La sangre devota se publicó en el mes de febrero de 1916 en los talleres de la Revista de Revistas y fue dedicada por su autor a los espíritus de los poetas mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Manuel José Othón. El libro fue bien evaluado por la crítica; se develaron en él ya los temas que marcarían su obra, por ejemplo, el impacto de su formación en el seno de instituciones católicas y provinciales, lo cual redunda en una visión tocada por la nostalgia por el terruño en sus versos, además de la contundente presencia del amor imposible con Fuensanta.
En camino Al fin te ve mi fortuna ir, a mi abrigo amoroso, al buen terruño oloroso en que se meció tu cuna. Los fulgores de la luna, desteñidos oropeles, se cuajan en tus broqueles y van por la senda larga, orgullosos de su carga, los incansables corceles. [Incluido en La sangre devota, p. 23 del pdf.]