Treinta años después, la situación de las comunidades originarias poco ha cambiado. Si bien leyes, decretos, reformas constitucionales, etcétera, reconocen los derechos y la diversidad cultural de las naciones latinoamericanas con fuerte presencia indígena y la conmemoración del “Día de la Raza”, el “Descubrimiento de América”, el “Día de la Hispanidad” han caído en desuso, inclusive en España, en materia del respeto a los derechos humanos de los pueblos indígenas americanos aún queda mucho por hacer, e incluso, restituir.

Lo cierto es que el levantamiento del ezln confirmó que el Estado mexicano había desatendido a los 68 pueblos indígenas que existen en el territorio, donde incluso eran degradados como etnias, y que tanto su cultura y lenguas no eran siquiera reconocidas por las leyes mexicanas. Si bien las exigencias de los zapatistas eran legítimas, éstas chocaban con el proyecto neoliberal que pretendía adelgazar las responsabilidades del mismo Estado. No obstante, en los primeros 12 días del conflicto surgió un actor que ni zapatistas ni Gobierno habían contemplado: la sociedad civil organizada, donde académicos, estudiantes, artistas, líderes políticos y religiosos progresistas, y periodistas, entre otros, presionaron al Ejecutivo para negociar la paz con el ezln, de donde surgieron los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, que se convirtieron en la hoja de ruta del diálogo entre zapatistas-gobierno-sociedad civil.