lupa
Un museo de arqueología en Teotihuacan
Un museo de arqueología en Teotihuacan
José Antonio López Palacios y Yalo Jesús Madrigal Cossío
Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH

“Un museo de arqueología en Teotihuacan”: El museo de Leopoldo Batres a 110 años de su creación

Con el encabezado “Un museo de arqueología en Teotihuacan” se dio la noticia periodística que anunciaba el inicio de las obras para establecer un recinto educativo que sería denominado escuetamente como Museo de Teotihuacan, el 14 de junio de 1907, en un diario de circulación nacional. Según la nota, esta edificación estaba confiada a la inmediata dirección del señor Leopoldo Batres, inspector de Monumentos Arqueológicos. La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes destinaba una fuerte suma de dinero para la construcción del edificio, cuya finalidad era contener los objetos que fueran descubriéndose en las célebres pirámides. 

Esta iniciativa se sumaba a un ambicioso programa de eventos diseñado para las fiestas de conmemoración del primer Centenario de la Independencia nacional, una serie de actividades a efectuarse durante el mes de septiembre de 1910, entre las que se incluía para el día 10 la inauguración del museo. El jueves 10 de septiembre de 2020 se cumplieron 110 años de la inauguración de ese recinto museográfico. 


En 1907 se crea la Comisión encargada de los festejos de dicho centenario, para el que se organizaron banquetes, concursos, conferencias, bailes, cantos, desfiles, y demás. Una de las actividades programadas fue la realización del XVII Congreso Internacional de Americanistas en esta capital. Una parte se había llevado a cabo en Buenos Aires, Argentina, el mes de mayo, y ahora tocaba a México ser anfitrión de los estudiosos en una segunda reunión del Congreso en septiembre. Como parte de las sesiones de este evento académico se llevaría a cabo la apertura de la zona de monumentos arqueológicos de Teotihuacan y la inauguración de su nuevo museo y de la infraestructura inmobiliaria aledaña al recinto.

Las exploraciones arqueológicas en la urbe antigua dieron comienzo en 1905, e incluían, entre otros sitios, los edificios Subterráneos y la Casa de los Sacerdotes; sin embargo, el monumento piramidal por antonomasia en México constituía la exploración más importante preparada para dicha conmemoración: la Pirámide del Sol, al centro de la conocida ciudad en ruinas. Ahí se enfocaron los esfuerzos de la exploración y fue desenterrada de entre sus escombros en dos años. Los trabajos de reconstrucción realizados en esta pirámide cambiaron para siempre su fisonomía externa.

1
 

 

El Museo de Teotihuacan fue edificado a un costado del lado sur de la Pirámide del Sol y contaba para su funcionamiento con un salón de forma rectangular dispuesto de este a oeste, con su frontispicio y acceso único mirando al oriente. La orientación de estos últimos estaba en sentido inverso a la fachada principal de la Pirámide del Sol, la cual mira hacia el poniente. El inmueble constaba de un local de 40 metros de largo por 25 metros de ancho y siete metros de altura, más otros dos metros de tragaluz. La techumbre era de armadura de metal sostenida por columnas de hierro forjado y en el centro tenía un tragaluz de 25 metros de largo por 12 de ancho. En total el edificio tenía nueve metros de altura y estaba construido de mampostería. En el acceso principal se encontraba un pórtico de cancelería y columnas de hierro forjado, rematado al fondo por un cancel de caoba con una puerta central y dos laterales, originales del siglo XVIII. A los costados de la puerta principal tenía dos ventanas laterales, las únicas con las que contaba el inmueble. No tenía luz eléctrica y para obtener una buena iluminación en los interiores el tragaluz ocupaba una porción considerable de su superficie central. Esta claraboya disponía de cristales opacos, que daban paso a una luz meridiana y proporcionaban un efecto difuminado al pasar la luz solar dentro del espacio museístico. 

En la sala única de exhibición del museo había 62 pedestales, distribuidos al centro y en los laterales del espacio, y 12 vitrinas colocadas entre ellos. Los primeros eran de mampostería pintada de color negro y las segundas, de hierro con finos cristales italianos, igual que la claraboya, comprados a la Casa Pellandini, de gran prestigio. En los pedestales se exhibían 150 piezas de escultura en piedra de gran formato y en las vitrinas se mostraban ocho mil objetos menores de diversos materiales como obsidiana, hueso, cerámica, piedra y concha procedentes de las excavaciones en el sitio realizadas entre los años de 1884 a 1910.

Al parecer, fue la primera vez que la antigua ciudad tenía un museo que contara con estas características, pero no tenemos noticias de que en aquella localidad hubiera un almacén o bodega de bienes arqueológicos antes de su construcción; no obstante, quedaría establecido como el primer instituto de esta índole en Teotihuacan. Muchos de los primeros museos construidos en otras ruinas empezaron como bodegas o galeras de madera levantadas para tener un lugar donde fuera posible guardar objetos arqueológicos extraídos de las ciudades antiguas, para protegerlos de la intemperie y del saqueo.

2