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El volcán Paricutín
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Emerge el volcán Paricutín en el estado de Michoacán

20 de febrero de 1943

La actividad del volcán Paricutín inició el 20 de febrero de 1943 y culminó el 4 de marzo de 1952. Fue un largo proceso que provocó cambios en todo el medio ambiente de la Meseta Purépecha, incluyendo los asentamientos humanos cercanos a la erupción.

Este hecho no fue sólo un fenómeno natural; se convirtió también en uno antropológico-social, ya que provocó la migración forzada de los pueblos que vivían a su alrededor. Muchas personas originarias de la zona recuerdan todavía este acontecimiento como algo muy traumático, aunque en las actuales generaciones ya se presenta sólo como un vago recuerdo. Por su situación geográfica, las poblaciones que se encontraban en la región donde emergió el Paricutín en los años cuarenta vivían relativamente distantes de la política estatal. Según el doctor en ciencias de la tierra, Pedro Corona Chávez, la vida de estas comunidades se basaba en su calendario de fiestas tradicionales y mantenían una relación cercana con los cerros que las circundaban. La fertilidad de sus suelos les permitía sustentarse de manera próspera gracias también al uso de técnicas ancestrales para el aprovechamiento de los bosques y de la agricultura. Pero tras las primeras semanas de actividad violenta del Paricutín, los llanos ya no pudieron utilizarse para los cultivos pues estaban cubiertos con arenas, los bosques fueron totalmente calcinados y muchos animales, incluyendo los domésticos, registraron una alta mortandad.

Ante la veloz devastación del medio ambiente, sin dinero y con un frágil comercio, la migración forzada fue inminente. Este proceso también resultó muy complicado pues en aquel entonces no se practicaban protocolos de protección civil que les ayudaran a abandonar sus poblados. Tanto el desalojo como la reubicación fueron atendidas por el Estado, pero de manera muy improvisada, y se cuenta que, en algunos casos, las personas fueron expulsadas a punta de pistola. Para recordar esta fecha y hacer memoria sobre lo que implica un fenómeno de estas proporciones, reunimos obras de Gerardo Murillo, el Dr. Atl, quien lo documentó a través de su trabajo pictórico, así como de imágenes de otros volcanes mexicanos.