Pureza e inocencia: el hilo conductor de la infancia en la pantalla grande
Pureza e inocencia: el hilo conductor de la infancia en la pantalla grande

Si intentamos recordar a algunos actores del cine de oro mexicano seguramente pensaremos en Pedro Infante, Marga López y María Félix, entre muchísimas otras estrellas. Y, tal vez, si hacemos memoria podremos mencionar los nombres, o más fácilmente los sobrenombres, de algunas pequeñas y pequeños actores que debutaron en las películas de esa misma época: Ismael Pérez (Poncianito), Evita Muñoz (Chachita), María Eugenia Llamas (Tucita), así como los hermanos Pepito y Titina Romay fueron, sin dudarlo, los rostros infantiles más famosos de entonces.

Nosotros los pobres

Nosotros los pobres

Estos jóvenes actores, en ocasiones relacionados o emparentados con trabajadores de la industria fílmica 4, aparecieron en melodramas y en algunas comedias representando personajes infantiles que compartían un par de cualidades en común: pureza e inocencia. Estos valores de carácter positivo habían sido atribuidos históricamente a los pequeños gracias a la tradición católica. Desde la época virreinal en México se creía que al nacer y durante la niñez, las y los infantes eran seres puros y buenos que, en caso de morir, iban directamente al Cielo 5. La idea de pureza e inocencia natural de los menores seguía vigente en la primera mitad del siglo xx (y tal vez hasta ahora) en los medios masivos de comunicación como el cine 6. Por esa razón, los niños de los filmes mexicanos de esa época eran representados como “angelitos”, puros, buenos, sinceros e inocentes.

Derivada de esta caracterización mítica de la pureza e inocencia de la niñez, en las películas de los años treinta a los cincuenta podemos encontrar situaciones y formas de actuar constantes y propias de los personajes infantiles: desde niños víctimas de las circunstancias que tienen un papel de chivo expiatorio, pequeños y pequeñas autónomos, que resuelven sin dificultad enredos de adultos, hasta menores divertidos, irreverentes y encantadores.

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