Movimiento médico
La década de 1960 fue de cambios y movilización social a nivel mundial. México no fue ajeno a esta situación. Para entonces, los gobiernos posrevolucionarios habían construido infraestructura que confirmaba el desarrollo material del país. Sin embargo, había carencias y una sociedad cada vez más crítica y preparada. El sector salud había sido vilipendiado: falta de equipo y medicinas para atender a los derechohabientes y malas condiciones laborales.
Los médicos del Hospital 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (issste) se vieron obligados a iniciar un paro de labores el 26 de noviembre de 1964. El movimiento médico fue una de las primeras movilizaciones que articulaba al sector medio urbano del México posrevolucionario, es decir, lo conformaban profesionistas de la salud que se habían formado en las principales instituciones de educación superior del país como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Antes de este movimiento, los integrantes del sector de salud pública formaban parte de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE). Así, los empleados del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del ISSSTE o de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), estaban comprendidos en el mismo escalafón, sin diferenciar su profesión. El Gobierno mexicano consideraba a los médicos como un grupo privilegiado que contaba con modernas instalaciones y equipo suficiente para realizar su actividad. Sin embargo, un amplio sector tenía un contrato eventual, como lo hicieron saber a la opinión pública el 6 de diciembre de 1964 en un desplegado. Médicos residentes y becarios organizaron la Asociación Mexicana de Médicos Residentes, A.C. (AMMRI), para defender sus demandas. Con el cambio de sexenio, la Asociación buscó acercarse al nuevo titular de la SSA, sin mejores resultados. Finalmente, los médicos trataron de entablar contacto con el nuevo titular del Poder Ejecutivo: Gustavo Díaz Ordaz, que, al igual que su antecesor, desatendió sus peticiones, y sólo a mediados de 1965 decidió decretar un ligero aumento salarial, que para cuando llegó, la totalidad de los médicos eventuales habían sido despedidos de todos los hospitales del sector público.