La Carrera Panamericana fue lo que hoy en día
podemos
reconocer como un megaevento deportivo. Adicional a la propia espectacularidad “natural” de una
carrera de automóviles, la competencia tenía múltiples experiencias que ofrecer a los involucrados:
la cobertura de los medios de comunicación permitía a los aficionados seguir la competencia sin
apenas moverse. Por otra parte, los asistentes y los habitantes de las poblaciones visitadas por el
contingente panamericano podían complementar su experiencia deportiva con el creciente atractivo
turístico que empezaba a desarrollar México. Todo ello venía acompañado de un impresionante
despliegue mercadotécnico de las marcas y empresas que patrocinaban al evento, quienes llenaban
periódicos, espectaculares y minutos en radio con sus anuncios, listos para aprovechar la euforia y
vender a más no poder.
La competencia utilizó la Carretera Panamericana celebrando la conclusión de este proyecto
carretero. La primera edición se corrió de norte a sur, sin embargo, a partir de 1951, el sentido se
invirtió para facilitar la logística de transporte de los equipos y coches participantes.
La carrera
se dividía en varias etapas, que aprovechaban para realizar paradas en las ciudades más importantes
del país.
Los equipos participantes, que incluían al piloto, un copiloto y uno o más mecánicos, tenían que
pagar una inscripción al comité organizador, así como asegurarse de contar con un automóvil que
cumpliera con las especificaciones técnicas de alguna de las categorías que conformaban a la
competencia. Por otra parte, los pilotos y sus copilotos tenían que pasar por una revisión médica
cuyo objetivo era asegurarse de que contaban con buena salud para poder conducir durante la
extenuante jornada de varios días que duraba la carrera. A pesar de esto, no existía ningún programa
de entrenamiento físico para los pilotos. Por otra parte, las medidas de seguridad en los
automóviles se limitaban al uso de cinturones de seguridad (no obligatorios) y cascos hechos de
cuero y corcho.
Como otros espectáculos deportivos, la Carrera Panamericana tuvo como principal aliado a los medios de comunicación, quienes hacían un importante despliegue logístico, tecnológico y humano para seguir la competencia en su totalidad. Los periódicos invertían en periodistas invitados que gastaban tinta en ediciones especiales dedicadas a la competencia; la televisión y el radio dedicaban espacios en sus programaciones habituales para llevar a sus audiencias resúmenes con las acciones del día. Incluso el cine dedicó parte de sus espacios para seguir al contingente panamericano.
Cualquiera podía acercarse a la carretera para observar el contingente de competidores. Los habitantes de las grandes ciudades también podían ver a los coches en los arcos de llegada y salida que se montaban para delimitar las diferentes etapas que constituían a la competencia. Todo ello generaba un ambiente de fiesta atractivo para competidores y espectadores.
Cualquiera podía acercarse a la carretera para observar el contingente de competidores. Los habitantes de las grandes ciudades también podían ver a los coches en los arcos de llegada y salida que se montaban para delimitar las diferentes etapas que constituían a la competencia. Todo ello generaba un ambiente de fiesta atractivo para competidores y espectadores.
La cobertura mediática de la Carrera Panamericana, así como de otros eventos deportivos profesionales de la época, brindó a múltiples productos la oportunidad para anunciarse de forma más agresiva. No sólo compañías automotrices, que veían a sus modelos competir en la Panamericana, sino también refaccionarias, aceites, aditivos y gasolinas para automóviles hicieron de éste su dominio absoluto. Sin embargo, también hicieron su aparición relojes, tabacos y refrescos con anuncios que aprovechaban el interés por este evento automovilístico.
Al igual que otros eventos deportivos de gran magnitud, la Carrera Panamericana fue posible gracias a una colaboración logística y financiera entre el Estado y la iniciativa privada. Desde el principio de su historia, se imprimió una gran importancia al evento y sus participantes, quizá por ello, la organización se preocupó por reconocer a todos y cada uno de los competidores a través de premios, reconocimientos, cenas y galas de honor.