Ricardo Flores Magón, desde las páginas de Regeneración, cuestionó la labor de las que fueron sus cercanas colaboradoras, Juana Belén Gutiérrez y Elisa Acuña, y las atacó desde el punto de vista personal.
A pesar de que las posturas al interior del movimiento liberal empezaban a contraponerse, el grueso de los líderes y seguidores aguantaban la persecución, seguían difundiendo su ideario a través de publicaciones y planeaban la mejor forma para continuar con la lucha. En medio de todas estas circunstancias adversas se llevó a cabo el exilio de los Flores Magón y sus seguidores hacia los Estados Unidos, lo que significó un cambio fuerte para el movimiento e implicó reorganizaciones que también resultaron incómodas. Para mala fortuna de todos, la muerte de uno de los compañeros del círculo de líderes, Santiago de la Hoz, vino a desestabilizar aún más el ya de por sí conflictivo panorama. Ésta fue la gota que derramó el vaso para muchos, que decidieron separarse de los hermanos Flores Magón para continuar con sus trayectorias y sus planes por cuenta propia.
Ricardo Flores Magón, desde las páginas de Regeneración, cuestionó la labor de las que fueron sus cercanas colaboradoras, Juana Belén Gutiérrez y Elisa Acuña, y las atacó desde el punto de vista personal.
Alrededor de 1906 comenzó la división del movimiento liberal en varios bandos; en este documento se aprecia la forma en la que la desconfianza y las dudas comenzaban a hacer mella en el grupo.
Entre los disidentes se encontraba Juana Belén Gutiérrez, quien incluso acusó
a los Flores Magón de la muerte de De la Hoz. De inmediato comenzaron las
discusiones a través de la prensa. A Juana se le acusó de histérica y de ser
agente de Porfirio Díaz, sólo por separarse del grupo cercano de los Flores
Magón. Este episodio marcó un distanciamiento violento y contundente entre
ambos y no pudieron volver a colaborar con la misma cercanía. Y Ricardo, que
años antes había elogiado la labor de Juana y de otras mujeres que le
acompañaban, ahora la utilizaría como el blanco de sus ataques por haber
contradicho a quienes dictaban la agenda de la rebelión. Además, no
conforme con ello, el oaxaqueño decidió arremeter de forma furiosa y
misógina utilizando la vida privada de sus antes colaboradoras,
exponiéndolas al escrutinio público a través de Regeneración acusando a
Juana de estar enamorada y sostener relaciones “inapropiadas” con Elisa.
Después de la ruptura entre Juana Belén y Camilo Arriaga con los hermanos
Flores Magón, los proyectos políticos se dispersaron, al igual que algunos
colaboradores que los habían acompañado desde principios de siglo. Esto
ocurrió también con el contingente femenino. Algunas continuaron
apoyándolos, pero otras buscarían nuevos derroteros por donde encaminar sus
demandas. Aun cuando cada integrante tenía todavía afinidad con el ideario
del plm, la decisión de elegir entre uno y otro bando complicó las cosas
para las mujeres que, además de contemplar la lucha por sus derechos
laborales, ahora debían encauzar sus inquietudes hacia nuevas temáticas que
incluían lo recalcado por la actitud de Flores Magón: que su condición
femenina las hacía más vulnerables, pero a la vez, conformaban un grupo
único con características y necesidades específicas.
Alrededor de 1906 comenzó la división del movimiento liberal en varios bandos; en este documento se aprecia la forma en la que la desconfianza y las dudas comenzaban a hacer mella en el grupo.
Las mujeres se adhirieron a la causa liberal desde muy distintos sitios y en diferentes momentos. En este documento se aprecia la forma en que manifestaban su apoyo a la Junta Organizadora.
El 28 de septiembre de 1905 se constituyó la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en San Luis, Missouri. Como presidente figuraba Ricardo Flores Magón y como secretario, Juan Sarabia. Éste fue el primer paso para lograr la unificación del partido, tal como se indica en la publicación que apareció en Regeneración dos días después. En él se señala que la Junta residiría en el extranjero para evitar los atentados del gobierno de México, trabajaría en la organización del Partido Liberal y lucharía por todos los medios contra la dictadura de Porfirio Díaz. Los objetivos planteados fueron apoyados por el contingente femenino desde estos primeros momentos en los que se trazó el nuevo rumbo que tomaría esta organización política.
Las mujeres se adhirieron a la causa liberal desde muy distintos sitios y en diferentes momentos. En este documento se aprecia la forma en que manifestaban su apoyo a la Junta Organizadora.
El 1° de julio de 1906 se publicó el programa del Partido Liberal. Si bien no cuenta con la firma de mujeres, se sabe que ellas participaron de cerca en las discusiones, además de que se incluye el tema sobre la reglamentación del trabajo doméstico.
La Junta, compuesta por los conocidos miembros del movimiento, estuvo apoyada
por las mujeres que ya habían colaborado previamente, por lo cual no es raro
constatar que cuando se lanzó el programa del Partido Liberal algunos meses
después, en julio de 1906, ya se habían incorporado a él ciertas demandas
relacionadas con el trabajo femenino. Este documento estaba formado por 52
puntos y dividido en siete secciones, entre las cuales destacaban reformas
constitucionales, restricciones a los abusos del clero, capital y trabajo,
tierras, entre otros. De entre todos, destaca especialmente el punto número
22, en el cual se menciona la necesidad de la reglamentación del trabajo
doméstico y del trabajo a domicilio, lo cual ha sido considerado como un
claro ejercicio de inclusión y reflexión entre los miembros del plm, en
donde las mujeres encontraban cobijo en la visibilidad de sus labores.
Después de la salida a la luz del programa político del partido, se unieron
a él varias organizaciones de trabajadoras, principalmente obreras textiles
y maestras normalistas, y la adhesión que tuvieron de distintas
organizaciones laborales femeninas continuaría incluso después de 1910. Por
desgracia, no queda testimonio de la participación de las mujeres en la
elaboración de este documento ni de otros planes creados durante esta época,
a pesar de que ellas estuvieran presentes en las discusiones y al momento de
su elaboración. Los firmantes siempre fueron hombres y a ellos se ha
atribuido la totalidad de las ideas expuestas en éstos. Sin embargo, se
considera que la característica más liberal del partido es precisamente el
tomar en cuenta estas demandas y considerar a estas militantes como agentes
políticas serias, lo cual, llenó de esperanza a aquellas que vieron
finalmente reflejados sus intereses en un programa político viable.
El 1° de julio de 1906 se publicó el programa del Partido Liberal. Si bien no cuenta con la firma de mujeres, se sabe que ellas participaron de cerca en las discusiones, además de que se incluye el tema sobre la reglamentación del trabajo doméstico.
La Cárcel de Belén se convirtió en el lugar favorito del régimen para enviar a los simpatizantes del movimiento liberal, entre ellos, a las mujeres, que desde la prensa lo cuestionaban de manera contundente.
A pesar de que la participación femenina tanto en el plm como en el magonismo fue directa y de suma importancia, su actividad permaneció en medio del anonimato pues, a pesar de la inclusión, los tiempos no estaban preparados para visibilizar su trabajo, pero en lo que sí fueron iguales a sus compañeros en esta etapa fue en que el gobierno las persiguió y encarceló con la misma rudeza que a los líderes liberales más importantes. La cárcel de Belén fue el espacio elegido por el régimen porfirista para apresar a los miembros de este movimiento, a los periodistas que protestaban a través de sus periódicos de oposición contras las injusticias y las violaciones a los derechos humanos por parte del dictador, o a las mujeres que desde sus clubes organizaban y difundían su ideario. Algunos también fueron trasladados a la cárcel de San Juan de Ulúa, donde a veces lograban salir vivos, pero en ocasiones, con daños tan severos que los conducían a la muerte años después.
La Cárcel de Belén se convirtió en el lugar favorito del régimen para enviar a los simpatizantes del movimiento liberal, entre ellos, a las mujeres, que desde la prensa lo cuestionaban de manera contundente.
Mujeres como Dolores Jiménez y Susana Barrios fueron encerradas por ser simpatizantes del plm, como se puede ver en este expediente sobre su ingreso a la penitenciaría del Distrito Federal.
Juana Belén Gutiérrez fue encarcelada en varias ocasiones, lo que la llevó a
elegir el camino del exilio, como hicieron la mayoría de los miembros del
plm durante estos años. Algunas mujeres más optaron por este recurso, como
fue el caso de Elisa Acuña y Rosseti, quien, junto con sus hijas, acompañó a
Juana a su destino en Laredo, donde se unieron a Sara Estela Ramírez, que se
encontraba ya en ese sitio resistiendo a través de su periódico La
Corregidora. Elisa Acuña también había estado presa en Belén, en donde fundó
la sociedad Hijas de Cuauhtémoc, junto con otras militantes presas. Los
testimonios relatan que Elisa fue amenazada varias veces con trasladarla a
San Juan de Ulúa, cosa que no sucedió, pero sí fue sometida a torturas, se
le prohibió recibir alimentos o abrigo y fue violentada constantemente para
que revelara información sobre sus compañeros.
Como podemos ver, la red solidaria se activó entre el contingente femenino,
gracias al cual también los líderes liberales encontraron un refugio a su
llegada a los Estados Unidos. La propia Sara Estela Ramírez alojó en su casa
a quienes arribaron al vecino país del norte huyendo de la encarnizada
persecución de Díaz en 1904. Sin embargo, el acoso policial que los
liberales sufrían en México, continuó en el país del norte, pues desde
finales de 1905 las autoridades mexicanas y norteamericanas organizaron un
sistema internacional de persecución en contra del plm en el que estuvieron
involucrados la agencia de detectives Furlong Pinkerton, la embajada de
México en Washington, los consulados mexicanos en sitios como Texas,
Arizona, San Luis, Missouri, y Los Ángeles, la Secretaría de Relaciones
Exteriores, los departamentos de Estado, Guerra y Tesoro y otras
dependencias más que cooperaron para terminar con el movimiento liberal,
independientemente del género de sus militantes.
Mujeres como Dolores Jiménez y Susana Barrios fueron encerradas por ser simpatizantes del plm, como se puede ver en este expediente sobre su ingreso a la penitenciaría del Distrito Federal.
“[…] No veo el motivo ni el objeto de esa cita que se hace de Vésper en ese caso, pues si se debe a un espíritu de justicia extremada, que reconoce a todos sus servicios a la patria por insignificantes que ellos sean, entonces me permitiré advertir a usted que hay quien con más motivo y más razón tenga derecho a una cita, y es el inolvidable Santiago de la Hoz, que fue el más ardiente oposicionista y a quien su buena fe y su juventud disculpan de los errores que cometiera en aquella época” (Juana Belén Gutiérrez, Regeneración, 2ª época, núm. 3, 19 de noviembre de 1904).
“Dispensadme si en cumplimiento del deber vengo a ocupar este lugar, y vengo tal vez a ser la nota discordante en este grupo de pensadores. Pero orgullosa de pertenecer a esta agrupación, me siento satisfecha al levantar la voz en el seno de ella, para dar francamente mis opiniones […] ¡Aquí estoy… pronta a luchar como liberal por el restablecimiento de nuestras sagradas instituciones holladas […] para que allá en los anales de los tiempos, Cuauhtémoc, Hidalgo y Juárez no se avergüencen de haberse sacrificado por nosotros!” (Discurso pronunciado por Elisa Acuña en la 2ª asamblea general del Club Ponciano Arriaga publicado en El Hijo del Ahuizote, núm. 845, 5 de abril de 1903).
“El despotismo de Porfirio Díaz, no funciona solamente en México; es una red que se extiende hasta la América del Norte para aniquilarnos […]: Los esbirros de Díaz han creído disolver el Partido Liberal Mexicano, arrestando en Los Ángeles [...] a los liberales mexicanos [...] No saben los muy canallas que, aunque los principales miembros de este partido sean confinados a los horribles presidios [...] cada uno de los liberales (que son muchos) pueden seguir la labor iniciada y ya casi verificada por la libertad del esclavo de allende El Bravo” (Andrea Villarreal G., “Abajo el despotismo”, en Revolución, 12 de octubre de 1907, Los Ángeles, Cal.).
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Paulina Martínez Figueroa
Rebeca Flores Gutiérrez
Ivonne Charles y Mariel Morales
Angélica Santa María Daffunchio
Bárbara Hernández y Salvador López