José María Morelos, líder de la Independencia de México, luchó por los derechos de todos los mexicanos y por abolir las diferencias de castas o calidades. Posiblemente fue afrodescendiente, aunque fue registrado como español en su acta bautismal.

La abolición de la esclavitud formaba parte de un ideario político central del pensamiento independentista. Miguel Hidalgo, José María Morelos y Vicente Guerrero, entre otros líderes, lo entendieron así y defendieron este postulado durante toda la lucha insurgente. Dos de las consignas más importantes del movimiento de 1810 fueron la abolición de la esclavitud y la supresión de “calidades” de las personas, que implicaba diferenciaciones no sólo de apariencia física o cultura sino de posición económica y social. El reconocimiento de los americanos, es decir, de los mexicanos, como un pueblo con características propias daba sentido a la necesidad de independencia y autogobierno.

La Revolución haitiana, los ideales de los primeros años de la Revolución francesa hacia finales del siglo xviii y las discusiones de las Cortes de Cádiz habían difundido nociones que criticaban a la esclavitud como una forma de explotación arcaica e injusta. A pesar de que para principios del siglo xix la trata de personas africanas y afrodescendientes en la Nueva España ya no era tan rentable como en tiempos anteriores, todavía existían haciendas, obrajes y otras empresas y casas particulares con esclavizados a su servicio. También indígenas apaches, capturados bajo la premisa de la “guerra justa”, seguían enfrentando esta forma de sometimiento.

Los primeros bandos de Miguel Hidalgo hicieron exhortación precisa de la abolición de la esclavitud. El primero se hizo el 19 de octubre de 1810 en Valladolid, hoy Morelia. Fue un documento que exhortaba a liberar inmediatamente a las personas esclavizadas y amenazaba con la muerte a los dueños que no lo hicieran. Posteriormente, en diciembre de ese año, el líder insurgente manifestó la demanda inmediata de abolirla. También José María Morelos, posiblemente afrodescendiente, en los Sentimientos de la Nación hizo varios señalamientos sobre ello y subrayó que deberían suprimirse las calidades y castas, y que todos los habitantes de México se reconocieran como americanos. Los bandos no fueron del todo atendidos y pasaron casi 20 años para que esta forma de explotación y sujeción fuera abolida formalmente.

Transcripción de un fragmento del Primer bando de Miguel Hidalgo aboliendo la esclavitud; publicado en la ciudad de Valladolid por el intendente Ansorena en Octubre 19, 1810:

Don José Maria de Ansorena, caballero, maestrante de la Real de Ronda, alcalde ordinario de primero voto en esta ciudad y su jurisdicción, intendente corregidor de esta provincia, brigadier y comandante de armas.

En puntual cumplimiento de las sabias y piadosas disposiciones del Excmo. Sr. capitán general de la Nación Americana, doctor don Miguel de Hidalgo y Costilla, de que debe estarle, rendirle las más expresivas gracias por tan singulares beneficios, prevengo a todos los dueños de esclavos y esclavas, que luego inmediatamente que llegue a su noticia esta plausible superior orden, los pongan en libertad, otorgándoles las necesarias Escrituras de Alahorria con las inserciones acostumbradas, para que puedan tratar y contratar, comparecer en juicio, otorgar testamentos, codicilos y ejecutar las demás cosas que ejecutan y hacen las personas libres; y no lo haciendo así los citados dueños de esclavos y esclavas, sufrirán irremisiblemente la pena capital, confiscación de todos sus bienes. Bajo la misma que igualmente se impone, no comprarán en lo sucesivo ni venderán esclavo alguno, ni los escribanos, ya sean del número o reales, extenderán escrituras concernientes a este género de contratos, pena de suspensión de oficio y confiscación de bienes, por no exigirlo la humanidad ni dictarlo la misericordia. Es también el ánimo piadoso de S.E., quede totalmente abolida para siempre la paga de tributos para todo género de castas, sean las que fueren, para que ningún juez ni recaudador exijan ésta pensión, ni los miserables que antes la satisfacían la paguen, pues el ánimo del Excmo. Sr. capitán general es beneficiar a la Nación Americana en cuanto le sea posible.

Fecho en Valladolid, a 19 de octubre de 1810.

José María de Ansorena (Rúbrica)

Para que se publique en 28 de octubre se notarió [Rúbrica]

Por mandado de S.S. José Geronimo Marocho (Rúbrica)




Varios afrodescendientes formaron parte del movimiento insurgente, sobre todo en el sur de México, especialmente en las regiones del hoy estado de Guerrero. Algunos de ellos habían sido milicianos y conocían estrategias de guerra, otros, como Vicente Guerrero, eran arrieros y habían transitado por sendas de difícil acceso, conocían a la gente y a las comunidades de varios caminos que recorrían la región mixteca y las tierras aledañas a las costas de Guerrero y Oaxaca.

Vicente Guerrero nació en Tixtla, en las montañas de la entidad que hoy lleva su nombre. Perteneció a una familia de arrieros y armeros afrodescendientes. Fue el líder más popular del movimiento insurgente desde la muerte de Morelos. Sostuvo la lucha mediante guerrillas durante los años más difíciles, entre 1815 y 1821. Pactó finalmente con Iturbide para lograr la consumación de la independencia. Fue el segundo presidente de México en 1829, y con él se volvió a decretar la abolición de la esclavitud. Por presiones políticas internas renunció al cargo y pocos años después lo secuestraron y fusilaron en Cuilapan, Oaxaca.





Los mascogos son un grupo afromexicano cuyos ancestros llegaron al territorio nacional a mediados del siglo xix. Sus comunidades se ubican en El Nacimiento, en Múzquiz, Coahuila. A finales del xvii y principios del xviii, muchos esclavizados que trabajaban en las plantaciones de arroz y algodón de Carolina del Sur, Georgia y Alabama, territorios bajo dominio angloamericano, se refugiaron en la Florida, que entonces era parte del Imperio español, donde se les prometió la libertad. Allí convivieron con indígenas fugitivos denominados seminoles, por lo que se considera a los mascogos como un pueblo que se originó del intercambio y la convivencia entre estos grupos.

Los líderes seminoles entraron en contacto con el gobierno mexicano que había consumado su independencia y donde estaba prohibida la esclavitud. Junto con los indígenas kikapúes, seminoles y mascogos llegaron a territorio nacional en 1850. Recibieron tierras y refugio a cambio de establecer puestos de defensa en la frontera. A los mascogos se les conoce en la región por su habilidad como jinetes, y lo demuestran celebrando la obtención de su territorio con una cabalgata.




A partir del siglo xix, y a pesar de las ideas sobre los derechos humanos en varias partes del mundo, el racismo como ideología comenzó a tener un auge significativo. El mestizaje o intercambio biológico y cultural entre los distintos grupos sociales se convirtió en México en la fórmula para forjar la unidad de la nación. En la creación y difusión de esta ideología, propia del liberalismo mexicano decimonónico, se omitió la evidencia histórica de la participación y las contribuciones de las personas africanas y afrodescendientes en la composición demográfica y la formación del país. Como lo hizo Francisco Javier Clavijero hacia finales del siglo xviii en la primera historia de México, sólo se exaltó la importancia de las poblaciones españolas e indígenas en la formación de la identidad mexicana y del Estado-nación. Junto con ello, el racismo se desarrolló con ciertas características en nuestro territorio.

Por una parte, se negó y silenció la participación histórica y contemporánea de las poblaciones afrodescendientes en México. Por la otra, se exaltó el pasado indígena, menospreciando sus aportaciones y problemáticas presentes.

A lo largo del siglo xix y gran parte del xx se promovió la idea de que existían “razas” superiores e inferiores. El racismo hace referencia a actitudes, opiniones, creencias, prejuicios o estereotipos que se convierten en comportamientos o prácticas sociales (discriminar, perseguir, segregar) o a funcionamientos institucionales excluyentes. Todo esto se basa en ideas erróneas de que unos grupos sociales son inferiores a otros, que estas categorías son “naturales” y que se expresan en el color de la piel, los rasgos de la cara o el tipo de pelo y en las prácticas culturales como los hábitos alimenticios, creencias religiosas, vestimenta, bailes, música o relaciones familiares.

A partir de múltiples investigaciones recientes, realizadas por genetistas, biólogos, antropólogos, sociólogos y otros estudiosos del tema, se ha desmentido el concepto de diferentes razas. Los seres humanos constituyen una sola especie. Los rasgos físicos, el color de la piel o de los ojos, la forma del cabello, entre otras características, representan apenas 0.01% de variación en los genes entre unos grupos de población y otros, o entre unos individuos y otros. Además, estas variaciones no están relacionadas con ningún atributo o capacidad específica, como la inteligencia, el mejor o peor desempeño en ciertas áreas del conocimiento o el desarrollo de unos u otros valores culturales. En suma, los seres humanos somos prácticamente iguales como especie pero contamos con una diversidad de expresiones sociales, culturales y artísticas.