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Lecumberri: espacio fílmico de Nosotros los pobres
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Lecumberri: espacio fílmico de Nosotros los pobres 

En el cartel del famoso filme Nosotros los pobres (1948), dirigida por Ismael Rodríguez, observamos un lugar icónico de la Ciudad de México, conocido desde entonces como el Palacio Negro de Lecumberri, por el apellido del dueño original del terreno en el que se planeó, durante el Porfiriato, construir la nueva Penitenciaría de la Ciudad de México. Estando en funciones la cárcel se convirtió en set fílmico de una de las películas más populares de la historia del cine mexicano y desde 1982 se preserva allí la memoria documental de nuestro país al albergar al Archivo General de la Nación.

En dicho predio, que era conocido como La cuchilla de San Lázaro, abrió sus puertas a las 9 am del 29 de septiembre de 1990 la Penitenciaría de México, tal como se lee en el acta constitutiva que forma parte de esta colección. Al final de la década de los cuarenta del siglo pasado, la popularmente llamada “Peni” fue ocupada como set cinematográfico, convirtiendo al filme Nosotros los pobres en un documento vivo de la antigua prisión. El protagonista del largometraje, un carpintero conocido como Pepe "el Toro", interpretado por el gran ídolo de México Pedro Infante, es ingresado por un crimen que no cometió: el asesinato de una usurera.

En el interior el pasillo, que observamos en el cartel, es el lugar donde Pepe se pelea para recuperar la medallita que le dio su madre y que otro preso le había arrebatado a la mala, motivo por el que es confinado en la temible bartolina, el calabozo donde mandan a “los incorregibles”, de donde después de tres horas de castigo sale a recuperar lo que es suyo. 

Otro rincón que reconocemos son las celdas con sus literas de tres niveles; en ella Pepe lee una carta de amor que recibe de su eterna enamorada Celia, “la Chorreada”, interpretada por Blanca Estela Pavón. De pronto este espacio lúgubre y terrorífico que fue la penitenciaría se transforma en el escenario ideal para interpretar la canción emblemática de la película: Amorcito corazón, de Manuel Esperón. En sobreimpresión la imagen de su amada aparece para fundirse ambos en la melodía. Finalmente, Pepe logra lo imposible: escapar dentro de una caja para poder llegar a ver a su madre moribunda, y al fallecer ésta, es llevado de nuevo a Lecumberri.