “Galería Literaria”. Miguel González. Segunda edición. Dirección General de Bibliotecas.
Publicidad y medios impresos
Paulatinamente, el crecimiento económico, la industrialización y la consolidación de la clase burguesa propiciaron que los establecimientos comerciales y de profesionistas encargaran e hicieran publicar en periódicos, revistas y guías de ciudades anuncios, viñetas, membretes, sellos y etiquetas para promocionar y destacar sus productos y servicios. Para que fueran fácilmente reconocibles, en la publicidad se mostraban los ornamentos, letreros y vitrinas de las fachadas donde se hallaban los comercios, así como representaciones de los compradores potenciales.
El Puente Licores Finos. José Guadalupe Posada. Museo Nacional de Arte.
Obras históricas y costumbristas: miradas al México independiente a través de los impresos
Durante todo el siglo xix fue común que libros, álbumes, compendios y revistas se publicaran por entregas y se comercializaran mediante suscripciones para despertar el interés del público por continuar el relato en los próximos números, sin arriesgar el capital de los editores. En ocasiones, se promovió la suscripción por adelantado, ofreciendo litografías e impresos como regalos que se proveerían al concluir las entregas; llegado el momento, los lectores podían acudir a las casas editoriales para adquirir los números que les hicieran falta y empastar los volúmenes completos, que luego serían llevados a enriquecer las estanterías de las casas, bibliotecas, talleres y oficinas.
Estampas mexicanas
El Museo Mexicano fue una publicación literaria semanal realizada por el afamado editor tapatío Ignacio Cumplido (1811-1887), dirigida a un público abierto y de un amplio espectro social. En ella participaron plumas distinguidas como las de Guillermo Prieto, Pedro Romero de Terreros, Manuel Orozco y Berra, Melchor Ocampo y muchos más. Coincidente con la época, las revistas aprovecharon la explosión tecnológica que devino del empleo de nuevas máquinas de impresión y pudieron, bajo ciertas restricciones, determinar la impresión a gran escala para su plena venta y distribución. El Museo Mexicano se imprimía bajo el proceso tipográfico, con plecas y orlas a manera de pórticos en las portadas.
El Museo Mexicano. Miscelánea Pintoresca de Amenidades Curiosas e Instructivas. 1844. Ignacio Cumplido. Tomo IV, núm. 8.
Tipos populares y costumbres mexicanas
Los mexicanos pintados por sí mismos (1854-1855) aborda el tema costumbrista a través de la representación de personajes populares, oficios y profesiones específicas. La edición estuvo a cargo de la imprenta de Manuel Murguía (1807-1860). Los textos, no firmados y atribuidos por Juan B. Iguíniz a José María Rivera, Hilarión Frías y Soto, Juan de Dios Arias, Ignacio Ramírez y Niceto de Zamacois, reúnen relatos de varios autores, bellamente ilustrados con letras capitales, florituras, bigotes, plecas y litografías de Hesiquio Iriarte y Andrés Campillo. Las imágenes comprenden la portada y más de 35 ilustraciones de apertura de capítulo, como, por ejemplo: “El aguador”, “La chiera”, “El pulquero”, “El barbero”, “El cochero” y “El cómico de la legua”.
Los mexicanos pintados por sí mismos, tipos y costumbres nacionales, por varios autores. 1854-1855. México. Imprenta de M. Murguía y Com. Portal del Águila de Oro.
Filatelia en el siglo xix
Los procesos de impresión de timbres postales y billetes se nutrieron de las mismas técnicas empleadas para libros, revistas, carteles y etiquetas. El formato pequeño de este tipo de estampas ajustó su diseño y su uso, con lo que surgió una modalidad estética exclusiva, distinta del libro y de las publicaciones periódicas, pero coincidente en las técnicas de reproducción. La primera estampilla postal mexicana nació en 1856 durante la gestión del presidente Ignacio Comonfort. El timbre que vemos aquí, impreso en huecograbado, de 1864, tiene el retrato de don Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811), conocido también como el “Padre de la Patria”, pues fungió como el iniciador del movimiento de Independencia de México en su primera etapa.
Los procesos de impresión de timbres postales y billetes se nutrieron de las mismas técnicas empleadas para la impresión de libros, revistas, carteles y etiquetas. El formato pequeño de este tipo de estampas ajustó su diseño y su uso, con lo que surgió una modalidad estética exclusiva, distinta del libro y de las publicaciones periódicas, pero coincidente en las técnicas de reproducción. La primera estampilla postal mexicana nació en 1856 durante la gestión del presidente Ignacio Comonfort. El timbre que vemos aquí, impreso en huecograbado, de 1864, tiene el retrato de don Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811), conocido también como el “Padre de la Patria”, pues fungió como el iniciador del movimiento de Independencia de México en su primera etapa.
Timbre postal con la figura de Miguel Hidalgo y Costilla. 1864. Servicio Postal Mexicano.