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Represión al movimiento estudiantil de 1968 en Tlatelolco

2 de octubre de 1968

Para México, 1968 era el año olímpico. El país mostraba una fachada que indicaba su modernización y se presentaba al mundo como una región emergente gracias al crecimiento y al desarrollo económico. La organización de un evento deportivo de talla internacional mostraría a todos los rincones del planeta la grandeza de la nación. Pero el verdadero México atravesaba múltiples problemas sociales y políticos que, sumados a la corrupción y al deterioro institucional, exigían cambios.

Los brotes de descontento ocasionados por esta situación eran contenidos por el régimen autoritario de Gustavo Díaz Ordaz. Alrededor de dos meses antes de que comenzara la justa olímpica, la capital del país presenció el inicio y crecimiento de uno de los movimientos sociales más importantes del siglo xx mexicano a cargo del estudiantado universitario organizado. El gobierno diazordacista no podía esperar a que sus demandas se resolvieran a través de las negociaciones, el conflicto no terminaba y las olimpiadas estaban cada vez más cerca.

El 2 de octubre miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco; poco después de las seis de la tarde, cuando el mitin estaba por finalizar, los francotiradores del Batallón Olimpia comenzaron a disparar sobre los allí congregados, que además de los jóvenes también incluía a madres, niños, obreros y profesores. Ante la agresión, la gente horrorizada corrió a refugiarse en los edificios aledaños. Pero los soldados, pertenecientes al Ejército Mexicano, comenzaron a irrumpir en los departamentos para capturar a los estudiantes ocultos en ellos. Según la cndh, el número oficial de muertos por la masacre ascendió a 30; en los hospitales se reportaron 53 heridos graves; y el de detenidos en el Campo Militar Número Uno llegó a dos mil. Sin embargo, con el paso del tiempo se supo que las cifras fueron otras, calculando alrededor de 350 fallecidos. El gobierno se justificó alegando la importancia de la preservación del orden público y los medios de comunicación fueron completamente herméticos ante lo sucedido. Éste fue el fin del movimiento estudiantil y 10 días después de la fuerte represión se inauguraron los juegos de la XIX olimpiada, México 68.