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Torreón de la Memoria y la Verdad

Torreón de la Memoria y la Verdad

 
 

Institución: Archivo General de la Nación, agn

En la construcción de la penitenciaría de Lecumberri que en lengua euskera quiere decir “Buen sitio nuevo”, dado que proviene de una región que fue varias veces devastada y reconstruida, la penitenciaría ha tenido curiosamente esa suerte de reconfiguración. La penitenciaría de Lecumberri se pensó como un lugar para purgar penas y castigos en el ámbito penal, su devenir ha sido transformarse en la casa de la memoria del país. Una fotografía de Arturo Córdova Tovar tomada en los años setenta en un periodo donde Lecumberri dejó de ser la penitenciaría del Distrito Federal muestra uno de los torreones que componen su arquitectura. Los torreones o patios celulares destinados para tomar el sol y realizar algunos ejercicios corporales, fueron espacios circulares que tenían una función primeramente rehabilitadora y quizá indulgente respecto al resto de las crujías.

 

Más tarde estos patios celulares para aliviar el postramiento o las conductas sedentarias se convirtieron en espacios de aislamiento riguroso y de castigo severo. El confinamiento era excesivamente reducido, pero, sobre todo, el hacinamiento con otros reos hacía que la estancia en estos espacios celulares fuese insoportable para el propio reo, induciendo psicológicamente una disminución de su movilidad y un acendramiento brutal de su convivencia en aislamiento. Fueron dos patios celulares los que equiparon a la penitenciaría, por un lado, estaba el torreón sur donde se encontraban los presos que por sus cargos y comportamientos eran considerados presos “no rehabilitables” y que debían guardar un distanciamiento físico con el objetivo de no transferir esos comportamientos al resto de la población reclusa. El segundo patio celular, el que se ubicaba en el lado norte, se destinó para los presos de conciencia o presos políticos, reos que por la naturaleza de sus “faltas” se les imputaron cargos de peligrosidad social y de terrorismo adjudicándoles penas por los delitos de disolución social principalmente. Entre estos presos se hallaban líderes de movimientos sociales, ferrocarrileros como Demetrio Vallejo o Valentín Campa, trabajadores y maestros como José Revueltas, estudiantes del movimiento estudiantil del 68 como Luis Gonzáles de Alba y algunos miembros de agrupaciones armadas como el MAR y la LC23S.

 

El duro confinamiento al que fueron sometidas estas personas intentaba disminuir y degradar su actividad política. El encierro forzado fue también una manera de instalar un mecanismo de control y castigo social a toda actividad de oposición política al régimen. Recientemente el 30 de agosto de 2024, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, se inauguró el Torreón de la Memoria y la Verdad, un sitio de memoria en el Archivo General de la Nación (AGN), este torreón antes conocido como crujía “M” fue un lugar de aislamiento y severo castigo para los presos políticos. El Torreón de la Memoria y la Verdad conmemora y visibiliza a todas aquellas personas que fueron privadas de su libertad por disentir políticamente del viejo régimen siendo víctimas de la violencia de Estado y un lugar que no debe olvidar que ahí fueron cometidos actos de violaciones a los derechos humanos.

 

Material de apoyo:

Castillo Salgado, P. (2018). Lecumberri en el 68, México, Vozabisal / El Ala de la Iguana / Casa de los Pueblos.

Revueltas, J. (2014). México 68: Juventud y revolución. México: Ediciones Era.

Patio celular de ejercicios para reos en Álbum conmemorativo de la inauguración de la Penitenciaría de México, AGN, 1900. Liga.

Sala 1: Lecumberri y el control social, político e ideológico en Iluminar el sendero de la verdad, Memórica, 2023. Liga.

Recorrido virtual del Torreón Norte, AGN, 2023. Liga.

 

Institución: Archivo General de la Nación, agn

En la construcción de la penitenciaría de Lecumberri que en lengua euskera quiere decir “Buen sitio nuevo”, dado que proviene de una región que fue varias veces devastada y reconstruida, la penitenciaría ha tenido curiosamente esa suerte de reconfiguración. La penitenciaría de Lecumberri se pensó como un lugar para purgar penas y castigos en el ámbito penal, su devenir ha sido transformarse en la casa de la memoria del país. Una fotografía de Arturo Córdova Tovar tomada en los años setenta en un periodo donde Lecumberri dejó de ser la penitenciaría del Distrito Federal muestra uno de los torreones que componen su arquitectura. Los torreones o patios celulares destinados para tomar el sol y realizar algunos ejercicios corporales, fueron espacios circulares que tenían una función primeramente rehabilitadora y quizá indulgente respecto al resto de las crujías.

Más tarde estos patios celulares para aliviar el postramiento o las conductas sedentarias se convirtieron en espacios de aislamiento riguroso y de castigo severo. El confinamiento era excesivamente reducido, pero, sobre todo, el hacinamiento con otros reos hacía que la estancia en estos espacios celulares fuese insoportable para el propio reo, induciendo psicológicamente una disminución de su movilidad y un acendramiento brutal de su convivencia en aislamiento. Fueron dos patios celulares los que equiparon a la penitenciaría, por un lado, estaba el torreón sur donde se encontraban los presos que por sus cargos y comportamientos eran considerados presos “no rehabilitables” y que debían guardar un distanciamiento físico con el objetivo de no transferir esos comportamientos al resto de la población reclusa. El segundo patio celular, el que se ubicaba en el lado norte, se destinó para los presos de conciencia o presos políticos, reos que por la naturaleza de sus “faltas” se les imputaron cargos de peligrosidad social y de terrorismo adjudicándoles penas por los delitos de disolución social principalmente. Entre estos presos se hallaban líderes de movimientos sociales, ferrocarrileros como Demetrio Vallejo o Valentín Campa, trabajadores y maestros como José Revueltas, estudiantes del movimiento estudiantil del 68 como Luis Gonzáles de Alba y algunos miembros de agrupaciones armadas como el MAR y la LC23S.

El duro confinamiento al que fueron sometidas estas personas intentaba disminuir y degradar su actividad política. El encierro forzado fue también una manera de instalar un mecanismo de control y castigo social a toda actividad de oposición política al régimen. Recientemente el 30 de agosto de 2024, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, se inauguró el Torreón de la Memoria y la Verdad, un sitio de memoria en el Archivo General de la Nación (AGN), este torreón antes conocido como crujía “M” fue un lugar de aislamiento y severo castigo para los presos políticos. El Torreón de la Memoria y la Verdad conmemora y visibiliza a todas aquellas personas que fueron privadas de su libertad por disentir políticamente del viejo régimen siendo víctimas de la violencia de Estado y un lugar que no debe olvidar que ahí fueron cometidos actos de violaciones a los derechos humanos.

Material de apoyo:

Castillo Salgado, P. (2018). Lecumberri en el 68, México, Vozabisal / El Ala de la Iguana / Casa de los Pueblos.

Revueltas, J. (2014). México 68: Juventud y revolución. México: Ediciones Era.

Patio celular de ejercicios para reos en Álbum conmemorativo de la inauguración de la Penitenciaría de México, AGN, 1900. Liga.

Sala 1: Lecumberri y el control social, político e ideológico en Iluminar el sendero de la verdad, Memórica, 2023. Liga.

Recorrido virtual del Torreón Norte, AGN, 2023. Liga.

 

 

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