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El cabello rizado: rasgo de nuestra africanidad

Cuando los españoles decidieron establecerse, en lo que hasta entonces era territorio mesoamericano en el siglo xvi, trajeron consigo a una gran cantidad de personas africanas capturadas en contra de su voluntad y convertidas en esclavos para trabajar principalmente en las zonas costeras. Con el paso del tiempo y a pesar de carecer de derechos en aquellos momentos, se llevó a cabo un proceso de mestizaje gracias a lo cual se mantuvo viva su cultura, misma que se manifestó a través de diversas actividades, desde la música, la danza, el lenguaje, la alimentación, entre muchos aspectos más.

Pero la herencia africana, además de palparse a través de manifestaciones culturales, también nos dejó rasgos físicos que hoy en día son identificables a simple vista, como es el caso del cabello rizado conocido en nuestro país como pelo “chino”. No se sabe con exactitud de dónde proviene la costumbre de llamarle de esa forma, pero lo más factible es que en tiempos novohispanos la servidumbre, que por lo general tenía esta característica por ser africanos o afrodescendientes, eran conocidos como “chinos”, de allí que se adoptara dicha expresión que permanece hasta la actualidad. 

Por desgracia, en algunos contextos se le consideró un rasgo negativo por lo que desde entonces se hicieron intentos por eliminar el rizado pues llegó a relacionarse con suciedad, descuido personal y falta de higiene, además de ser muestra de una africanidad que en muchos casos era incómoda y necesitaba ocultarse. Actualmente activistas y afrodescendientes intentan reivindicar esta característica y eliminar su connotación negativa a través de pláticas, libros, estudios culturales, antropológicos y demás herramientas que inviten a las personas a enorgullecerse de su cabello y aprender sobre su origen en lugar de ocultarlo o apenarse por él. Hoy en día, artistas e intelectuales como la escritora afrojaponesa Jumko Ogata Aguilar originaria de Veracruz, han recuperado las discusiones y puesto el tema sobre la mesa. La discriminación que han sufrido, sobre todo las mujeres, por tener este tipo de pelo y comentar sus experiencias, ahora las hace sentirse comprendidas, identificadas y hermanadas por un pasado en común.