La Constitución de 1824 otorgó facultades al Congreso para elegir un lugar que sirviera para estos propósitos, por lo cual, por decreto se determinó que el Distrito Federal, con carácter de estado y con un Congreso local, quedaría ubicado en un territorio federal circular cuyo centro sería la plaza de la Ciudad de México y un radio de dos leguas. En ese entonces se ubicaban en el primer cuadro de la ciudad los poderes Ejecutivo (en Palacio Nacional frente al Zócalo), Legislativo (en Donceles y Allende, hoy sede de la Asamblea Legislativa), y Judicial (en la Corte, en 20 de Noviembre). 

Dentro del mismo decreto también se instituyó el cargo de gobernador del Distrito Federal. La época de inestabilidad que se vivía en aquel entonces se reflejó en este territorio que sufrió los embates del centralistas y federalistas, la puesta en duda de su eficacia, la crítica de otras entidades e incluso su desaparición y nueva instauración. Hacia principios del siglo xx, durante el Porfiriato, se delimitaría con mucha más claridad el territorio del Distrito Federal y se mantendría de forma más o menos continua hasta su completa desaparición en el año 2016.