El Progreso de Zacatlán fue el primer periódico en el que colaboró Daniel Cabrera; ahí publicó pequeños artículos y algunos dibujos de su autoría. En 1884 trabajó al lado del caricaturista José María Villasana, en el periódico capitalino La Época Ilustrada. Semanario de literatura, humorístico y con caricaturas, suplemento político del diario La Época, que circulaba cada lunes.
El Progreso de Zacatlán fue el primer periódico en el que colaboró Daniel Cabrera; ahí publicó pequeños artículos y algunos dibujos de su autoría. En 1884 trabajó al lado del caricaturista José María Villasana, en el periódico capitalino La Época Ilustrada. Semanario de literatura, humorístico y con caricaturas, suplemento político del diario La Época, que circulaba cada lunes.
El primer trabajo en este periódico, realizado y firmado por Cabrera, se tituló La Bastilla y apareció el 14 de julio de 1884, con motivo de un aniversario más de la Toma de la Bastilla. Se trata de una reproducción de la obra de otro autor, práctica común en la época, cuando el derecho de autor o plagio no eran temas que generaban preocupación. Este trabajo hace pensar que en sus inicios realizó reproducciones litográficas de dibujos extranjeros que llegaban a los semanarios para su difusión nacional. En el semanario aparecen de forma esporádica más litografías, en su mayoría firmadas por Cabrera y realizadas en la Litografía Catalana, establecimiento donde se imprimió El Hijo del Ahuizote. (Imagen 3)
Sus trabajos subsecuentes se caracterizaron por reproducir la vida cotidiana de la capital, y paulatinamente incursionó en la crítica política. Cabrera trabajó en La Época Ilustrada sólo un año, bajo las enseñanzas de Villasana. En esta etapa continuó careciendo de un estilo personal de dibujar, sus trazos no tenían movimiento, profundidad y perspectiva, lucían rígidos y planos, sin embargo, poco a poco ganaron armonía, movimiento y perspectiva. (Imágenes 4 a 6)
A lo largo de su trayectoria, Daniel Cabrera firmó bajo diferentes seudónimos. Para las notas y editoriales empleó D.C., El Hijo del Ahuizote, Ahuizote y Ahuizotl; mientras que en sus caricaturas y dibujos utilizó Del Cabrera lit., F, Frimús, D.C., D. Cabrera y Fígaro. Este último lo empleó durante 18 años en El Hijo del Ahuizote. El Hijo del Ahuizote El año de 1885 fue crucial para el caricaturista. Primero se despidió del semanario para emprender su proyecto personal, que vería la luz en agosto, con las gestiones administrativas del periodista, y futuro colaborador del semanario, Manuel Pérez Bibbins, por encomienda del general Vicente Riva Palacio; el segundo evento fue la ruptura definitiva con José María Villasana, por diferencias políticas irreconciliables. Cabrera, al igual que otros periodistas, apoyó en sus inicios el Plan de Tuxtepec, entre ellos el propio Riva Palacio, quien para 1865 ya estaba desencantado del “El Héroe del 2 de abril”. Cabrera Rivera se sintió defraudado y volcó su desilusión contra Díaz. Por otro lado, las reformas a los artículos 6º y 7º constitucionales, referentes a la libertad de imprenta, la famosa “Ley Mordaza”, terminó por convencerlo de que la única solución para detener la dictadura que se avecinaba era a través del periodismo de combate. Por su parte, Villasana optó por alinearse al poder y se convirtió en un periodista defensor del régimen, luego de obtener un cargo público en el gobierno. El 23 de agosto de 1885 Daniel Cabrera vio cristalizado su sueño de publicar un semanario en el que intentaría exponer los excesos del poder. Ese domingo de agosto se vendió por primera vez El Hijo del Ahuizote en las alacenas de periódicos de la capital del país (Imagen 7). Durante 18 años no cesó en su tarea de instigar al gobierno porfirista, convirtiéndose en una de las principales y más importantes publicaciones opositoras al general Díaz. Sus caricaturas tuvieron gran alcance pues su distribución llegó a los estados de la república mexicana e incluso al extranjero. A partir de 1902, los hermanos Flores Magón se hicieron responsables de él, usándolo como herramienta de difusión de sus teorías anarquistas y revolucionarias a la par del icónico periódico Regeneración.
Esta empresa periodística resultó fructífera en términos pecuniarios, pues sus números se vendían rápidamente llegando a ser necesario un nuevo tiraje para cubrir la demanda. Esta aceptación y popularidad, aunada a la crítica feroz hacia el gobierno, le valió el retiro arbitrario de los ejemplares en los lugares de distribución y aprehensiones a su director y colaboradores, así como la confiscación de la imprenta donde se manufacturaba. El Hijo del Ahuizote dejó de publicarse el 3 de mayo de 1903 a raíz del decreto presidencial en el que se instruía que cualquier periódico en el que los Flores Magón participaran debía ser clausurado. El Nieto del Ahuizote El Hijo del Ahuizote no fue el único periódico fundado y dirigido por Cabrera Rivera. En 1886 apareció en la Ciudad de México El Nieto del Ahuizote. Periódico ahuizotuno que pegado a la razón, hará firme y oportuno, furibunda oposición. Se trató de un suplemento sin caricaturas que mantuvo la línea editorial y el estilo joco-serio de su padre. El diario circuló de lunes a sábado del 7 de noviembre de 1886 al 23 de enero de 1887, fecha en que por ser incosteable y por desavenencias administrativas internas, suspendió su publicación, a pesar de haber contado con la buena aceptación de los capitalinos y ser considerado el diario más económico del país, pues costaba sólo un centavo. (Imagen 8)
El Ahuizote Jacobino El Ahuizote Jacobino. Precursor de la chinaca moderna. No es reeleccionista ni prorroguista, también formó parte de esta familia y fue el último periódico en el que intervino Daniel Cabrera. Se publicó por primera vez el 1 de enero de 1904, y continuó fiel la línea editorial combativa y el formato de su antecesor. Sólo se percibe una notable diferencia en las caricaturas que ya no aparecen firmadas y la carencia de color en ellas, incluso en la portada, pero lo que más llama la atención fue la ausencia del personaje que caracterizó a El Hijo del Ahuizote. Sólo en contadas ocasiones se asomó tímido como personaje secundario, vestido con su característico estilo: camisa y pantalón de manta, levita y chistera y su inseparable instrumento de combate, la pluma litográfica. (Imagen 9)
El semanario sólo circuló 11 meses, y de forma súbita y sin explicación dejó de aparecer. Todo indica que la precaria salud de Cabrera Rivera y las dificultades económicas por las que atravesaba complicaron su permanencia. Con su desaparición se concluyó una etapa caracterizada por la crítica mordaz y la sátira política en México. Su fin marca también la transición de la litografía a la fotografía en las páginas de los periódicos nacionales. Los liberales ilustres mexicanos Estas publicaciones no fueron las únicas fundadas, dirigidas y/o coordinadas por Daniel Cabrera. Dentro de sus aportaciones al campo literario se encuentran Corona fúnebre del General Juan N. Méndez, Los pensadores de España, y el álbum Los liberales ilustres mexicanos de la Reforma y la Intervención, publicado por entregas a partir de 1891. Este último es el más conocido por la calidad artística de los dibujos que acompañan las casi 70 biografías que componen la obra. La tarea monumental de elaborar esta obra corrió a cargo de las plumas de destacados escritores como Enrique M. de los Ríos, Francisco Gómez Flores, Luis González Obregón, Ángel Pola, Ezequiel A. Chávez, Aurelio Garay. Santiago Hernández y Jesús Martínez Carrión realizaron los dibujos artísticos que acompañaron las biografías de Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, Ponciano Arriaga, Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Doblado, Ignacio Zaragoza, entre otros distinguidos liberales. A pesar de los problemas económicos para la realización de la obra, el resultado es un excelente trabajo artístico que valió el reconocimiento tanto de suscriptores como de colegas periodistas. (Imagen 10)
La trayectoria de Cabrera Rivera también se extendió al ámbito político. En 1896 se postuló como candidato del Grupo Reformista y Constitucional, al lado de colegas liberales y directores de periódicos como El Monitor Republicano, El Diario del Hogar y El Noticioso, para contender por una curul en la Cámara de Diputados como representante del municipio de Zacatlán. Como era de esperarse perdió las elecciones frente al poderoso aparato político del estado. Otra faceta se dio en el contexto de la fundación de la Prensa Asociada, en la que fue nombrado vicepresidente. En 1891 ocupó el cargo de primer secretario y un año más tarde renunció a la postulación como vocal para la mesa directiva por su quebrantada salud pero, sobre todo, porque la asociación estaba precedida, en ese momento, por Ireneo Paz, con quien mantenía un fuerte enfrentamiento.
El primer trabajo en este periódico, realizado y firmado por Cabrera, se tituló La Bastilla y apareció el 14 de julio de 1884, con motivo de un aniversario más de la Toma de la Bastilla. Se trata de una reproducción de la obra de otro autor, práctica común en la época, cuando el derecho de autor o plagio no eran temas que generaban preocupación. Este trabajo hace pensar que en sus inicios realizó reproducciones litográficas de dibujos extranjeros que llegaban a los semanarios para su difusión nacional. En el semanario aparecen de forma esporádica más litografías, en su mayoría firmadas por Cabrera y realizadas en la Litografía Catalana, establecimiento donde se imprimió El Hijo del Ahuizote. (Imagen 3)
Sus trabajos subsecuentes se caracterizaron por reproducir la vida cotidiana de la capital, y paulatinamente incursionó en la crítica política. Cabrera trabajó en La Época Ilustrada sólo un año, bajo las enseñanzas de Villasana. En esta etapa continuó careciendo de un estilo personal de dibujar, sus trazos no tenían movimiento, profundidad y perspectiva, lucían rígidos y planos, sin embargo, poco a poco ganaron armonía, movimiento y perspectiva. (Imágenes 4 a 6)
A lo largo de su trayectoria, Daniel Cabrera firmó bajo diferentes seudónimos. Para las notas y editoriales empleó D.C., El Hijo del Ahuizote, Ahuizote y Ahuizotl; mientras que en sus caricaturas y dibujos utilizó Del Cabrera lit., F, Frimús, D.C., D. Cabrera y Fígaro. Este último lo empleó durante 18 años en El Hijo del Ahuizote. El Hijo del Ahuizote El año de 1885 fue crucial para el caricaturista. Primero se despidió del semanario para emprender su proyecto personal, que vería la luz en agosto, con las gestiones administrativas del periodista, y futuro colaborador del semanario, Manuel Pérez Bibbins, por encomienda del general Vicente Riva Palacio; el segundo evento fue la ruptura definitiva con José María Villasana, por diferencias políticas irreconciliables. Cabrera, al igual que otros periodistas, apoyó en sus inicios el Plan de Tuxtepec, entre ellos el propio Riva Palacio, quien para 1865 ya estaba desencantado del “El Héroe del 2 de abril”. Cabrera Rivera se sintió defraudado y volcó su desilusión contra Díaz. Por otro lado, las reformas a los artículos 6º y 7º constitucionales, referentes a la libertad de imprenta, la famosa “Ley Mordaza”, terminó por convencerlo de que la única solución para detener la dictadura que se avecinaba era a través del periodismo de combate. Por su parte, Villasana optó por alinearse al poder y se convirtió en un periodista defensor del régimen, luego de obtener un cargo público en el gobierno. El 23 de agosto de 1885 Daniel Cabrera vio cristalizado su sueño de publicar un semanario en el que intentaría exponer los excesos del poder. Ese domingo de agosto se vendió por primera vez El Hijo del Ahuizote en las alacenas de periódicos de la capital del país (Imagen 7). Durante 18 años no cesó en su tarea de instigar al gobierno porfirista, convirtiéndose en una de las principales y más importantes publicaciones opositoras al general Díaz. Sus caricaturas tuvieron gran alcance pues su distribución llegó a los estados de la república mexicana e incluso al extranjero. A partir de 1902, los hermanos Flores Magón se hicieron responsables de él, usándolo como herramienta de difusión de sus teorías anarquistas y revolucionarias a la par del icónico periódico Regeneración.
Esta empresa periodística resultó fructífera en términos pecuniarios, pues sus números se vendían rápidamente llegando a ser necesario un nuevo tiraje para cubrir la demanda. Esta aceptación y popularidad, aunada a la crítica feroz hacia el gobierno, le valió el retiro arbitrario de los ejemplares en los lugares de distribución y aprehensiones a su director y colaboradores, así como la confiscación de la imprenta donde se manufacturaba. El Hijo del Ahuizote dejó de publicarse el 3 de mayo de 1903 a raíz del decreto presidencial en el que se instruía que cualquier periódico en el que los Flores Magón participaran debía ser clausurado. El Nieto del Ahuizote El Hijo del Ahuizote no fue el único periódico fundado y dirigido por Cabrera Rivera. En 1886 apareció en la Ciudad de México El Nieto del Ahuizote. Periódico ahuizotuno que pegado a la razón, hará firme y oportuno, furibunda oposición. Se trató de un suplemento sin caricaturas que mantuvo la línea editorial y el estilo joco-serio de su padre. El diario circuló de lunes a sábado del 7 de noviembre de 1886 al 23 de enero de 1887, fecha en que por ser incosteable y por desavenencias administrativas internas, suspendió su publicación, a pesar de haber contado con la buena aceptación de los capitalinos y ser considerado el diario más económico del país, pues costaba sólo un centavo. (Imagen 8)
El Ahuizote Jacobino El Ahuizote Jacobino. Precursor de la chinaca moderna. No es reeleccionista ni prorroguista, también formó parte de esta familia y fue el último periódico en el que intervino Daniel Cabrera. Se publicó por primera vez el 1 de enero de 1904, y continuó fiel la línea editorial combativa y el formato de su antecesor. Sólo se percibe una notable diferencia en las caricaturas que ya no aparecen firmadas y la carencia de color en ellas, incluso en la portada, pero lo que más llama la atención fue la ausencia del personaje que caracterizó a El Hijo del Ahuizote. Sólo en contadas ocasiones se asomó tímido como personaje secundario, vestido con su característico estilo: camisa y pantalón de manta, levita y chistera y su inseparable instrumento de combate, la pluma litográfica. (Imagen 9)
El semanario sólo circuló 11 meses, y de forma súbita y sin explicación dejó de aparecer. Todo indica que la precaria salud de Cabrera Rivera y las dificultades económicas por las que atravesaba complicaron su permanencia. Con su desaparición se concluyó una etapa caracterizada por la crítica mordaz y la sátira política en México. Su fin marca también la transición de la litografía a la fotografía en las páginas de los periódicos nacionales. Los liberales ilustres mexicanos Estas publicaciones no fueron las únicas fundadas, dirigidas y/o coordinadas por Daniel Cabrera. Dentro de sus aportaciones al campo literario se encuentran Corona fúnebre del General Juan N. Méndez, Los pensadores de España, y el álbum Los liberales ilustres mexicanos de la Reforma y la Intervención, publicado por entregas a partir de 1891. Este último es el más conocido por la calidad artística de los dibujos que acompañan las casi 70 biografías que componen la obra. La tarea monumental de elaborar esta obra corrió a cargo de las plumas de destacados escritores como Enrique M. de los Ríos, Francisco Gómez Flores, Luis González Obregón, Ángel Pola, Ezequiel A. Chávez, Aurelio Garay. Santiago Hernández y Jesús Martínez Carrión realizaron los dibujos artísticos que acompañaron las biografías de Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, Ponciano Arriaga, Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Doblado, Ignacio Zaragoza, entre otros distinguidos liberales. A pesar de los problemas económicos para la realización de la obra, el resultado es un excelente trabajo artístico que valió el reconocimiento tanto de suscriptores como de colegas periodistas. (Imagen 10)
La trayectoria de Cabrera Rivera también se extendió al ámbito político. En 1896 se postuló como candidato del Grupo Reformista y Constitucional, al lado de colegas liberales y directores de periódicos como El Monitor Republicano, El Diario del Hogar y El Noticioso, para contender por una curul en la Cámara de Diputados como representante del municipio de Zacatlán. Como era de esperarse perdió las elecciones frente al poderoso aparato político del estado. Otra faceta se dio en el contexto de la fundación de la Prensa Asociada, en la que fue nombrado vicepresidente. En 1891 ocupó el cargo de primer secretario y un año más tarde renunció a la postulación como vocal para la mesa directiva por su quebrantada salud pero, sobre todo, porque la asociación estaba precedida, en ese momento, por Ireneo Paz, con quien mantenía un fuerte enfrentamiento.