Adolfo Bassó, el marino que estuvo los últimos momentos con Gustavo Madero
En el mes de enero de 1913, Manuel Márquez Sterling llegó a México como embajador de Cuba y ministro plenipotenciario. Vivió de lleno los días del golpe militar en contra del presidente Francisco I. Madero y su posterior asesinato. En 1917 escribió el libro Los últimos días del presidente Madero. (Mi gestión diplomática en México). En esta obra, que narra los acontecimientos previos a la Revolución y el ascenso a la presidencia de Madero, descubrimos la intromisión del embajador estadunidense durante la revuelta y los esfuerzos del diplomático por salvar la vida del presidente mexicano.
La descripción minuciosa de lo ocurrido del 9 al 22 de febrero de 1913 nos permite conocer la participación de un amplio número de personas involucradas de una u otra manera en todos estos días que hundieron a la República en un retroceso democrático.
En esta colección rescatamos el nombre de un marino que en aquellos días se desempeñaba como intendente de Palacio Nacional: Adolfo Bassó. Era un “hombre de elevada estatura y cierta distinción”, escribió el embajador cubano. El 18 de febrero, 10 días después de que inició la asonada militar, y una vez que el presidente fue hecho prisionero, Victoriano Huerta arrestó a Gustavo Madero, hermano de Francisco. Éste fue llevado a Palacio Nacional y de ahí a la Ciudadela. En este trayecto a la fortaleza donde se encontraban los alzados lo acompañó, también cautivo, el intendente Adolfo Bassó.
En la Ciudadela, Gustavo Madero fue entregado a los golpistas. Bassó fue testigo de la humillación, tortura y posterior ejecución del hermano del presidente. Luego sería su turno. “Deseo ver el cielo”, escribe Márquez Sterling que le dijo a uno de sus verdugos cuando intentó ponerle una venda en los ojos. Y se despidió con las siguientes palabras: “Tengo 62 años de edad. Conste que muero a la manera de un hombre”.