Las causas o procesos de fe

La Inquisición se instauró en Castilla en 1478 con la intención principal de combatir el judaísmo. Aunque es muy difícil documentar la actividad de las primeras décadas, los historiadores coinciden en que fue su etapa más activa, pues procesó a cientos de hombres y mujeres, “cristianos nuevos” o recién convertidos, acusados de “judaizar” o volver a sus ritos judíos, lo que se entendía como un agravio al catolicismo.

En América, aunque hay casos muy tempranos, no hubo una persecución seria del judaísmo antes de la unión de las Coronas de España y Portugal en 1580. A partir de ese momento, la llegada de familias de emigrantes portugueses levantó suspicacias y recelos, debido a que en Portugal los conversos habían sido convertidos en fechas más recientes y muchas familias lo habían hecho de manera forzada.

La fuerte persecución de esos años terminó a comienzos del siglo xvii con un “perdón general” otorgado por el papa, que limitó la actividad de todos los tribunales inquisitoriales.

La familia Carvajal

En los autos de fe de 1590 y 1596 fue sentenciada la mayor parte de la familia de Francisca Carvajal, hermana del gobernador de Nuevo León, Luis de Carvajal. Todos eran portugueses y descendientes de “cristianos nuevos” o recién convertidos al catolicismo. Casi todos fueron “relajados al brazo seglar”, es decir, entregados a la autoridad real para ser quemados en la hoguera.

Con esas demostraciones de severidad, los inquisidores de México quisieron demostrar que estaban decididos a erradicar el “judaísmo” de Nueva España.

Algunos reos seguían con convicción en secreto el judaísmo de sus abuelos, pero en muchos casos las “prácticas judaicas” solían ser costumbres domésticas y el resultado de una mezcla de tradiciones y creencias.

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Proceso contra Luis de Carvajal, el Viejo (1589). agn, Inquisición, vol. 1487, exp. 3, ff. 233-372. IGC: 2217.

Luis de Carvajal y la Cueva, llamado “El Viejo” para distinguirlo de su sobrino, era descendiente de una familia de “cristianos nuevos” o judíos conversos de Portugal. En la década de 1560 el portugués consiguió trasladarse a Nueva España con intereses comerciales. Se estableció como ganadero cerca del puerto de Tampico y participó en una de las campañas para perseguir a los corsarios abandonados por la escuadra de John Hawkins.

De vuelta en España, Carvajal aprovechó la unión de las Coronas (1580) para la colonización en el norte de Nueva España. En atención a sus méritos, Felipe II lo nombró gobernador del Nuevo Reino de León y le permitió el envío de cien colonos, españoles y portugueses. Entre éstos estaría la familia de su hermana Francisca Núñez de Carvajal. Ella y todos sus hijos fueron denunciados por judaizar y serían severamente sentenciados por la Inquisición, muchos de ellos a la muerte en la hoguera. El gobernador Carvajal, aunque acusado de protegerlos, fue sentenciado levemente, pero otras acusaciones lo mantuvieron un año más en la cárcel de Corte, donde murió.

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1er. proceso contra Luis de Carvajal, el Mozo (1589). agn, Inquisición, vol. 1487, exp. 2, ff. 12-232. IGC: 2215 / MS: 55.

Hijo de Francisco Rodríguez de Matos y de Francisca de Carvajal (esta última, hermana del gobernador del Nuevo Reino de León), Luis de Carvajal y la Cueva, llamado “El Mozo” para distinguirlo de su tío, fue el principal acusado de judaísmo durante esta época. Autodidacta, era un ávido lector, había aprendido latín y a través de él conoció el Antiguo Testamento.

En su primer proceso se declaró inicialmente cristiano y negó haber “judaizado”; pero ante la multitud de cargos levantados por sus familiares y amigos, confesó haber profesado y practicado la ley de Moisés, incluso en las cárceles secretas. A pesar de ello se dijo arrepentido y pidió la absolución. Sentenciado por primera vez, fue reconciliado en el auto de fe de 1790, en el que se presentó con el sambenito e insignias de “hereje formal”. Se le condenó a pérdida de bienes y a prisión perpetua. Si bien esto último solía significar solamente prisión durante unos años en un convento, la infamia y el señalamiento de la sociedad eran permanentes. Precisamente, la desconfianza que acompañaba a los penitenciados llevó a descubrir su reincidencia y lo hizo caer nuevamente en las cárceles inquisitoriales.

Los extraordinarios manuscritos de “José Lumbroso”. Robados en 1932 y ocultos por más de 80 años, México logró recuperar en 2017 los tres manuscritos que la Inquisición decomisó a Luis de Carvajal el Mozo. Hoy los resguarda la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Arrestado por segunda vez, se le decomisaron una autobiografía y dos libros de oración que, en conjunto, expresaban su profesión judaica, probablemente acentuada durante su encierro.

Durante su segundo proceso, Luis de Carvajal no buscó negar culpas ni arrepentirse. Por el contrario, asumió plenamente el nombre de “Joseph Lumbroso” y la nueva identidad que había asumido. Consciente de que su actitud lo llevaría a la hoguera, proclamó abiertamente el judaísmo y quiso morir como mártir de sus creencias.

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2° proceso contra Luis de Carvajal “El Mozo” (1595). AGN, Inquisición, vol. 1489, exp. 1, ff. 1-436. IGC: 2215b / MS: 105.

La Inquisición lo relajó al brazo secular, junto con otros miembros de su familia y otros judaizantes, en el gran auto de 1596, probablemente el más grande y severo de cuantos hubo en la historia del tribunal de México.

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Causa de fe contra Domingo y Jorge Rodrígues (1592). agn, Inquisición, 150, exp. 5, ff. 399-432. IGC: 627 y 1549 / MS: 64 y 63.

No todos los procesos seguidos cumplieron con todas las formalidades. Es el caso de este expediente cuya carátula podría dar la impresión de ser una mera denuncia “Contra Domingo Rodrigues y Jorge Rodrigues su hermano, sobre su modo de vivir y palabras que hablaron”. Se trata, sin embargo, de una causa completa y una de las primeras que se formaron en las islas Filipinas por el comisario de Manila, fray Domingo Muñoz. Ante él declararon, con ayuda de un intérprete agustino, varios criados de estos hermanos portugueses, “mozos solteros” dedicados al comercio. Los acusaron de comer únicamente gallinas, degolladas por ellos mismos (al estilo de los judíos), de no comer cerdo y usar aceite de ajonjolí en vez de manteca. Estos y otros indicios menores de “judaísmo” llevaron a su arresto y envío al Tribunal de la Inquisición de México.

Jorge Rodríguez fue condenado a ser “reconciliado” en auto público de fe, además de cien azotes, confiscación de bienes y reclusión perpetua. Domingo fue primero sometido a tormento y después, sentenciado a las mismas penas.

Los moriscos: otra minoría bajo la mira inquisitorial

Tras la rendición del reino de Granada, la población musulmana en España fue orillada a convertirse gradualmente al catolicismo. Durante muchos años la Inquisición no investigó a los conversos del Islam (o moriscos, como se les llamaba genéricamente) aunque hubiera sospechas de que mantuviesen creencias o prácticas de su anterior religión. Sin embargo, una serie de prohibiciones a las costumbres de vestimenta y comida, así como al uso de lengua árabe, provocó una fuerte rebelión, conocida como la Guerra de Granada (1568-1570). Después de la derrota de los moriscos y la obligación de convertirse, la Inquisición comenzó a actuar con mayor intensidad en busca de falsos conversos.

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Proceso contra María Ruiz (1594). agn, Inquisición, 151, exp. 5, 34 fojas. IGC: 2382

Este es un caso raro de “mahometanismo” (prácticas y creencias relacionadas con el Islam) juzgado por la Inquisición de México. María Ruiz había nacido en el pueblo de Albolot [Albolote], en el seno de una familia que defendía su tradición musulmana Sus padres y hermanos le enseñaron a hacer oraciones cotidianas y a preparar los alimentos al modo islámico; también a disimular sus creencias asistiendo a misa sin confesarse ni comulgar. Tras casarse con un cristiano viejo, María se trasladó a Nueva España donde intentó dejar atrás su pasado musulmán. Los inquisidores no hubieran sabido nada, si ella no lo hubiese contado a su confesor, que le ordenó denunciarse. En vista de su confesión, los inquisidores no ordenaron su arresto, pero la interrogaron con escrupulosidad y le formaron una causa en libertad. María fue reconciliada como hereje en una audiencia secreta en el propio tribunal. Además se le multó con 200 pesos y se le asignó un sacerdote para que la instruyera en el catolicismo. Lo más grave es que se le hizo ratificar todas sus declaraciones para enviarlas a la Inquisición de Toledo, a fin de que ésta pudiese abrir expedientes contra sus padres y hermanos, que vivían en Ciudad Real.