Archivo General del Instituto Cultural de Aguascalientes
Los minerales novohispanos del norte
En la colindancia con Jalisco, Zacatecas y Guanajuato, Aguascalientes ocupa un sitio estratégico hacia el camino del norte y sus recursos. Ha sido así desde la época novohispana. Ese trayecto seguía el Camino Real, vía vigilada para llevar argento y moneda del Real de Minas de Nuestra Señora de Zacatecas a la Ciudad de México. El sistema colonial dependía además de tal arteria para seguir al norte y extenderse pasando la Ciudad de Victoria de Durango, rumbo a Parral, Chihuahua, para eventualmente hallarse en El Paso, Texas, Albuquerque y Santa Fe.
La economía novohispana, particularmente la que se genera en torno a la minería, trajo consigo a muchos otros trabajadores: no sólo los esclavos que laboraban directamente en los yacimientos y dejaban la vida entre vetas y filones, sino también comerciantes, agricultores y artesanos. Desde finales del siglo xvi, cuando comenzaron a beneficiarse las primeras minas de plata descubiertas en Taxco, hallazgos posteriores en diversas regiones incrementaron la producción argentífera, hasta que el norte de Zacatecas reveló sus inmensas reservas de plata. Es en las provincias norteñas, entre montañas y extensiones insospechadas, que se descubrirán las tres regiones minerales más importantes: Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, y a la mitad de esta zona, y como sitio de paso obligado: Aguascalientes.
En aquellos lugares se trabajaba un sistema de la “amalgamación” en frío, llamado también "procedimiento de patio", que introdujo Bartolomé de Medina en 1557 y que en el beneficio de la plata daba mayor rendimiento que el sistema de fundición. No es exagerado decir que por aquel camino se llevó progreso al norte. Para finales del siglo xviii había 37 distritos mineros con otras tantas diputaciones. En 1783 fueron expedidas unas ordenanzas generales de minería, que tenían como eje normativo y orgánico tres instituciones: un tribunal, un banco de avío y un colegio, mediante los cuales se pretendía resolver los problemas más graves de la minería mexicana: la organización, la justicia, el crédito y la técnica. El tribunal y el Colegio de Minería fueron dos instituciones modelo en su género.