Nacimiento de Miguel Hidalgo
8 de mayo de 1753
El 8 de mayo de 1753, en la Hacienda de San Diego de Corralejo, del partido de Pénjamo, entonces perteneciente a la Alcaldía Mayor de León, nació Miguel Hidalgo, el segundo hijo del matrimonio formado por Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga y Mandarte.
Todos en México lo conocemos como el Padre de la Patria; desde niños nos enseñan que es uno de los grandes héroes nacionales y hemos crecido con la imagen de aquel hombre mayor con escaso cabello blanco a través de las monografías que comprábamos en la papelería, del papel moneda, de los libros de historia de los distintos niveles escolares o de las luces que adornan el Zócalo cada 16 de septiembre. Miguel Hidalgo, el cura, el libertador, el héroe, ha sido un personaje querido y sigue siendo objeto de admiración y respeto por parte del pueblo mexicano. Para recordar la fecha de su nacimiento, en esta colección quisimos reunir algunas muestras de la manera en que Hidalgo ha estado presente en distintos momentos de la historia. Si bien en todas las imágenes lo vemos como el cura que, según cuenta la historia oficial, aquel día de septiembre tocó las campanas de la iglesia de Dolores para llamar al pueblo a la insurgencia, también valdría la pena recordar que alguna vez fue un niño que perdió a su madre cuando tenía nueve años; que fue un estudiante al que truncaron su aprendizaje cuando, por decreto real, se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767; que se graduó de bachiller en Artes y que fue un catedrático y mentor entusiasta de nuevas generaciones.
Es difícil que a estas alturas ubiquemos a los personajes que nuestra memoria recuerda como grandes héroes en el nivel de las personas comunes, como cualquiera de nosotros, pero más allá de lo que la educación estatal, los rituales cívicos, la legitimación política y el discurso nacionalista han impuesto, debajo de todas esas capas de intereses y de lustre queda un ser humano que vivió sus circunstancias históricas como mejor le pareció y que en ese camino protagonizó un acontecimiento que resultó ser extraordinario. La memoria mexicana debería hace un lugar no sólo al héroe, sino a aquel hombre común que nació en Pénjamo en 1753 y que fue un buen estudiante, profesor y destacado defensor de los derechos humanos.