El Templo de Santa María de la Asunción se erige entre las calles Álvaro Obregón y Centenario, y tiene una cerca perimetral elaborada con concreto y, además, una estructura metálica para mayor seguridad del recinto sagrado. El cerco incluye tanto el célebre árbol como el hermoso templo de Santa María de la Asunción y su amplio atrio. El acceso principal al atrio está adornado con tres arreglos florales, sencillos pero bellos a los ojos de los que disfrutan y encuentran lo estético en esos detalles, y están colocados dos sobre las columnas de acceso y el tercero en medio del vano de la puerta metálica.

El árbol no está ajeno a la celebración de la santa patrona de El Tule y fue adornado con 16 canastas, que forman parte del traje festivo de las chinas oaxaqueñas. En cada una de ellas se colocó una letra para formar la leyenda: “Asunción de María” y entre “Asunción” y “de” se ubicó una escultura de la Virgen de la Asunción. Todos los canastos, salvo donde está la Virgen, contienen rosas rojas (la mayoría ya secas). La canasta de la Virgen está adornada con orquídeas y ella sostiene una entre sus manos.

Por cierto, la leyenda está puesta de modo que todos los visitantes y fieles que ingresan en el atrio y antes de llegar al templo puedan verla sin ningún problema. No se puede desaprovechar la oportunidad para admirar el viejo árbol y entretenerse en buscarle formas que semejan objetos de la vida cotidiana. Esto obliga al visitante a moverse en torno del tronco y elevar la mirada por entre las ramas. Cada quien ve lo que cree ver.

La portada del templo de Santa María de la Asunción es de una sobria sencillez. La fachada es de dos cuerpos –pintada principalmente de color blanco y con vivos azul y un rojo bermejo– con sus dos torres achaparradas, como muchas de la región de Oaxaca. En la parte central están dispuestas tres “calles”, que se identifican por los colores azules al exterior y rojo en medio. En cada “calle” hay tres nichos, los laterales más grandes que los del centro; aunque casi todos están vacíos. Los únicos nichos ocupados corresponden a las figuras de san Pedro y san Pablo, pero así se encuentran dos esculturas; la de nuestro lado derecho corresponde a la Virgen María en su advocación de Santa María de la Asunción, y la del izquierdo, parece ser la de Nuestra Señora de la Soledad al pie de la Cruz, patrona de la diócesis de Oaxaca.

En medio de las dos imágenes de la Virgen María está colocada la puerta de acceso al templo, que luce un vistoso arco floral. En la “calle” central, sobre la puerta, se colocó un ojo de buey que seguro ilumina a la santa patrona de El Tule; más arriba tres nichos: el central un poco más grande y los laterales pequeños. La parte superior del templo ostenta un nicho con dos sencillas columnas laterales y cuyo remate recuerda las plumas de quienes participan en la Danza de la Pluma, muy propia de la región y que no deja de provocar admiración entre propios y extraños. Las columnas sostienen un triángulo truncado y ahí está colocada una escultura de la Virgen de la Asunción o como le llaman los lugareños, Santa María de la Asunción.

El interior de la iglesia de Santa María de El Tule rompió mi noción de espacio sagrado, en donde las bancas eran para sentarse a participar de la misa y –ya antes o después del Santo Oficio– servían para socializar. Pero en cuanto iniciaba el acto litúrgico se disponían los fieles a participar. Y la razón era sencilla: las bancas habían desaparecido, salido y abandonado el espacio sagrado. El motivo era la necesidad de contar con un mayor espacio para albergar a todos los fieles y así las bancas no ayudaban.

En el altar mayor la imagen de la patrona del pueblo, Virgen de la Asunción, ocupa el lugar de honor; además, está colocada entre sus padres Joaquín y Ana. Arriba está Cristo con el Sol y la Luna a sus lados y del lado izquierdo está la Virgen de Guadalupe. El altar está rematado por una sencilla cruz y dos ángeles. A los pies una enorme cantidad de multicolores flores y otras imágenes que acompañan a la Virgen.

En otro retablo de estilo barroco salomónico está representada la pasión de Cristo; los retablos están cubiertos con laminilla de oro. Otro elemento importante de mencionar del ajuar del templo es el Cristo de Esquipulas, imagen proveniente de Guatemala y que es el principal protector divino contra los temblores y sismos. No hay que olvidar el fresco con Santa María de la Asunción, pintado sobre el muro elevado que divide el templo. En el fresco se ve a la Virgen María en el momento de ascender, con los brazos abiertos y actitud de triunfo frente a la muerte, a los cielos acompañada por un conjunto de ángeles. Lástima que la lamparilla no permite ver completamente esta composición homenaje.

En torno a la celebración de la Virgen asunta para la iglesia católica: “La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Este día recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado. También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes. La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento. María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios”.

Por cierto, ante los reclamos de los compañeros de viaje, regresamos apresuradamente al transporte, en medio de la mirada levemente molesta de los demás pasajeros. Así que continuamos, llegamos a Teotitlán del Valle y más tarde a San Pablo Villa de Mitla y después de recorrer los restos arqueológicos de la región, el viejo templo dedicado a San Pablo de Tarso, abandonamos Mitla por la Av. Independencia a Roaguía hasta entrar a Hierve el Agua después de cruzar el pueblo de Xaaga y pagar el peaje correspondiente. Finalmente, de regreso a Oaxaca, sin más paradas ni contratiempos.