lupa
Planos en el Fondo MAPILU
Portadilla de <p>Planos en el Fondo <span class="versalitas_temas">mapilu</span></p>

Planos en el Fondo mapilu

Esta reunión de fuentes primarias e imágenes diversas documenta la evolución del plano en México y la Nueva España. Sirve para observar el modo en el que la representación gráfica y abstracta de un terreno presentó desafíos para autoridades locales y otros funcionarios coloniales. Aquí miramos el modo en que medidas e ilustraciones de áreas específicas se llevaron a cabo antes de que su aspecto y normas fueran decretadas científicamente. Se trata de un Fondo organizado desde Ramos de Instituciones Coloniales, así como de la Administración Pública y Gobernación a lo largo del siglo xix.

Esta colección ubica coincidencias y disparidades entre lo que el dibujante, constructor o persona interesada en cada terreno llevó a cabo y el modo en el que varias disciplinas explicarían después la función del aparato institucional que enmarca la creación de dichas representaciones. Así, encontramos análisis y lecturas de los planos que preceden a la profesionalización de varios oficios y carreras universitarias: la arquitectura, la ingeniería, diversas tareas descriptivas en dos dimensiones del mundo que habitamos en tres. Es la explicación de dibujos, proyectos, reducciones al esquema, alegorías y diagramas sobre la geografía y otros modelos sobre los que necesidades sociales fueron pensadas, erigidas como edificio o descritas como terreno en abstracto.

Es clara la noción de “alzado”, el espacio desalojado por la forma del edificio, la vista que se ofrece como fachada, hacia dónde se proyecta y las colindancias que plantea. Eso es un plano, la práctica profesionalizada con el Vignola o Regla de los Cinco Órdenes de la Arquitectura: un libro requisito obligatorio en la Academia de San Carlos, cuyo plan de estudios de 1796 lo enlista. Ahí, si una edificación se ajusta al programa y requisitos de la Academia entonces tiene “carácter arquitectónico”; de no ser así se trata solamente de una construcción. Se admitía sólo la arquitectura profesional y no la vernácula. Hacia finales del siglo xviii existían tres sujetos en la Nueva España cuyo trabajo era construir: el albañil, el alarife y el arquitecto. El primero es el obrero inmediato que edifica. El segundo es un proyectista e ingeniero, más versado en el oficio que en la estética. El último e históricamente más reciente, es un profesional de la Ilustración. Esa evolución se reconstruye con estos recursos.