En estas circunstancias, el saqueo de materiales era muy fácil y el patrimonio arqueológico salía de nuestro país sin ninguna restricción. Para evitar estas situaciones y concentrar todo lo referente al patrimonio arqueológico e histórico mexicano en un solo organismo, el presidente Lázaro Cárdenas, el 3 de febrero de 1939, expidió un decreto para crear el Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah). Alfonso Caso fue su primer director y su objetivo en aquel entonces era conservar, investigar y difundir el patrimonio paleontológico, arqueológico e histórico del país. Esta fundación también se debe entender dentro del contexto de la política nacionalista promovida por Cárdenas.

Tras la expropiación petrolera se necesitaba apuntalar este discurso a través de la historia y se encontró en la actividad arqueológica la manera de fomentar la idea de que México era heredero de un pasado glorioso. De esta forma se centralizó en una sola institución todo lo que tenía que ver con la arqueología y la historia y desde allí se comenzó a construir la versión oficial de nuestro pasado. Las disciplinas antropológicas que continuaban desarrollándose rumbo a su profesionalización encontraron un buen nicho para su crecimiento gracias al interés que se orientó al estudio de la población originaria. El Departamento de Etnología puso especial énfasis en conocer y entender la diversidad de los pueblos indígenas del país y posteriormente se incluirían otras disciplinas como la antropología física o la lingüística. En la actualidad, el inah ha jugado un papel especialmente importante en la conservación de la memoria de nuestro país.