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Arribo del Sinaia a México

El 13 de junio de 1939

El 13 de junio de 1939 una multitud eufórica reunida en los muelles del puerto de Veracruz recibía a los primeros exiliados españoles que huían de los desastres de la guerra que atormentaba a su patria. Después de 24 días de travesía en aquel buque, sus ocupantes tocaban tierra, inseguros del lugar al que arribaban, con la pena de haber salido de su país en circunstancias trágicas.

En un momento en que se vieron despreciados y se les expulsó sin miramientos de su tierra, el México posrevolucionario los acogió con los brazos abiertos, les proporcionó un hogar y un sitio propicio para desempeñar sus actividades, muchas de las cuales tenían que ver con el mundo de la educación, el arte y la cultura. La preocupación del gobierno mexicano por auxiliar a los republicanos españoles inició antes de culminada la guerra civil, cuando se comenzó a planear la manera en que se rescataría a los que más tarde serían los vencidos. En 1937 llegó el primer grupo de exiliados, los llamados “niños de Morelia”. Un año más tarde, Daniel Cosío Villegas, representante de México en Portugal, sugirió al presidente Cárdenas que recibiera a un grupo de intelectuales españoles que estaban en dificultades. Se inició entonces la llamada “política de atracción” que, junto con las facilidades dadas por el gobierno y la disposición de los republicanos ibéricos, hicieron posible una de las mayores emigraciones de intelectuales que registra la historia. 

Para 1939, al terminar la guerra civil de manera dramática y conflictiva, las acciones que habían comenzado años atrás llegaron a su cumbre cuando el gobierno mexicano se dio a la tarea de rescatar al mayor número de republicanos. Gracias a la intervención de diplomáticos y de organizaciones nacionales y españolas, ese año arribaron los primeros tres barcos con refugiados: el Sinaia, el Ipanema y el Mexique. La colección que presentamos para conmemorar esta fecha contiene listas de los pasajeros, boletos de embarque, pasaportes, documentación sobre trámites y otros documentos más que dan testimonio de los engranes que se movieron para salvar a estas personas que pronto formarían parte del abanico cultural del México de la posrevolución.