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Entre arte, aviones y asilados
Entre arte, aviones y asilados
Carlos A. Molina P.
Memorica - Archivo General de la Nación

Introducción 

A finales de 1972 el médico y coleccionista de arte Alvar Carrillo Gil y el subdirector técnico del Instituto Nacional de Bellas Artes (inba), Fernando Gamboa, habían acordado el contenido para una exposición de arte mexicano, compuesta por obra de caballete de los “tres grandes”: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, y que se presentaría en el Parque Forestal de Santiago de Chile en el otoño del año siguiente. Su contraparte en el país andino, era el artista y director del Museo Nacional de Bellas Artes, Nemesio Antúnez. Sin embargo, para la noche del 11 de septiembre cuando debía inaugurarse la exposición, el golpe de Estado estaba en marcha, y los militares ocupaban las oficinas del gobierno. Iniciaba así, un régimen del terror. Ante las circunstancias, la muestra de arte mexicano no abrió, y fue repatriada a México en el mismo avión en que viajaron Hortensia Bussi y los primeros exiliados.

Las relaciones bilaterales entre México y Chile se suspendieron entre el 12 de noviembre de 1974 y el 23 de marzo de 1990. Finalmente, en noviembre de 2015, se inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile una muestra llamada La exposición pendiente 1973-2015: Orozco, Siqueiros y Rivera con 76 de las 169 piezas que desde su origen la componían.

Particularmente en el siglo xx, las exposiciones de arte llevadas de un país a otro se consideraron gestos de buena voluntad y sirvieron para afianzar las relaciones diplomáticas entre las naciones que hacían dicho intercambio.

A finales de 1972 Alvar Carrillo Gil y Fernando Gamboa, acordaron el contenido para una exposición de arte mexicano, con obras de Rivera, Orozco y Siqueiros. El matrimonio Carrillo Gil-Tejero y el Gobierno mexicano habían establecido también un acuerdo mixto de donación y venta para ceder 225 obras de su colección artística que se concretaría con la creación de un museo para 1974.

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La exposición se había contemplado en el marco de la visita de Estado que el presidente mexicano hiciera a Santiago de Chile en abril de 1972. Dicho intercambio quedó proyectado en el Acuerdo Básico de Cooperación Científica y Técnica que firmaron los cancilleres Emilio Rabasa y Clodomiro Almeyda. 

Ocurrió entonces la insospechada agresión pretoriana contra la Unidad Popular (up). Un oficio recibido, vía télex, de la Secretaría de Relaciones Exteriores (sre) para la residencia oficial de Los Pinos, a las ocho de la mañana del 13 de septiembre de 1973 informaba que la Embajada Mexicana en Santiago de Chile acogió el día anterior y en calidad de asilados a Hortensia Bussi, sus hijas Beatriz e Isabel, sus cuatro hijos y a otro grupo de personas cuyos nombres serían comunicados más tarde. Apenas un año antes, el 21 de septiembre de 1972, el ingeniero Gonzalo Martínez Corbalá había presentado sus cartas credenciales al presidente Salvador Allende Gossens como embajador mexicano. Ese documento revela también que a las 7:45 tiempo del centro de México, el titular del Ejecutivo Federal ordenó el traslado de un avión de Aeroméxico (compañía que semanas antes había sido incorporada a la Secretaría del Patrimonio Nacional, dejando de llamarse Aeronaves de México S.A.) a Chile. En la misma comunicación se discute la necesidad inaplazable de transportar de vuelta a México las obras de arte que, ya montadas, esperaban inauguración en el museo santiaguino.

La autonomía máxima de vuelo para un DC-9/15, como el Sinaloa (matrícula XA-SOY), es de 2700 kilómetros. El avión mexicano debía hacer dos escalas en su trayecto al Cono Sur; la distancia entre aeropuertos (AICM-AMB) es de al menos 6600 kilómetros. La ruta que debió seguir el jet aterrizaba para repostar combustible en los aeropuertos de Tocumén, en Panamá, y el Chávez-Callao en Lima, Perú. Un día después, el viernes 14, Cabrera Muñoz Ledo (jefe de Asuntos Culturales de la sre) reportó a Tlatelolco que, autorizados a trasladarse al Museo de Bellas Artes de Santiago y pese al toque de queda, en compañía de Fernando Gamboa desmontan la exposición completa, embalando la mitad de los cuadros. 

En 27 cajas y con peso de dos toneladas, la colección de arte ocupa por completo los compartimentos de carga del avión. Por esa razón y la premura del escape, los pasajeros no cargan más que el equipaje que pueden llevar consigo. La salida de la embajada escoltados por militares fue a las 6:25 de la tarde del día 15. El vuelo partió a la 1:30 am y la información transmitida vía télex a México para el canciller Emilio Rabasa la firma el embajador Martínez Corbalá. Llegaron en él 67 pasajeros, 29 de los cuales eran connacionales.

A lo largo del domingo 16 de septiembre el avión que partió del aeropuerto de Pudahuel hizo tres paradas técnicas en Antofagasta, Lima y Panamá, y llegó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (a bordo venían 21 niños, 18 mujeres y 28 hombres). Para octubre de 1973, el Estado mexicano había enviado cinco aviones y repatriado a ciudadanos y asilados de diversos países.

Desde el 13 de septiembre de 1973, a primera hora, la Dirección General del Servicio Diplomático desde su sede en Tlatelolco envió el telegrama urgente 52704 a todas las Misiones Diplomáticas y Oficinas Consulares de México en el extranjero. Exceptuando por razones obvias de seguridad la legación en Santiago, advertía que se había decretado luto oficial en los Estados Unidos Mexicanos, y que las banderas deberían izarse a media asta.

El viernes 14 de septiembre se verificó en el Hemiciclo a Juárez en la Ciudad de México una manifestación de apoyo a Chile en cuya vanguardia estuvieron: Carlos Monsiváis, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Mikis Theodorakis y Othón Salazar. Los cálculos de la policía, recogidos por El Universal en su edición del día siguiente, consignan a 30 mil personas.

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Pablo Neruda (cuyo nombre verdadero era Ricardo Neftalí Eliezer Reyes Basoalto) escribió un texto para la exposición que nunca se inauguró en la capital chilena y a una semana de su propia muerte. Es la hoja de sala que abriría el recorrido y, obra de un poeta, se conserva puramente lírica. “Tres hombres” se llama el texto y en él dice: "México [...] es trágica grandeza, épica serenata, cadencia del corazón más volcánico de nuestro continente..." Sin embargo, añade una frase que devuelve a la estética a su cauce político: "el fuego de esta pintura que no puede apagarse sirve a nuestra circunstancia: necesitamos su telúrica potencia para revelar los poderes de nuestros pueblos".

Neruda recoge en su texto convicciones que comparte con el museógrafo mexicano y con el muralista que conocimos como el Coronelazo. Gamboa y Siqueiros estuvieron en España durante la Guerra Civil; el poeta era parte del comité organizador para el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, y que los convoca en Valencia. Aquella prédica dice explícitamente que toda exposición es un intento por subvertir el rol que hasta entonces había tenido la representación y que éste debe ser amalgamado al discurso de la República o volverse ilustración de la Revolución mexicana. Para ellos el arte debe ser una crónica de la realidad; el arte es pedagogía para la agencia ciudadana. Así es todavía hoy en México y Chile, donde el arte se explica como el compromiso que asume la tarea de propugnar los intereses de las mayorías y funcionar como genuina vanguardia. Para Neruda, el arte rechaza el beneplácito y pleitesía en cuya órbita gravitan gobierno y creadores. México retiraba entonces de Chile una exposición de pintura como un gesto de profunda significación política. 


Junto a la viuda de Salvador Allende, llegó a México Hugo Vigorena Ramírez, embajador de Chile en nuestro país y dirigente del Movimiento de Izquierda, a quien la dictadura pinochetista retiró la nacionalidad aduciendo mandato constitucional (el inciso b del artículo 6° indica como causal la prestación de servicios durante una guerra a enemigos de Chile). Mientras tanto, se fundaba la Casa de Chile en México, en el primer aniversario del golpe de Estado, a iniciativa de Pedro Vuskovic Bravo —otro ex ministro de Allende. Las relaciones bilaterales entre México y Chile se suspendieron del 12 de noviembre de 1974 al 23 de marzo de 1990.

Para concluir, en noviembre de 2015 se inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile una muestra llamada La exposición pendiente 1973-2015: Orozco, Siqueiros y Rivera con 76 de las 169 piezas que originalmente la componían.

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