Se puede mencionar el caso de Juana Belén Gutiérrez, quien conocía de primera mano las condiciones laborales de los trabajadores mineros, por lo que sus primeros escritos en torno a esta situación le valieron la cárcel en 1897; sin embargo, esto no frenó su labor, la que continuó desde Vésper, el periódico que ella misma fundó. También puede mencionarse a Dolores Jiménez y Muro, quien fue trasladada a la cárcel de Belén acusada de los delitos de sedición y ultraje a funcionarios públicos a causa de haber participado en una protesta en contra de Porfirio Díaz y por exigir el reconocimiento de sus derechos como ciudadana. Otro caso es el de Elisa Acuña y Rosseti, quien editó los diarios La Guillotina y Fiat Lux, que ella misma financiaba. La publicación de artículos en contra del gobierno de Díaz la llevó también a la cárcel, en donde continuamente la amenazaban con trasladarla a San Juan de Ulúa, una de las prisiones más temidas en la época. Antonio Villarreal, otro militante liberal, dejó testimonio de la estancia de Elisa en aquel sitio: “[…] fue encarcelada en la prisión de Belén en donde se le sometió por espacio de muchos días a la tortura de las inmundas bartolinas sin permitir que recibiera abrigos ni alimentos, queriendo obligarla de esa manera a quebrantar su decisión, obligándola a tomar los asquerosos alimentos que daban al común de los presos”. Los expedientes seleccionados como parte de esta colección, muestran los procesos que se siguieron contra varias de estas mujeres.