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Cédula
 
Fondo
Inquisición
Colección
Sección
Subsección
Serie
Subserie
Unidad de instalación
Volumen 1328
Expediente
6
Legajo
Documento
Volumen de la Unidad de Descripción
Fojas 297-306
Nivel de descripción
Unidad Documental Compuesta
Título
Nombre paralelo
Fechas
1721
Lugar de expedición
Chacaltianguis, Oaxaca
Productor
Alcance y contenido
Denuncia que hace el señor don Miguel Martínez de Castro, en ejecución de mandato del señor licenciado don José Valverde, abogado de la Real Audiencia de este reino, catedrático de prima de teología en el colegio real Seminario de la Santa Cruz de la ciudad de Antequera y su rector, canónigo magistral de la santa iglesia catedral y visitador general actual y comisario de la Inquisición en el obispado de Oaxaca, procedió a examinar los santiguos y suertes que ante su merced fue delatado hacerse en este pueblo de Tejochoacan por algunas personas. Compareció Miguel Garao, el que solía santiguar a algunas criaturas y personas enfermas, y asimismo cuando se hallaban en algún peligro, lo que siempre hacía de buena fe. Petrona de la Cruz, algunas veces ocurriendo a hacer algún remedio a las mujeres, con buena fe decía estas palabras “nuestra señora por el mundo anduvo, mal de madre jamás tuvo; así como esto es verdad, madre ponte en su lugar. María de gracia, parda libre, santiguaba a varias criaturas enfermas diciéndoles: oh virgen santísima señora mía pon aquí tu mano primero que la mía”; y luego les rezaba el credo tres veces, diciéndoles “Jesucristo nació en Belén y murió en Jerusalén, así como esto es verdad libra señor a esta criatura de toda enfermedad”. Pedro García, pardo libre, natural de la provincia de San Salvador del reino de Guatemala, quien estando con Juan de Medina, habiéndole faltado unas libras de chocolate, le rogo le ayudara a hacer la suerte de las tijeras y la batea para inquirir quien lo había hurtado, diciendo estas palabras “por San Pedro y por San Pablo y por el apóstol Santiago, y los cuatro evangelistas que Cristo tiene a su lado que fulano (nombrando a la persona de quien se tiene sospecha) hurto esto o aquello (expresando lo que les falta), etcétera”. Pascual Díaz hizo también la suerte de las tijeras, teniendo sospecha de que Antonio Solís le había hurtado un poco de maíz. Juan de Quintana Santiago, pardo libre, santiguaba a las criaturas enfermas diciéndoles estas palabras “en el nombre del buen Jesús que es nombre de virtud, donde Jesús fue mentado todo mal fue quitado, donde Jesús se mentó todo mal se quitó, por Jesucristo crucificado, hijo de Santa María, que su cuerpo no sea preso, ni su alma sea perdida; Jesucristo encarnó, Jesucristo nació, Jesucristo murió, Jesucristo con su misma virtud subió a los cielos, bendita sea la madre que tal hijo parió, así como confieso que esto es verdad te sane mi señor Jesucristo de toda tu enfermedad”. Marta de Mora y Medrano hizo en una ocasión la suerte de las tijeras, denunciada por Tomás de Trejo, ésta juro que no lo había hecho, sino que la vio hacer a un moreno llamado Domingo Romero, esclavo de la hacienda de San Nicolás, para saber quién había hurtado cincuenta pesos. Jacinto Joaquín, pardo libre, dice que ha curado y suele curar a algunos mordidos de culebras en esta forma: hace una cruz en la parte baja de la picadura y otra en la alta, diciendo “Jesús, María y José” y luego le da a beber algunas yerbas, las que cogen rezando el credo, toman zacate de las cuatro esquinas invocando a la Santísima Trinidad, las yerbas las ha de moler una doncella, y luego les chupa en la picadura para extraerles el veneno y los encomienda a Nuestra Señora de la Concepción de ese pueblo; hace prender una candela que la han de comprar de limosna, y también les da a beber la cabeza de la misma víbora o culebra molida; y a los que ha curado en salud, para preservarlos de la picadura, les hace cruces con el colmillo de una, con que les va arañando en las manos, brazos, lengua, cerebro y otras cualquier partes de las decentes de su cuerpo invocando a Dios nuestro señor, etcétera. Petrona de la Cruz dijo que un primo suyo la había enseñado a curar o cortar la erisipela en esta forma: haciendo cruces en la parte donde se padece y diciendo “yo te curo rosa por la venenosa, por el santiguar, por el misal, por el altar, que te vuelvas a tu lugar donde gallo no canta, ni perro ladra” y luego le va haciendo cruces con la saliva. Juan Cortés, natural de dicho pueblo, solía curar la erisipela formando con el machete una cruz en el suelo y diciendo “en el nombre de la Santísima Trinidad, padre, hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero”, y luego untaba con unto sin sal la parte enferma, rezando el credo, etcétera. Juan Martín Hernández, castizo, criollo de la villa de Córdoba, declaró que viéndose muy apurado de la pobreza invoco al demonio, pero luego se arrepintió. Comparecieron María de la O, mujer de Mateo Chaparro, hijo del dicho, y Manuela Florentina, mujer de este, declaraban que todos de mancomún, habían hecho la suerte de la batea para averiguación de algunos hurtos.
Soporte
Papel
Estado de conservación
Notas
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Custodio
Archivo General de la Nación, AGN
Licencia de uso