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Sociedad
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Archivos sonoros y su aportación musical

A la variedad de fuentes con las que contamos para resguardar la memoria histórica de nuestro país, se han agregado de manera reciente los documentos sonoros, que registran voces, sonidos o música. La creación de fonotecas y filmotecas comenzó aproximadamente hacia mediados del siglo xx, por lo que se considera algo tardío, sin embargo, han ocupado un lugar esencial en la preservación del patrimonio intangible de nuestras culturas, resultando especial el caso de la música, sobre todo aquella que se transmite de forma oral, no a través de escritos o partituras elaboradas en papel.

Son muchas las comunidades mexicanas que pasan sus conocimientos de generación en generación de manera oral o por medio de la práctica. Como ejemplo, encontramos las que se dedican a los bordados y a los tejidos, pero también existen aquellas en donde la música juega un papel fundamental. En estas sociedades campesinas, por lo general, no se aprende a tocar los instrumentos como se hace en las escuelas o academias, sino que se toca de oído; es decir, escuchando el sonido y repitiéndolo en su instrumento o viendo cómo los más viejos del pueblo los tocan, esto es, de manera autodidacta. Gracias a las grabaciones y a los archivos sonoros, las creaciones de estos destacados personajes, mitad músicos, mitad personas del campo, han podido preservarse y hoy en día forman parte de la cultura popular mexicana, como el caso de los músicos tradicionales del sur de Veracruz, de la región de la Huasteca o de la zona norte de México como el del llamado canto cardenche. En algunas ocasiones las grabaciones han recuperado y renovado la práctica musical, como fue el caso de las que realizó el antropólogo y etnomusicólogo José Raúl Hellmer, en la región del Sotavento Veracruzano, quien, junto con otros especialistas y estudiosos tanto extranjeros como mexicanos, contribuyeron a lo que hoy se conoce como el renacimiento del son jarocho que inició a finales de los años setenta. En esta colección reunimos algunos testimonios de este tipo de música. Jaranas, violines mixtecos, o instrumentos de viento se conjugan para demostrar cómo, aunque sean sólo unos cuantos acordes, estos registros forman un museo sonoro fundamental para la historia mexicana.