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Poder, cine y ciudad: La sombra del caudillo, entre la novela y el cine
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Poder, cine y ciudad: La sombra del caudillo, entre la novela y el cine

El viernes 13 de diciembre de 1940, en el gobierno del general Lázaro Cárdenas se publicó un decreto que convertía al Castillo de Chapultepec en sede del Museo de Historia Nacional. El objetivo de esta acción de acuerdo con el edicto era: “despertar y acrisolar en nuestro pueblo la conciencia histórica, que es fuente de virtudes cívicas, y […] fomentar y patrocinar cuantas actividades públicas y privadas propendan a tal fin”. Desde ese momento, el castillo se convirtió en protagonista y testigo de la Ciudad de México, y el cine se encargaría de inmortalizarlo.

La lista de películas que tienen como “telón de fondo” o coprotagonista al Castillo de Chapultepec, o incluso que realizan una recreación de éste para adecuarlo a épocas pretéritas, son numerosas. Destacan El cementerio de las águilas (1939), dirigida por Luis Lezama y protagonizada por Jorge Negrete y Margarita Mora; Romeo y Julieta (1996), de Mark Anthony “Baz” Luhrmann y protagonizada por Leonardo Di Caprio y Claire Danes, y por supuesto, La sombra del caudillo (1960), bajo la dirección de Julio Bracho con la actuación de Ignacio López Tarso y Tito Junco y análoga de la novela de Martín Luis Guzmán publicada por entregas en Madrid en 1929 y que fuera prohibida en México por ser una crítica a la figura del caudillo, el general Álvaro Obregón, y su testaferro Plutarco Elías Calles, Jefe Máximo de la Revolución, así como a la clase política posrevolucionaria.

Novela (1929) y película (1960) retratan de forma fiel el México bronco surgido de la Revolución. Dura crítica al grupo de Sonora que había obtenido el poder con violencia en 1920, auspiciando asesinatos políticos de figuras como Francisco Villa (1923) o los generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez (1927). Además de mostrar la vileza de la clase política que controla el Congreso, que conspira contra el caudillo o los opositores al régimen en los pasillos del Castillo de Chapultepec. Tuvieron que pasar 31 años para que Julio Bracho pudiera filmar la película, misma que contó con el respaldo del presidente Adolfo López Mateos.