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De Oriente a Occidente: el papel

En tres diferentes lugares del planeta se crearon soportes con características en común que los pobladores utilizaron para representar parte de su acontecer. En el Mediterráneo fue el papiro, en Oriente el papel, y en lo que algún día sería América contaban con el “papel precolombino” de acuerdo con Jennifer Bringas Botello en su artículo titulado “Historia y generalidades del papel”. Por ser uno de los medios físicos más utilizados en la historia para plasmar y conservar información, en esta colección referimos algunos detalles de su historia y reunimos algunas piezas con esta materialidad.

Se tiene noticia de que en China hace más de dos mil años se utilizó un tejido que se obtuvo de los restos de los capullos de seda y que gracias a la superficie lisa y blanda pudo escribirse en él. Tiempo después el método se perfeccionó y se elaboró papel a partir de fibras vegetales. Aunque en el Imperio chino su uso era habitual, fue gracias a los conflictos bélicos que este invento fue asimilado en otras partes del mundo: sabemos que en el año 751, luego de que los musulmanes ganaran la batalla contra los chinos en Samarkanda, algunos prisioneros compartieron las técnicas para elaborar este soporte a cambio de recibir un trato menos severo. Fue así que poco a poco en tierras musulmanas se siguió con el perfeccionamiento de las técnicas para su fabricación por medio de trapos y fue cuestión de tiempo que su uso se popularizara en ciudades como Córdoba y Toledo, en España, y posteriormente, en Francia e Italia, entre muchos otros países. En el siglo xvi se comenzó a usar en Rusia y durante las exploraciones europeas también llegó junto con el nuevo orden colonial a los territorios precolombinos.

En la Nueva España el papel europeo se usó en primera instancia para dejar testimonio de las actividades administrativas y comerciales que la vida colonial desarrolló con el pasar de los años. Pronto, el papel se utilizó para hacer libros y otros objetos culturales y, eventualmente, también se comenzaría a producir para evitar depender de la importación europea y los posibles daños que implicaba atravesar el océano Atlántico. Como podemos imaginar, su uso y su valor para la humanidad es verdaderamente sorprendente y hasta el día de hoy es un medio importante para guardar constancia de infinidad de asuntos. No obstante, debido a que la pulpa de madera es uno de sus principales componentes, es necesario concientizar sobre su consumo y garantizar su elaboración por medio de fuentes sustentables. En esta colección mostramos diversas piezas que fueron creadas en esta materialidad, así como algunos documentos coloniales, expedientes más contemporáneos y también mostramos a nuestros lectores una hoja membretada con el monograma de Porfirio Díaz. Para destacar sus fines más prácticos seleccionamos algunos planos y perspectivas que fueron imprescindibles para el desarrollo urbano y una modesta muestra de papel picado que nos recuerda la infinidad de usos, desde los más cotidianos hasta expresiones artísticas como lo son estos grabados. Como bien dice el dicho “el papel lo aguanta todo”.