Los árboles de Amador Lugo
El maestro grabador Amador Lugo (1921-2002) fue un artista plástico fascinado por los paisajes de nuestro país y especialmente por su rica variedad de árboles y cactus. Desde niño empezó su formación al lado del pintor japonés Tamiji Kitagawa en la Escuela al Aire Libre de Pintura de su natal Taxco, Guerrero. Como su nombre lo indica, los estudiantes dibujaban en los exteriores; por ello, desde el inicio de su educación plástica la naturaleza fue uno de los motivos predilectos en la obra de Lugo. Incluso años más tarde, cuando se trasladó a la Ciudad de México en 1942, la vegetación seguía interesándole y en esta nueva etapa la presenta como parte importante de la urbe.
En las piezas de grabado sobre el tema que integran esta singular colección destaca la minuciosidad en la representación del follaje de las diferentes variedades que llamaron su atención y que forman un hermoso mosaico de la riqueza forestal mexicana; ya sea en colores o en blanco y negro, hoy significan, incluso más allá de una valoración estética, un testimonio visual de los espacios perdidos por la modernización. En la época en que empezó a darse a conocer su trabajo, a mediados del siglo XX, el muralismo gozaba de gran reconocimiento y se consolidaba la llamada Escuela Mexicana de Pintura, en la que los temas nacionales y el arte al servicio de la sociedad eran la constante. En el ámbito del grabado se había fundado el Taller de Gráfica Popular, afín a los contenidos del muralismo; sin embargo, aunque el maestro coincidía con sus ideas, decidió crear junto con otros artistas la Sociedad Mexicana de Grabadores en 1947 en donde, además de la temática política, se exploraban otros contenidos, como el paisaje, en donde tuvieron cabida los hermosos árboles de Amador Lugo.