3

Francisco Villa desde la experiencia femenina

Luz Corral de Villa y familiares en la hacienda de Canutillo. Mediateca, inah.

La figura de Francisco Villa ha sido una de las más abordadas por la historia mexicana. Investigadores, periodistas, cineastas y literatos han mostrado sus versiones acerca de la vida de este caudillo: sus batallas, sus enemigos, sus amores, sus ideas. Pero, dentro de estos distintos acercamientos, ¿cuál es el lugar que ocupan las mujeres? En esta parte de la exposición se muestran las versiones que diferentes mujeres han dado de Villa, algunas cercanas a él, y que decidieron narrar sus experiencias desde sus distintas posiciones. Esperamos proporcionar una perspectiva incluyente, que no sea tan extremista y que aclare que lo que hizo este general en su vida depende mucho del cristal con que se mira.

Celia Herrera Enríquez, hija de Concepción Herrera Cano y Arcadia Henríquez Ortiz, nació en 1905, y en 1939, cuando tenía 34 años, decidió escribir Pancho Villa ante la historia, un interesante testimonio elaborado para cuestionar la construcción de un monumento al que ella califica como el bandido más cruel y despiadado que había dado México. Mujer letrada y primera en su género en trabajar en el Banco Nacional de México en Parral, tenía importantes razones para considerar a Villa como un bandolero que sólo sembró muerte y destrucción a su paso. Su familia, los Herrera Cano, fueron considerados por el caudillo como traidores, uno de los delitos más graves para este líder, por lo que inició una persecución contra sus miembros. En este contexto, es entendible el desprecio que Celia muestra por nuestro personaje a través de las páginas de su libro. Con un tono de franca desaprobación, menciona al general como un cobarde y a la gente que lo acompañaba como “populacho” y lo pinta como asesino de mujeres, niños y personas de la tercera edad. Hasta el día de hoy, se acusa a Celia de falsaria y de calumniarlo, sin embargo, su aporte es importante por varias razones: porque su obra fue realizada en un contexto en el que las mujeres casi no escribían sobre asuntos históricos o políticos; y porque decidió contar una historia que iba en contra de las opiniones favorables que en aquel momento se tenían sobre este personaje.

José Alessio Robles y otros militares descansan después del triunfo de Bachimba. Mediateca, inah.

Muy cerca temporalmente del libro que publicó Celia Herrera, encontramos otro que, al contrario de ésta, se dedica a exaltar la figura de Villa como el bravo combatiente y soldado nato que tenía el instinto de los grandes hombres de armas, comparable incluso con Gengis Kan. Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, escrito por Nellie Campobello y publicado en 1940, se inscribe dentro de los intentos por reivindicar la figura del caudillo teniendo como telón de fondo el gobierno de Lázaro Cárdenas. Ya desde sus cuentos reunidos en Cartucho (1931) había hecho patente su simpatía por el Centauro del Norte mostrándolo como un personaje sensible, carismático y cercano al pueblo. Tiempo después decidió ir más allá de sus relatos de ficción para presentar una historia militar mucho más formal, apoyada en testimonios orales y documentos. Nellie exalta las innovaciones prácticas que realizó en la Caballería y cómo reformó a la Infantería enriqueciendo con ello los recursos de la guerra. También lo muestra como una especie de vengador del pueblo que asustaba a los jefes políticos y a los ricos, que peleaba por acabar con las injusticias que cometían las autoridades sobre las personas pobres de las rancherías. La narración de Campobello termina cuando se firma el Pacto de Sabinas y Villa negocia su rendición. No se habla de los sucesos posteriores, ni de Canutillo ni de su muerte. La escritora prefiere terminarlo así porque para ella aquí finaliza también su vida como guerrero, como soldado.

Nellie Campobello.

María de la Luz Corral Fierro nació el 2 de julio de 1892 en San Andrés, Chihuahua, y fue una de las muchas esposas que Francisco Villa tuvo a lo largo de su vida. Se casaron el 28 de mayo de 1911 por el civil y el 24 de octubre de ese mismo año por la Iglesia. Lo que destaca a Luz Corral de todas las demás mujeres con las que el duranguense se relacionó, fue el reconocimiento como su “esposa legítima” por parte de las autoridades y de la sociedad. En este contexto, su libro Pancho Villa en la intimidad (1948) nos ofrece una visión idealizada que ella construyó tras convivir con el personaje desde que lo conoció, cuando era apenas una joven de unos 13 o 14 años. Luz se muestra orgullosa del Centauro, lo exculpa de todos los crímenes que se le imputaron a lo largo de su vida y ella misma se proclama como la defensora de su memoria. Lo recuerda como un compañero amante, cariñoso y detallista. Menciona sin empacho haber estado al servicio de su marido y nos da una imagen de un Villa aleccionador, del maestro que le enseñaba, con palabras sencillas pero sabias a la vez, que le daba instrucciones sobre la vida y sobre la importancia de dejar a un lado las cosas superficiales. Considera que los regaños que recibía eran merecidos porque su esposo debía castigar sus actos en proporción a la falta cometida. Así, llega a mencionar: “Mi marido representa al hombre ignorante, pero sincero y leal en todos sus actos.” A pesar de todo, la historia de Corral no terminó bien, pues Villa la expulsó de la hacienda de Canutillo de una manera humillante y violenta.

Francisco Villa y su esposa Luz Corral. Mediateca, inah.

Para hablar de la experiencia de Austreberta Rentería con Villa contamos con una entrevista realizada en 1935 por el periodista y escritor José C. Valadés, que puede considerarse como una de las visiones femeninas más tempranas en torno al Centauro del Norte. Fue publicada por entregas en el periódico La Prensa, de San Antonio, Texas, entre abril y junio de ese año. Es necesario aclarar que no sabemos a ciencia cierta cuánto del texto son palabras de Rentería y qué tanto del periodista, por lo que la voz de la mujer llega a diluirse un poco ante el tono complaciente que emplea el autor. Rentería, nativa de Jiménez, Chihuahua, representó lo que varios estudiosos han llamado “el verdadero amor de Villa”, por lo que la historia en pareja de estos personajes se plantea como el clásico idilio romántico en el que los protagonistas vencen las dificultades para encontrar la felicidad. Se describe entonces al caudillo como una persona expresiva, cariñosa y alegre, y cuando se habla de temas difíciles como raptos de mujeres o momentos de violencia, lo disculpa argumentando que eran los hombres a su mando quienes los ejecutaban. Así, lo refiere como persona desbordante de energía, salud, audacia y ambición que, al encontrar todas las puertas cerradas, recurrió a actividades ilegales para salir adelante. La relación de Austreberta con el líder revolucionario surgió de uno de estos raptos y, aunque por mucho tiempo opuso resistencia, terminó cediendo ante la insistencia del general. Betita (así la llamaba) sería la última pareja de Villa y tendría dos hijos con él.

Francisco Villa y Austreberta Rentería. Mediateca, inah.