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El camino del bracero

El programa Bracero (1942-1964) fue un convenio bilateral entre México y los Estados Unidos para que jóvenes mexicanos se emplearan de manera temporal en el vecino país del norte. Alrededor de cinco millones de hombres fueron contratados para laborar en sus campos agrícolas y ferroviarios, mientras gran parte de los estadunidenses participaban en la Segunda Guerra Mundial. Uno de los aspectos que resulta interesante sobre este programa es la forma en la que los jornaleros tuvieron que conducirse hacia su nuevo lugar de trabajo, travesía que, en la mayoría de los casos, resultó complicada.

El camino comenzaba con el viaje desde su localidad de origen hasta el sitio en el que se abrieron los centros de contratación. El primero de ellos se estableció en la Ciudad de México, y estuvo ubicado en el Estadio Nacional en la colonia Roma; poco tiempo después se instaló en la Ciudadela. También se abrieron otros en ciudades como Guadalajara, Jalisco; Irapuato, Guanajuato; y Empalme, Sonora. Las personas que se ubicaban en otras partes de la república tenían que costear sus traslados hasta ellos y de allí a la frontera, lo cual generalmente se realizaba en tren. Sin embargo, como resultaba muy complicada la movilidad, por cuestiones de costo y de transporte, se prefirió concentrar el reclutamiento en los estados del norte.

Según el testimonio de un ex bracero que laboró en los campos de Texas y Nuevo México, para el caso de Chihuahua, por ejemplo, las contrataciones se hacían en un espacio conocido como “El Trocadero”, y después de ser seleccionados y de generarse la documentación necesaria, eran transportados de la capital del estado hacia la frontera. En Ciudad Juárez debían esperar otro par de días y luego ir a El Paso, Texas, de donde eran llevados al centro de procesamiento, último lugar antes de ser repartidos en los ranchos agrícolas. Conseguir el dinero para trasladarse generalmente dejaba a las familias empobrecidas y con deudas, que a veces no eran posibles de pagar porque el trabajo en los Estados Unidos no siempre era continuo. Quienes no eran elegidos como parte del programa debían regresar a sus comunidades después de haber esperado días en filas interminables para la selección. Para aquellos que vivieron de cerca todos estos procesos, resulta claro que era demasiado sufrimiento para lo que se ganaba como bracero.