El quebrantamiento de las garantías individuales, la transgresión de los derechos fundamentales de las personas y la violación al derecho de vivir en paz se manifiestan en formas de perpetración muy variadas y cotidianas cuando la violencia constituye un lenguaje y una práctica cultural de la violencia normalizada e instituye una cultura del delito y del crimen con un alto grado de impunidad. “Los perpetradores o victimarios son quienes han llevado a cabo las violaciones a los derechos humanos”; estos delitos van desde la desaparición forzada, la tortura, la violación sexual, el maltrato físico y psicológico, hasta el desmembramiento y las ejecuciones extrajudiciales. De lo anterior, se derivan formas de ocultamiento de los actos, destrucción de rastros y de pruebas e incluso extorsión y soborno a autoridades o bien corrupción a niveles de fiscalía y tribunales. 

Si bien muchas de las violaciones a los derechos humanos han sido documentadas por las instituciones competentes y encargadas de la administración de justicia no sólo en América Latina, estos hechos pueden conocerse gracias a los testimonios y archivos personales de los familiares de las víctimas e incluso investigaciones que ellas mismas emprenden a falta de atención institucional. Estos archivos, no siempre constituidos o sistematizados, son fondos preciados y no siempre valorados en su dimensión testimonial y judicial. La importancia de la documentación proveniente de la sociedad civil y de las organizaciones de defensoría de los derechos humanos es que no sólo complementa las recomendaciones nacionales e internacionales sobre los expedientes de búsqueda e investigación, sino que permite reunir un vasto universo documental de información que tiene un valor de prueba constitutiva de la verdad en los casos.