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Orden de los franciscanos
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Orden de los franciscanos

La orden de los franciscanos fue la primera en llegar a la Nueva España. En 1523 arribaron tres frailes: Juan de Tecto, Juan de Aora y Pedro de Gante, de los cuales sólo sobreviviría este último. Para el siguiente año ya sumaban 12 franciscanos. Sin embargo, pronto el número de novicios ordenados en la Nueva España sería significativamente mayor al de los misioneros peninsulares.

Esta orden mendicante tuvo presencia en diferentes provincias del territorio novohispano como Yucatán, Santiago de Jalisco y San Pedro y San Pablo de Michoacán, entre otras. Tal vez una de las más importantes fue la provincia del Santo Evangelio, la cual abarcó el arzobispado de México y el obispado de Puebla, así como los conventos de México, Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo; en este último hay un fresco en el cual se retrata a los Primeros doce

Para finales del siglo xvi la presencia franciscana en esta provincia casi alcanzaba los 400 frailes y dos conventos para monjas, Santa Clara y San Juan de la Penitencia, mientras que el convento de San Francisco de México fue la principal sede de los novicios. En 1536 fundaron el colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco para enseñar a los hijos de la nobleza indígena latín, astronomía, música y matemáticas, entre otras materias. Diez años más tarde, por falta de recursos, cederían la administración.

La principal misión de los franciscanos fue la de evangelizar a los indígenas: buscaban salvar sus almas, aunque durante el proceso se dieron una serie de acontecimientos que fray Jerónimo de Mendieta —fraile y cronista franciscano— pide que se reconozcan como obra de ese grupo religioso, tal es el caso de la fundación de ciudades, congregación de pueblos, construcción de iglesias y hospitales, así como el evitar la herejía.