A manera de homenaje póstumo, sus amigos del Bloque de Obreros Intelectuales de México reúnen poemas inéditos y dispersos que se publican con la intención de dar a conocer el estilo nacionalista. El poemario lo integran piezas posteriores a Zozobra escritas entre 1919 y 1921, junto con los textos “Mis encuentros con el buen Ramón”, de Juan de Dios Bojórquez (integrante del Bloque), y “Ramón López Velarde” de Genaro Fernández MacGregor, artículo publicado en México Moderno 11 años atrás, y por si fuera poco, a manera de epílogo, “El verso inolvidable” de Rafael Cuevas. Se imprimió en los Talleres Gráficos de Alfredo del Bosque, y en esa ocasión fue Fermín Revueltas el artista encargado de las ilustraciones.
Es una obra literaria producto de un proceso de edición muy complejo, pues pasó de ser un libro planeado a uno póstumo que finalmente fue concebido por Enrique Fernández Ledesma y el círculo de poetas cercanos a López Velarde, quien lo había pensado como un “poema en prosa”, concepto un tanto paradójico que despertó en la crítica ciertos reparos. Editado por la Imprenta de Murguía, finalmente concentró en sus páginas los textos del autor que previamente se habían publicado en periódicos y revistas; a través de ellos los expertos pudieron conocer más de los aspectos espiritual e íntimo de López Velarde. Xavier Villaurrutia lo definió de mejor manera considerándolo un “devocionario profano”.
El libro fue recopilado y prologado por Elena Molina Ortega y en él se reúnen una serie de textos publicados tanto en vida como de manera póstuma desde 1909 hasta 1948. Se trata de prosas líricas y crónicas dispersas editadas por la Imprenta Universitaria y consta de 59 escritos conocidos y 31 nuevos. Se considera a este libro como la ampliación más importante de su obra publicada. Junto con otros títulos de la especialista se completa prácticamente toda la obra velardiana.
Tras la temprana muerte de Ramón López Velarde a los 33 años, su relevancia en el universo literario de nuestro país se ha ido acrecentando a través de la incansable labor de amigos, colegas y especialistas que se han dado a la tarea de sacar a la luz una gran cantidad de textos que aparecieron en publicaciones periódicas y otros que se encontraban dispersos, así como de documentos inéditos, epistolario e iconografía del gran escritor zacatecano. Poesía, prosa, crónicas literarias y periodísticas se fueron sumando con el paso del tiempo; a esto hay que agregar los ensayos críticos de su obra que ha sido abordada desde las más diversas aristas. Con todo ello queda en evidencia el valor de un autor singular que se coloca a cien años de su muerte entre los más destacados artistas de la historia de México.