La función del juez: ¿justicia o legalidad?
La función del juez: ¿justicia o legalidad?
Rodrigo Llanes Castro
Gastromotiva México
El doctor Juventino V. Castro y Castro fue abogado, funcionario público en el Poder Ejecutivo por más de 30 años, ministro de la Suprema Corte de Justicia (scjn) de la Nación y legislador federal al momento de su muerte en abril de 2012. Su vasta obra jurídica toca distintos temas sobre la Constitución, la Ley de Amparo y el Ministerio Público, entre otros. Siendo ministro del máximo tribunal, le tocó estudiar el asunto controversial de anatocismo y presentar el proyecto de sentencia. Ese fallo fue fundamental para su pensamiento, pues le llevó a cuestionarse qué hacer como juez cuando una ley a todas luces es injusta: ¿aplicar la ley y, por lo tanto, defender la legalidad? ¿O impartir una verdadera justicia? Para adentrarnos en esta cuestión profunda hagamos un breve recuento del fallo sobre este asunto particular.
El anatocismo es la norma que le permite a los bancos cobrar intereses sobre intereses. Y cito de los apuntes autobiográficos de don Juventino el siguiente relato:
“Estudiamos y resolvimos [en el Pleno de la Suprema Corte] el anatocismo que prácticamente puso en quiebra a todos los mexicanos y dio lugar al nacimiento del fobaproa (llamado el robo de los siglos; de todos los siglos de todos los México juntos) mediante el cual un Gobierno bandido aceptó los créditos vencidos y no cubiertos por los acreedores hipotecarios a los Bancos; sin autorización alguna los pagó el presidente Zedillo con fondos públicos de los ciudadanos mexicanos que jamás dieron consentimiento para ello, ni lo dio la Cámara de Diputados; y es quizás una de las tantas razones de nuestro actual estado de miseria e incapacidad.
[…]
“Cuando el Banco de México, a espaldas de las autorizaciones del Congreso, permitió a los Bancos cobrar a sus acreedores hipotecarios no solo los intereses pactados por ellos con sus clientes, sino un interés extra sobre los saldos periódicos no pactados, aunque el resultado fuere prácticamente la quiebra de todos los mexicanos, se originó el problema que más tarde se afrentó y se resolvió.
“Se dio el caso —por ejemplo— de que una persona solicitaba un crédito bancario para reconstruir su casa, y le daba esta en garantía hipotecaria al Banco. México entra en crisis por el llamado error de diciembre. Este error fue el de Zedillo en 1994 cuando recién entraba a gobernar en sustitución de Salinas de Gortari.
“Este llamado Presidente de México (Salinas) supo desde muchos años antes de concluir su mandato que en diciembre de 1994 se vencerían innumerables créditos de alto monto, que los anteriores gobiernos de México habían pedido a Bancos y particulares extranjeros, o a organismos financieros internacionales, y que la realidad era que no teníamos fondos para cubrir tales préstamos que en cascada se vinieron venciendo en su fecha de pago.
“Así que en diciembre de 1994 o México pagaba lo que le prestaron, o internacionalmente se le declararía prácticamente en quiebra. En esos últimos años de Salinas, la situación que apunto deterioró a todos mexicanos en su economía; ello incluyó a los Bancos que habían pactado préstamos con intereses normales que tenían que aceptarse y eran fijos porque el Código Civil como el Mercantil no autorizaban el anatocismo que los deudores no podían pagar en sus plazos de vencimiento. La situación del país, no previsible para los deudores cuando convinieron el crédito hipotecario, dio como resultado que cuando los Bancos demandaron a sus acreedores tanto por la suma adeudada, como por los intereses, y además los intereses extras sobre intereses pendientes de pago, tuvieron que reconocer y sufrir la insolvencia generalizada; y los bancos empezaron a apoderarse, ante todo, del inmueble que había sido dado en garantía.
“Fue tan increíble la situación que muchos acreedores se dirigieron a los bancos y les dijeron que se quedaran con sus casas que habían dado en garantía. Pero los bancos sostuvieron: “por supuesto que me quedo con la casa que me diste en garantía, pero los intereses que no me pagaste aún siguen originando nuevos adeudos. 'Por lo tanto, te quedas sin casa, y aun sigues debiéndome una fuerte suma de dinero'.
“Si la Suprema Corte —ante quien se planteó el conflicto— resolvía que el anatocismo no era legalmente aplicable, los Bancos —decían ellos y sus interesados cómplices— podrían quebrar en su totalidad, con gran perjuicio para México. Si la corte resolvía que sí era aplicable el anatocismo decretado obsequiosamente por Hacienda, por el Banco de México, los Bancos en general y el sistema bancario general se salvarían. Para los Bancos, la Asociación de Banqueros, la Comisión Bancaria y de Valores, y para el Presidente Zedillo, esta era una cuestión de vida o muerte.
“Zedillo resolvió intervenir en esta problemática, con gran beneplácito de los banqueros que resolvieron ya no gestionar directamente ante la Corte sino dejando en manos del Ejecutivo y de su inmenso poder.
[…]
"Fue citando a Los Pinos a uno por uno de los ministros. Cada ministro que asistía le contaba al día siguiente sus experiencias a los demás ministros. Unos con lujo de detalles y otros muy parcamente. A mí me invitó no a una entrevista sino a comer. Era natural, yo era el ponente en ese asunto, y debía ser tratado con cuidado especial.
“Comí solo con el Presidente. Buena comida y buen vino. ¡Qué bien se tratan los poderosos! Él era 'necaxista', y yo —con gran cuidado— le dije que desde siempre había sido 'chiva', y con tibieza dije que no estaba dispuesto a ceder. El Presidente respetó mi preferencia futbolera, pero en cambio maniobró con lo mejor de su capacidad para no respetar mi independencia de juez de la Suprema Corte. Lo escuché con respeto, sobre todo cuando con gran seriedad me dijo que si no aprobábamos el anatocismo el sistema bancario produciría, con todas sus consecuencias, otro error; nunca supe del error de quien se hablaba. Le di las gracias por tan espléndida comida y me retiré con mis honores.
“De esas experiencias el único que salió airoso de la prueba —a mi parecer— fue Humberto Román Palacios. Le dijo al Presidente: 'Señor, de los movimientos financieros que hacen los bancos ¿qué porcentaje cree usted que es de créditos hipotecarios?' Se desconcertó Zedillo y le dijo: 'Bueno, no sé; pero supongo que alrededor de 20 %'. Triunfante Humberto le dijo: ¿Y cree usted que el 20%' de las operaciones bancarias pueden poner en quiebra al 80%'? Zedillo fue muy cortés con él, lo despidió con gran seriedad hasta la puerta de la residencia oficial.
“Mi ponencia condenaba al anatocismo; abusiva la actuación de los Bancos, de la Comisión Nacional de la Bolsa Valores, del Banco de México y hasta de la Secretaría de Hacienda. Intencionalmente no mencioné la Presidencia de la República. Por lo contrario, traté de hacer justicia a los acreedores hipotecarios, pero principalmente aplicando la Justicia social (digo yo).
Entre otras tesis transcribí la posición de la teoría de la imprevisión que nos recordó, magistralmente, Juan Díaz Romero, normalmente conservador pero que siempre ha sabido respetar los límites de la justicia profunda.
“En las sesiones privadas, el Ministro Sergio Aguirre Anguiano fue sencillamente despiadado conmigo y con mi Proyecto. Todos los días llegaba con un completísimo fichero de leyes que pudieran ser aplicables en materia bancaria (algún Ministro malicioso afirmó que pertenecían al archivo de la Asociación de Banqueros, quien se los había facilitado mientras durara el caso). Pero lo que si me consta totalmente es que en el Pleno no se oía otra voz insistente (con un cargamento de razones favorables a los Bancos) que la de Sergio. Cuando se llegó a afirmar que el anatocismo era legal porque así lo había decretado el Banco de México, y que los códigos civiles y mercantiles no eran aplicables al caso (porque las operaciones bancarias son prácticamente extraterrestres y no se manejan bajo las normas de ninguna otra institución), y constaté que la mayoría pensaba así, empecé a preparar mis votos particulares contra lo que estaba por resolver la Suprema Corte.
“Durante la elaboración de mi proyecto fui visitado por medio México bancario y de defensores de deudores. Pero muy especialmente por estas últimas organizaciones. A todos les decía que estaba estudiando el caso, que aún no tenía criterio (lo cual confieso era falso, porque en todo momento estuve a favor de los deudores que habían sido abusados, y en contra de los defensores del poder financiero, público y privado en México), y que me tuvieran paciencia.
“Llegamos al día de la audiencia pública. Antes de abrir el Salón de Plenos ya se oían las voces y las exclamaciones de quienes se encontraban fuera del recinto cerrado. Un Ministro propuso que si nos faltaban al respeto se clausurara la audiencia pública, trasladarnos a las oficinas del Presidente de la Corte, y ahí (en total discreto) resolver oficialmente lo que económicamente en realidad ya estaba resuelto.
“Los representantes de los acreedores llevaron pancartas; hicieron ruido. Nos mostraron las espaldas, como forma de demostrar desprecio.
“Y así nos trasladamos a las oficinas de la Presidencia y en media hora, o menos, se decretó la total validez del anatocismo, la no aplicabilidad de las disposiciones contrarias en los códigos civil y mercantil, la validez de los procedimientos de los Bancos, la capacidad legislativa del Banco de México, y la obligación de los deudores de pagar no solamente la cantidad realmente prestada y sus intereses ordinarios, sino sus intereses moratorios y los especiales generados por la indebida práctica del anatocismo.
”Rápidamente, y en el curso de las siguientes semanas, redacté y publiqué un libro con la explicación técnica del caso: La Suprema Corte de Justicia ante una ley injusta. No contiene los detalles que aquí he escrito. Y concluí con una idea final: ¡Vale la pena luchar por lo difícil de identificar: la justicia social. Aunque ésta no siempre se produzca en el ámbito humano!”
Vivimos tiempos inéditos en la vida pública de México y a partir del próximo año 2025 jueces, magistrados y ministros serán elegidos por voto popular después de una reforma constitucional recién aprobada. Los electos tendrán por primera vez un respaldo democrático en su nombramiento y quizás ese respaldo aporte la convicción en el juzgador de que su trabajo será siempre impartir justicia aplicando todos los recursos legales que le otorga la Constitución Mexicana y todas sus leyes secundarias.
Nota: Las ilustraciones son fragmentos del mural La historia de la justicia en México de Rafael Cauduro, que se encuentra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.