Después de las conquistas de los pueblos originarios, se esclavizó a
indígenas y africanos. Sin embargo, a partir de 1542, y fundamentalmente por
la presión de los dominicos, en particular de Bartolomé de las Casas, se
prohibió la esclavitud de los naturales a menos de que fuera en “guerra
justa”, es decir, que no aceptasen la sujeción a la Corona, al rey de España
y a la religión católica. Así, los africanos y sus descendientes fueron los
que más padecieron esta forma de sometimiento.
La esclavitud tuvo diversas características a lo largo del periodo colonial
y en los distintos territorios que conformaban la Nueva España. Fueron
distintas las experiencias de un esclavizado en un trapiche o hacienda
cañera, que la de un vaquero en las costas de Guerrero y Oaxaca, o la de un
ama de leche de una casa particular. Las personas esclavizadas estaban
sujetas a las decisiones de otros y tenían que cumplir con sus órdenes. No
obstante, en ocasiones hicieron valer algunos de sus derechos, como la vida
marital y la lucha por su libertad.
Algunos esclavizados fueron marcados con un calimbo de hierro como símbolo
de propiedad de quienes los comerciaban. Esta práctica inhumana fue muy
criticada y prohibida en el siglo xviii. La esclavitud africana
fue un sistema legal establecido por la mayoría de las naciones europeas,
que duró casi cuatro siglos y arrancó de sus comunidades de origen entre 11
y 13 millones de personas que trasladaron a toda América y el Caribe.
Año | Población Total | Europeos | Africanos | Indígenas | Poblaciones mestizas |
---|---|---|---|---|---|
1570 | 338 0012 | 6 644 | 20 569 | 3 366 860 | 15 939 |
1646 | 1 712 615 | 13 780 | 35 089 | 1 269 607 | 394 139 |
1742 | 2 477 277 | 9 814 | 20 131 | 1 540 256 | 907 076 |
1793 | 3 799 561 | 7 904 | 6100 | 23 19741 | 1 465 816 |
1810 | 6 122 354 | 15 000 | 10 000 | 36 76281 | 2 421 073 |
Fuente: Datos tomados de Gonzalo Aguirre Beltrán, (1946), La población negra en México, México, Fondo de Cultura Económica, 1972.
Datos demográficos revelados fundamentalmente por Gonzalo Aguirre Beltrán demuestran la importancia de las poblaciones de origen africano en México y de su unión formal o informalmente con otros grupos, particularmente con los indígenas.
Las personas africanas y afrodescendientes, conocidas en la época
virreinal como negras, mulatas, pardas o zambas, representaron un número
significativo en aquella sociedad. A pesar de la drástica caída
demográfica de las poblaciones indígenas, éstos siempre fueron la gran
mayoría, seguidos por los mestizos, resultado de la convivencia y el
intercambio entre indígenas y africanos y de los afrodescendientes. Los
españoles ocuparon el último lugar a lo largo de ese periodo. Según
cifras de Gonzalo Aguirre Beltrán, pionero de los estudios sobre las
poblaciones de origen africano en México, hacia mediados del siglo xvii los naturales ocupaban
74.6% de la población novohispana, los africanos y sus descendientes 2%,
los españoles y europeos 0.8% y los grupos mixtos 22.6%. Debe recordarse
que los matrimonios mixtos, a pesar de los prejuicios sociales, no
fueron prohibidos en la Nueva España y muchos hijos nacieron de
relaciones informales.
Múltiples actividades económicas llevaron a cabo las personas
esclavizadas y libres de origen africano. En los puertos fueron
indispensables para la construcción de los muelles y en las distintas
edificaciones, laboraron en las minas, en las haciendas agrícolas y
ganaderas, en los obrajes y en el comercio. Como dominados, estuvieron
sujetos a maltratos y vejaciones, así como a condiciones de trabajo
inhumanas en las fábricas de “hacer telas”, en las minas, cañaverales y
trapiches. Varias personas afrodescendientes libres lograron obtener
mejor calidad de vida y trabajaron en el comercio y particularmente en
la arriería, labor que era muy importante en la época para trasladar
mercancías de diversas regiones por medio de recuas de mulas.
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Las actividades del hogar, como lavar, cocinar, acarrear agua o cuidar a niños y personas mayores fueron importantes y plasmadas en imágenes como en los azulejos de una casa del centro histórico de la Ciudad de México en el siglo xviii.
Muchas personas esclavizadas trabajaron en los obrajes, que eran
talleres de telas con condiciones de trabajo muy precarias. Otras, tanto
esclavizadas o libres ingresaron en los distintos gremios y algunos
lograron ser oficiales o maestros. Sus actividades en los hogares
particulares, en los cascos de haciendas, en las iglesias u hospitales
las llevaron a cabo mujeres de origen africano. Cocineras, lavanderas,
parteras o nodrizas, conocidas también como amas de leche o chichiguas,
fueron requeridas para amamantar y criar a los hijos de españoles,
criollos y mestizos; también se encargaron de cuidar a enfermos o
personas mayores, por lo que frecuentemente eran apreciadas por sus
dueños, y en ocasiones obtuvieron su libertad y bienes en recompensa a
su trabajo. Otras, se desempeñaron como comerciantes, dueñas de mesones,
de merenderos y como parteras y curanderas. En muchas ocasiones, las
africanas y afrodescendientes fueron acusadas de hechiceras o blasfemas
ante el Santo Oficio de la Inquisición por hacer uso de amuletos, magias
o hierbas y renegar de los santos o de la Virgen.