Recientemente han aparecido libros sobre historia de las mujeres que plantean nuevas maneras de abordar su participación política en eventos históricos relevantes.
En 1968 apareció un libro que cambió de manera importante la historiografía sobre la Revolución: Intellectual Precursors of the Mexican Revolution (1900-1913). James D. Cockcroft, investigador norteamericano, militante marxista, interesado en América Latina, partidario de los movimientos sociales y de los regímenes de izquierda, presentó una visión novedosa acerca de los procesos gestados en México entre 1900 y 1913. En su investigación, que contó con el apoyo de sociólogos e historiadores estadunidenses y de especialistas nacionales y europeos en la Revolución y en el Porfiriato, además del acceso a bibliotecas y archivos privados, materiales no publicados e incluso con testigos presenciales, denomina a lo sucedido entre aquellos años de la historia mexicana como Revolución precursora.
Recientemente han aparecido libros sobre historia de las mujeres que plantean nuevas maneras de abordar su participación política en eventos históricos relevantes.
Resulta necesario revisar nuevos puntos de vista sobre la historia de las mujeres, y dar voz a las autoras e investigadoras que actualmente nos ofrecen interpretaciones con perspectiva de género.
A partir de entonces, esta palabra quedó ligada al Partido Liberal Mexicano y a todos los que se involucraron en él. A pesar de que ya ha pasado más de medio siglo de su publicación, fue hasta hace poco que comenzó a cuestionarse la validez de este término y lo inadecuado que es referirnos a sus protagonistas como precursores, pues de cierta forma le restan valor a su participación en la historia subordinándolos a un papel menor al considerar este periodo sólo como un paso previo antes de llegar a lo verdaderamente relevante: la Revolución mexicana de 1910. Pero existe un detalle más que llama la atención en la investigación de Cockcroft: deja completamente fuera a las mujeres que colaboraron en él. Si bien es entendible por el contexto en el que se elaboró el trabajo, resulta preocupante que no se hubiera cuestionado su visión excluyente y fuera hasta hace muy poco que los nombres de las mujeres que transitaron por el plm y el magonismo comenzaran a salir a la luz.
Resulta necesario revisar nuevos puntos de vista sobre la historia de las mujeres, y dar voz a las autoras e investigadoras que actualmente nos ofrecen interpretaciones con perspectiva de género.
Resulta necesario revisar nuevos puntos de vista sobre la historia de las mujeres, y dar voz a las autoras e investigadoras que actualmente nos ofrecen interpretaciones con perspectiva de género.
El libro de Cockcroft nos muestra lo que ha sucedido con las mujeres a lo largo de la historia, por desgracia, no sólo nacional. Por más protagonismo que hayan tenido, por más que aparezcan en diarios o en documentos, no se les toma en cuenta como agentes históricas y no figuran en la historiografía tradicional ni en investigaciones como la del estadunidense, muchas de las cuales, como es el caso de ésta, han sido determinantes para explicar ciertos periodos de nuestro devenir histórico. Hay personas que incluso hoy lo emplean como fuente para trabajar el tema y los vacíos que hay en él permanecen también en quienes lo consultan. Quizá no podemos cambiar estas ausencias, pero sí reivindicar el lugar de estas protagonistas del pasado mexicano y “rellenar” los vacíos con nuevas formas de ver e interpretar tanto las fuentes como los roles de género que han impedido visualizarlas como parte esencial de nuestra historia.
Resulta necesario revisar nuevos puntos de vista sobre la historia de las mujeres, y dar voz a las autoras e investigadoras que actualmente nos ofrecen interpretaciones con perspectiva de género.
Ésta es una publicación típica de principios del siglo xx, en donde se dedicaba una sección especial a los asuntos considerados propios de las damas.
Para comprender el lugar destacado que ocuparon las mujeres tanto en el plm como en el llamado movimiento magonista, debemos recordar lo que significaba ser una de ellas en el cambio de siglo. Aunque las cosas comenzaron a transformarse durante las últimas décadas del xix y el sexo femenino pudo acceder al espacio público, la mayoría seguían desenvolviéndose en el ámbito privado. A pesar de que ya participaban en algunas profesiones, como la docencia o el periodismo, esto sólo se encontraba reservado para las pertenecientes a las clases media y alta. La maternidad continuaba siendo la función femenina por excelencia y las tareas domésticas su actividad principal.
Ésta es una publicación típica de principios del siglo xx, en donde se dedicaba una sección especial a los asuntos considerados propios de las damas.
Durante el cambio de siglo se editaron publicaciones periódicas dirigidas exclusivamente al público femenino, como el titulado Periódico de las Señoras en donde ya aparecían colaboraciones de escritoras.
En gran medida, la religión católica todavía dictaba las normas de conducta femenina, por lo que se consideraba uno de los mayores obstáculos para el avance tanto intelectual como político de las mujeres. Éstas aún no eran ciudadanas, no tenían derechos políticos ni en México ni en otros países del mundo; ello explica que todavía no se tuviera al sufragio como una demanda importante. En cambio, se veían como parte del proletariado, esto quiere decir que en ese entonces su lucha estaba encaminada a la “liberación” y mejora de la clase trabajadora más que a obtener derechos como un colectivo específico diferenciado del contingente masculino. La industrialización de ciertas zonas había fomentado el trabajo femenino y las obreras surgieron como un grupo social al que debía aleccionarse.
Durante el cambio de siglo se editaron publicaciones periódicas dirigidas exclusivamente al público femenino, como el titulado Periódico de las Señoras en donde ya aparecían colaboraciones de escritoras.
Durante el cambio de siglo se editaron publicaciones periódicas dirigidas exclusivamente al público femenino, como el titulado Periódico de las Señoras en donde ya aparecían colaboraciones de escritoras.
Si bien se resaltaban como rasgos de su personalidad ser delicadas y simpáticas, abnegadas y sacrificadas, o se ponía énfasis en la “bondad femenina” como una de sus principales virtudes, las mujeres que participaron en el plm y en el movimiento magonista se encargaron de demostrar que eran mucho más que el estereotipo femenino de entonces. Con su llegada como miembros activos del partido, como editoras de publicaciones o como encargadas de las finanzas de la organización, entre muchas otras actividades, quizás sin imaginarlo, sentaron un importante precedente para la participación posterior de muchas más no sólo en política, sino en otros ámbitos de la vida pública.
Durante el cambio de siglo se editaron publicaciones periódicas dirigidas exclusivamente al público femenino, como el titulado Periódico de las Señoras en donde ya aparecían colaboraciones de escritoras.
El plm y el movimiento magonista acogieron a un importante contingente de obreras, mujeres que comenzaron a entender la importancia de los derechos laborales y a exigirlos sin temores.
Es probable que se haya tendido a minimizar la participación del contingente femenino tanto en el movimiento encabezado por el plm como en el llamado magonismo, debido a que muchas de ellas tenían relaciones de parentesco con quienes han sido considerados los protagonistas de esta historia. Sin embargo, aunque algunas lo vivieron desde este enfoque, muchas otras se integraron a él por razones ideológicas y por sus políticas sociales. Así, la incursión en sus filas fue como periodistas, fundadoras de diarios de oposición; como un miembro más de aquellos que cuestionaban al sistema porfirista y que, por lo mismo, sufrió acoso y persecución como sus compañeros del sexo masculino; como participantes activas en las discusiones y planteamientos políticos, lo que consiguió que varias de sus propuestas quedaran plasmadas en documentación importante emitida por sus órganos centrales del partido; con la fundación de clubes, desde donde se hacía proselitismo en favor de la causa, además de reunir fondos para el sostenimiento de la lucha.
El plm y el movimiento magonista acogieron a un importante contingente de obreras, mujeres que comenzaron a entender la importancia de los derechos laborales y a exigirlos sin temores.
Mujeres que participaron tanto en el plm como en el magonismo encontrarían nuevas formas de encaminar sus inquietudes políticas, como Dolores Jiménez, ideóloga del zapatismo, quien, según las especialistas, aparece en esta foto, detrás de los reconocidos caudillos
Los planteamientos del plm encontraron acogida entre el sector femenino porque fue uno de los primeros espacios en los que se planteó la reivindicación del trabajo de la mujer tanto en lo público como en lo privado. Por esta razón, hallaron afectas no sólo en México y en los estados de la frontera, donde se ubicaban las maquilas, también incluso entre las obreras de los Estados Unidos, muchas de las cuales tenían un bagaje más amplio en lo referente a movimientos sociales y derechos laborales. La mayor parte de estas militantes conocían lo que implicaba el trabajo doméstico y las labores de cuidados, habían realizado estas faenas en el hogar y como medio para sobrevivir, y el encontrar que sus demandas al respecto tenían un espacio en su programa político, no hizo más que convencerlas de que estaban aliadas con el bando correcto.
Mujeres que participaron tanto en el plm como en el magonismo encontrarían nuevas formas de encaminar sus inquietudes políticas, como Dolores Jiménez, ideóloga del zapatismo, quien, según las especialistas, aparece en esta foto, detrás de los reconocidos caudillos.
Mujeres que participaron tanto en el plm como en el magonismo encontrarían nuevas formas de encaminar sus inquietudes políticas, como Dolores Jiménez, ideóloga del zapatismo, quien, según las especialistas, aparece en esta foto, detrás de los reconocidos caudillos.
Las actividades que realizaron estas mujeres no se detuvieron cuando el plm y el magonismo perdieron fuerza. Asimilaron todo el aprendizaje obtenido durante estos años y pudieron canalizarlo para integrarse a otras facciones después del estallido de la Revolución y el inicio del liderazgo de Francisco I. Madero. Para muchas de ellas, la incursión en las filas del plm fue un paso más en su trayectoria, sin que esto le reste la importancia que tuvieron para el liberalismo. Algunas se quedaron en el camino por diferencias ideológicas con el grupo de los Flores Magón, otras continuaron hasta que el movimiento se agotó y no aguantó más el encarcelamiento y el exilio. Su compromiso social y político seguiría e incluso algunas tomarían la vía armada como opción para lograr el cambio en el sistema.
Mujeres que participaron tanto en el plm como en el magonismo encontrarían nuevas formas de encaminar sus inquietudes políticas, como Dolores Jiménez, ideóloga del zapatismo, quien, según las especialistas, aparece en esta foto, detrás de los reconocidos caudillos.
“Todos los que oprimen, los que con el llanto de las mujeres y el sacrificio de los esclavos se sostienen muy alto, se dan a sí mismos el título de pacificadores y de grandes […] ¡Pacificador! Los repletos cementerios explican con soberana elocuencia su manera de pacificar. ¡Grandes! Son grandes porque se han encaramado sobre los hombros de los demás […] La grandeza de los opresores la sostienen los mismos oprimidos. Así pues, en las manos de los pueblos está el remedio: no apoyar más a los tiranos” (Lucía B. Norman, Libertad y Trabajo, núm. 5, 6 de junio de 1908).
“Compañeras, madres mexicanas: empujad a vuestros maridos a la lucha […] ¿No os sentís apenadas de haber unido vuestro destino al de un cobarde? ¿No sentiréis remordimientos por el hecho de que vuestros hijos van a ser esclavos porque sus padres no quisieron tomarse la molestia de romper las cadenas? Compañeras: debemos luchar todos, hombres, y mujeres” (Paula Carmona, Regeneración, núm. 6, 8 de octubre de 1910).
“La nación mexicana no está contenta. Se encuentra esclavizada; pero protesta contra la esclavitud, se debate contra sus cadenas y se prepara para despedazarlas en un hercúleo esfuerzo. Y si miles de valientes mueren en esta lucha, habrá otros miles que continúen la azarosa contienda hasta acabar con la esclavitud y entonces, México, orgulloso del esplendor de su libertad nuevamente conquistada, ocupará su puesto entre las naciones que marchan hacia adelante empujadas por el progreso del mundo” (Ethel D. Turner, Regeneración, núm. 13, 26 de noviembre de 1910).
Bartra, Armando y Jacinto Barrera, La revolución magonista (Cronología narrativa), México,
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sep / Siglo XXI, 1985, 290 pp.
Guerrero Valdez, Adolfo, “James D. Cockcroft en los Precursores intelectuales de la Revolución
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Hernández Velázquez, María Remedios, “Mujeres magonistas: una participación política activa en
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141 pp.
Lau Jaiven, Ana, “La escritura revolucionaria: Vida y publicaciones de mujeres periodistas
durante el Porfiriato”, en Fuentes Humanísticas, núm. 48, México, uam-Azcapotzalco, 2004, pp.
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Moguel Flores, Josefina, Guía e índices del archivo de los hermanos Flores Magón, 1901-1912,
México, sre-Dirección General del Acervo Histórico Diplomático, 2010, 1753 pp.
Pilaszek, Marta y Omar Rojo, “La participación de la mujer en la revolución mexicana. Tres
trayectorias”, en XI Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, Tucumán, Argentina,
Facultad de Filosofía y Letras, 2007.
Rubio Ríos, Flor Vanessa, “Vida y obra de la mexicana Juana Belén Gutiérrez de Mendoza”, en
Ciencia Nicolaita, núm. 79, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, abril de
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Ruiz, Yelitza, Hilo negro. Mujeres y Revolución en el Partido Liberal Mexicano, México, Brigada
para Leer en Libertad, 2020, 172 pp.
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espacios alternativos y expresiones culturales en América Latina, México, Tecnológico de
Monterrey, 2013, pp. 563-594.
Paulina Martínez Figueroa
Rebeca Flores Gutiérrez
Ivonne Charles y Mariel Morales
Angélica Santa María Daffunchio
Bárbara Hernández y Salvador López