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La muerte de Rubén Jaramillo
La muerte de Rubén Jaramillo
Daniel Librado Luna Cárdenas
Investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

El líder agrarista Rubén Jaramillo fue asesinado en mayo de 1962, junto con su esposa e hijos, en Xochicalco, Morelos, por elementos de la Policía Judicial Federal, la policía del estado de Morelos y soldados vestidos de civil al mando del capitán José Martínez. Jaramillo era un líder agrario, un veterano zapatista, y el presidente López Mateos lo había amnistiado y abrazado frente a la prensa.

Contaba con el prestigio de ser un revolucionario de cepa. Los periodistas e intelectuales de la época recriminaron el asesinato y consideraron que el régimen había ultimado su propia herencia agraria. Además de ser una clara muestra de la violencia de Estado, fue un caso que indignó a una generación de jóvenes mexicanos que no conocían la violencia posrevolucionaria.

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El asesinato de Rubén Jaramillo y de su familia provocó diversas reacciones en la sociedad mexicana y en el sector crítico de la prensa y de la cultura. Una de las respuestas inmediatas provino de la poeta Margarita Paz Paredes, quien a las pocas semanas del suceso escribió “Muerte y resurrección de Rubén Jaramillo”, cuya estrofa final concluye: “Un día volverá a brillar la aurora;/ un día los niños soltaran de nuevo/ sus pájaros al viento;/ un día los hombres de la tierra,/ cuando el arado sea un laúd que cante,/ cosecharán espigas dulces y alborozadas,/ un día, Jaramillo, resonará tu nombre/  de cumbre a cumbre, por el fértil Valle;/ un día sin odio, sin temor, sin asco,/ se abrirá el horizonte/ al recobrado sueño de la Patria”. 

Otros autores, como José de Molina, de igual modo expresaron su sentir ante los injustos acontecimientos que terminaron con la muerte de Jaramillo a través de corridos e, incluso, en el diario del general Lázaro Cárdenas, del 8 al 9 de junio de 1962, se encuentran algunas notas relacionadas con el asesinato del agrarista, así como de su visita a la familia de Jaramillo en Tlaquiltenango, calle Mina, número 4, en Morelos. En 1967, el poeta sonorense Abigael Bohórquez escribió Canción de amor y muerte por Rubén Jaramillo, cuyos versos finales concluyen: “Te acabaste Rubén sobre la tierra,/ pero no te acabaste,/ nunca terminarás./ Señor de pobres,/ siempre estarás alerta en estos ojos/ con los que te lloramos,/ con los que yo te lloro,/ casi para gritar,/ mientras me sube/ por la tráquea del asco/ el fraude, agrio racimo/ de uvas desencantadas,/ si digo con voz de esta mañana:/ Patria, Santísimos Ejércitos, México, Constitución”.

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