Uno de los problemas más apremiantes que se viven en la actualidad, no sólo en la sociedad mexicana, sino en el resto del mundo, es la violencia contra las mujeres. Aunque se ha visibilizado cada vez más, no es algo que se haya generado en los últimos siglos, es la continuación de un comportamiento que se viene arrastrando desde que comenzaron a organizarse las primeras comunidades humanas. Considerada en el presente como una de las violaciones más graves a los derechos humanos, las cifras referentes a violaciones, violencia intrafamiliar y feminicidios parecen incrementarse a pesar de que los Estados han intervenido de manera cada vez más continua y decidida. Es necesario fomentar la participación de distintas áreas de la sociedad y tratar de generar cambios profundos que se reflejen a mediano y largo plazo. Uno de ellos es conocer nuestra historia, hacer memoria sobre las diferentes formas en las que las mujeres han sido violentadas y reconocer cómo estas prácticas se han transformado más no desaparecido.

Armas blancas para herir amores

Durante el siglo xix se crearon las pautas para el desarrollo de muchos de los comportamientos sociales que se utilizarían en el siglo xx y, por desgracia, todavía en el xxi. Fue en esta época en la que se afianzó la idea de lo que ahora se conoce como el “amor romántico”, cuando a las relaciones conyugales, hasta ese momento concebidas en términos de conveniencia económica y social, se les agrega el “amor”, el cual debía surgir como consecuencia de una historia única y especial, similar a los romances literarios y en la que se deja de lado el elemento sexual y la atracción para priorizar la cercanía espiritual de la pareja. De manera paralela, surge el concepto de “hogar”, un replanteamiento en la relación entre padres e hijos, al igual que la creación de la maternidad como el papel femenino por antonomasia. Todas estas ideas se conjugaron en una institución, la cual sería a partir de entonces la única válida para alcanzar la vida plena de la pareja: el matrimonio.

De allí que, desde entonces, se crea que sólo hay un modelo al cual debemos ajustarnos según la moral cristiana occidental. En este sentido, un caso que llama la atención es el de las mujeres heridas y asesinadas por arma blanca durante el siglo xix. Los documentos nos indican que es debido principalmente a dos razones: rechazar propuestas matrimoniales y por celos. Es probable que estos hombres hayan actuado ante la frustración que sintieron por el desaire a su propuesta de matrimonio pues también significaba declinar una forma de vida en la cual ya habían basado su futuro; sin embargo, llegar a los extremos de herir a una persona por estas causas parece rayar en los límites de lo absurdo. Aparece también por ese tiempo la idea cada vez más arraigada de que las mujeres eran “propiedad” de su pareja en turno, ya fueran novias, esposas o formaran parte de una relación extramarital. La sospecha de infidelidad se despertaba en ellos tan sólo por verlas hablando con otros hombres e incluso el tercero también resultaba en ocasiones herido por estar en el momento y lugar equivocados. Así, por separado o al conjugarse, estos dos factores dan como resultado la violencia feminicida que ha causado estragos en la sociedad desde aquellas épocas que ahora nos parece muy lejanas.

Las representaciones sobre la violencia hacia la mujer en José Guadalupe Posada y la imprenta de Vanegas Arroyo

Muchos recordamos a José Guadalupe Posada por sus alegres calaveras que siempre relacionamos con el festejo del Día de Muertos. La famosa “Catrina”, las calaveras pulqueras y demás grabados sobre este tema nos acompañan año con año en ese día tan significativo para los mexicanos. Pero Posada también elaboró obras sobre muy diversos temas para la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, fundada en 1880. Cuadernillos de canciones, versos, cuentos o discursos patrióticos, formatos para felicitaciones o cartas de amor, obras de teatro para títeres y pliegos y hojas sueltas con encabezados e ilustraciones en las que se informaba de apariciones milagrosas, desastres naturales, sucesos políticos o crímenes sensacionalistas. Gracias a ellos podemos acercarnos a la violencia que vivieron las mujeres del porfiriato, así como a las opiniones que tenían los editores al respecto.

La violencia en las representaciones de Posada, aunque comúnmente era ocasionada por los hombres, también muestra a mujeres que maltratan y asesinan a sus parejas por muy diversas razones. En algunos de los textos que acompañan estas ilustraciones se muestra preocupación ante la falta de moralidad de la sociedad de su tiempo, sobre todo en aquellos que involucran “triángulos amorosos”. No justificaban la muerte de aquellas consideradas “coquetas” o que habían desdeñado a sus amantes, como sí lo hicieron otros redactores, pero se conformaban con el castigo aplicado a los delincuentes por la justicia humana sin hacer mención a la divinidad, como sí lo hicieron en otros casos. Según los especialistas en el tema, esto significa que, si bien no aprobaron el comportamiento de los llamados “matadores de mujeres”, tampoco consideraron que sus transgresiones fueran muy graves. También hubo casos en los que el acontecimiento se relató de tal manera que el agresor es presentado como la víctima, mientras que la verdadera agraviada se muestra como la culpable del drama, debido a lo cual logran que el lector acepte el desenlace final, contribuyendo a minimizar la gravedad del problema. Pero no sólo ellos cayeron en este error. Durante esa época, jueces y abogados también justificaron el uso de la violencia ejercida por el hombre hacia la mujer en el seno familiar si se argumentaba que el acto se había cometido para corregir o reprender alguna conducta desafiante o equivocada de la pareja. La idea de la autoridad masculina y la sumisión femenina como atributos de género estuvieron presentes en muchos de estos casos de violencia durante el porfiriato.

Noticias en el periódico La Opinión sobre homicidios y feminicidios en la primera mitad del siglo xx

El diario de circulación cotidiana La Opinión es considerado el periódico decano del estado de Puebla. Fue fundado en 1924 y se ha convertido en un referente obligado para conocer la historia del siglo xx en esa entidad. Además, fue el único diario editado en aquel sitio durante la primera mitad de ese siglo, por lo que su información es sumamente valiosa, además de que cubre un momento importante para la historia regional. Entre la diversidad de temas que se pueden consultar en él encontramos referencias a asesinatos y feminicidios perpetrados en las décadas de los años cuarenta y cincuenta, los cuales, al parecer, llegaron a ser un verdadero problema para las autoridades, incluso sus editores se mostraron sorprendidos del aumento registrado en este tipo de crímenes.

Los artículos periodísticos de La Opinión nos acercan de manera cruda a violaciones y crueles asesinatos de mujeres de todas las edades: niñas abusadas y arrojadas a pozos para que no localizaran sus cuerpos; jóvenes apuñaladas encontradas en ríos o señoras de mediana edad destrozadas a machetazos. El diario registra de igual modo lo sucedido en algunos otros estados, como el caso de un homicidio en Morelia, Michoacán, en el cual un padre de familia asesinó a su esposa y a tres de sus hijos. En la nota, los redactores culpan de esta tragedia a la falta de trabajo y a la situación económica difícil por la que atravesaba ese individuo, pero no profundizan en otro tipo de causas. Sin embargo, encontramos otros artículos en los que, a falta de más información, los redactores formulan como hipótesis la causa de muerte: por ejemplo, en el caso del cuerpo de una mujer encontrada en el río Atoyac, plantean la posibilidad de que fuera un “marido ofendido” o un “amante despechado” quien le arrebatara la vida mostrándonos que estas dos razones seguramente eran las más comunes por las que se registraban este tipo de eventos violentos. En lo que todos coinciden es en la saña y brutalidad con las que se perpetraron y también muestran indignación ante el hecho de que las víctimas fueran “indefensas mujeres”. En este periódico se percibe que este tipo de delitos eran calificados como graves y los editores y articulistas consideraban necesario que cayera todo el peso de la ley sobre los culpables, sin importar si el motivo había sido “pasional”.

Las Muertas de Juárez

Siempre ha sido difícil hablar de la frontera norte de nuestro país. Zona de sueños para unos, ha representado el peligro y la muerte para otros. Desde la época virreinal, el conflicto que provoca la lejanía y el aislamiento la ha convertido en una región que se mueve bajo sus propias reglas. Las dinámicas de migración ilegal, la apertura de cientos de maquiladoras nacionales y extranjeras, la delincuencia organizada en ambos lados de la línea divisoria, la existencia de contrabando y prostíbulos confluyen en la localidad de Ciudad Juárez como en ningún otro sitio. Y fue en este punto tan difícil de la geografía mexicana en donde entre los años 1993 y 1994 se registró la primera serie de asesinatos consecutivos de mujeres, el fenómeno que ahora todos conocemos con el nombre de las Muertas de Juárez.

Se tiene noticia de que desde el siglo xix se dieron en esa zona asesinatos de prostitutas que, a causa de su profesión, fueron minimizados y pasaron desapercibidos por las autoridades y la propia sociedad. Los discursos discriminatorios desde entonces funcionaron como justificación de los hechos: se lo merecía “por ser prostituta”; “por tener muchos novios”; “por salir en la noche”, o “por usar minifalda”. El tono cambió un poco cuando comenzaron a darse cuenta de que la mayoría de las mujeres asesinadas eran trabajadoras de las maquilas. Sin embargo, a pesar de las recomendaciones dadas a las autoridades, a la intervención de las organizaciones pro derechos humanos, a la creación de una procuraduría especial para investigar los crímenes y a la movilización ciudadana que ha tenido una importante participación, no se han podido o no se han querido esclarecer estos hechos. El asunto se convirtió en parte del juego político partidista en donde cada bando culpó a su adversario. Las llamadas “Muertas de Juárez” son una muestra de la violencia contra las mujeres que se vive en nuestro país y fue quizá el primer caso mediático que puso sobre la mesa el tema del feminicidio. Hoy en día, a pesar de que ya han pasado casi 30 años de aquellos primeros asesinatos en Ciudad Juárez, no se le ve fin a un problema que no sólo concierne a autoridades o figuras políticas, sino a la sociedad mexicana en su conjunto.

Cronología

Cronología de publicaciones, personajes, leyes, organizaciones y eventos mencionados en la exposición “Memoria en femenino”.