Los murales de Diego Rivera en el recinto histórico de la Secretaría de Educación Pública
Secretaría de Educación Pública
El 3 de octubre de 1921 fue decretada la fundación de la Secretaría de Educación Pública. José Vasconcelos, designado como primer Secretario de Educación, estableció en el edificio del Ex Convento de Santa María de la Encarnación la sede de la institución y lo concibió como una plataforma para que todas y todos los mexicanos accedieran al arte. Gracias al proyecto artístico de pintores como Diego Rivera, Roberto Montenegro, Jean Charlot y Amado de la Cueva, así como de los escultores Ignacio Asúnsolo y Manuel Centurión.
Cada rincón del edificio de la sep exalta y rinde homenaje a la vida y las costumbres del pueblo mexicano, así como a los próceres y a los ideales revolucionarios. Esta colección reúne cinco murales de Diego Rivera relacionados con la labor educativa en los que rinde tributo a la enseñanza de maestras y maestros en distintos entornos, pero también muestra la participación de niñas, niños, mujeres y hombres como beneficiarios de una de las demandas de la Revolución mexicana: garantizar la educación para todos y, especialmente, para quienes no habían disfrutado de ella.
Existen dos representaciones de La maestra rural. La primera de estas fue pintada en la planta baja del Patio del Trabajo en 1923. En este emotivo panel, Rivera retrata en primer plano a la profesora en el campo, rodeada por animados estudiantes de todas las edades, quienes atienden a su enseñanza. La segunda representación de La maestra rural se encuentra en la culminación del recorrido ascendente por el conjunto mural de la escalera, pintado en 1924. En este tablero, Rivera muestra la construcción de un nuevo mundo en el que obreros, ingenieros y médicos rodean a la maestra. En palabras del crítico de arte Antonio Rodríguez, ella “ahora lleva el conocimiento a los centros de trabajo”.
Las obras Alfabetización, Los frutos y Fin de corrido (1928) forman parte del conjunto mural del segundo piso del Patio de las Fiestas conocido como El corrido de la revolución proletaria. El mural Alfabetización nos muestra la esperanzadora y nueva realidad en la que la educación sustituye a las armas. Los frutos representa el conocimiento que llega directamente a las manos de todos por igual. La narración de un mundo donde la educación y el progreso forman parte de la cotidianidad se completa con el mural Fin de corrido, en la que el citado Rodríguez señala el ideal de vida optimista, sereno y armonioso que vendrá tras la revolución proletaria.