A pesar de ello, la falta de alfabetización de las clases populares hizo difícil que el conocimiento que se encontraba en bibliotecas, archivos y otros acervos, continúo estando restringido. En el México independiente, Lucas Alamán tuvo a bien iniciar el proceso de organización del Archivo General y Público de la Nación, lo que significó un hito para el país, y demostró la venia educativa de aquel intelectual que consideraba que la educación, pero sobre todo la enseñanza de la lecto-escritura era fundamental para el desarrollo de un pueblo, en especial como nuestro país, que apenas gozaba de poco menos de tres años de vida independiente.

El Archivo General de la Nación (agn) empezó a nutrirse de la documentación de las antiguas instituciones novohispanas y crecía constantemente. En 1982 se inauguró la nueva sede en el antiguo penal de Lecumberri. Para entonces, México contaba con importantes edificios que sirvieron como bibliotecas, muchos de los cuales se construyeron ex profeso para eso, como lo fue la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria (1952), decorada con murales de Juan O’Gorman; la biblioteca y hemeroteca nacionales de México, en el Centro Cultural Universitario, por mencionar algunos.

 Además de sedes físicas, a principios del siglo xxi comenzó un proceso de expansión de los archivos y bibliotecas públicas mediante de la digitalización de parte de sus acervos, y la difusión a través de medios electrónicos, de esta forma, el acceso a la información está logrando el objetivo de difundirse de manera universal.